El pasado 5 de agosto, asistí a una concentración en Elche organizada por venezolanos en protesta contra el fraude electoral en Venezuela. Entre las más de 500 personas presentes, me sorprendió profundamente no ver a ningún político del PSOE, de COMPROMÍS ni de ningún partido de izquierdas, ya fuera local, provincial o autonómico. En cambio, los únicos que dieron la cara fueron los representantes del PP y de VOX. Me resulta incomprensible que estos partidos, que a menudo presumen de su compromiso con la libertad, no se hayan sumado a una manifestación que defendía precisamente ese valor tan fundamental.

El dictador Nicolás Maduro lleva años negando al pueblo venezolano el derecho a unas elecciones libres y justas, encarcelando, asesinando y expropiando a quienes se oponen a su régimen. En un contexto en el que se habla tanto de derechos humanos y democracia, resulta alarmante que los líderes políticos no se hayan pronunciado ni se hayan mostrado solidarios con quienes luchan contra este abuso flagrante.

Es desalentador ver cómo aquellos que abogan por la libertad y los derechos humanos solo parecen hacerlo cuando les conviene. Esta actitud de mirar hacia otro lado y aplaudir el fraude electoral y la dictadura es preocupante.

Pensando en esto, recuerdo que el ex presidente Zapatero, en su momento, mostró un apoyo incondicional a Maduro, aplaudiendo sus políticas y maniobras dictatoriales. Ahora, tras el fraude electoral, Zapatero ha desaparecido del debate público, lo que plantea la pregunta de si celebra en privado el “éxito” de su amigo.

La falta de una postura firme por parte del actual presidente y su gobierno contra el fraude electoral y la dictadura en Venezuela es igualmente vergonzosa. Me resulta difícil entender cómo se puede hablar de libertad y derechos humanos mientras se elige ignorar un acto tan grave de represión y corrupción.

NO LO ENTIENDO.