En un estadio con tanta historia como el Martínez Valero, hogar del Elche Club de Fútbol, el césped no es solo un terreno de juego, sino un símbolo del club, una extensión de su identidad. Sin embargo, lo que hoy nos encontramos en este mítico recinto dista mucho de lo que debería ser la alfombra verde de un equipo con aspiraciones de grandeza. Lo que se supone debe ser un campo digno de Primera División se ha convertido en un terreno donde la pelota sufre para rodar y los jugadores, para brillar.
El estado del césped del Martínez Valero ha sido objeto de quejas, no solo por parte de los propios futbolistas del Elche, sino también por parte de su rival, y como no, de los aficionados. Lo que se ve en televisión y desde las gradas es solo la punta del iceberg: zonas despobladas de hierba, baches que comprometen la integridad física de los jugadores y un suelo que parece más un campo de batalla que un lugar donde se practica el deporte rey.
Lo más preocupante es la gestión del club, no solamente en la configuración de la plantilla, la gestión también se visualiza en la entidad, con dimisiones y desvinculaciones de personal y ahora, en el propio estadio, es el resultado de una serie de malas decisiones, falta de inversión y, sobre todo, de una negligencia que parece haberse instalado cómodamente en las oficinas del club. No se entiende que se haya permitido que el campo se deteriore a ese nivel, como si la calidad del juego y la salud de los jugadores fueran preocupaciones secundarias.
El contraste con otros estadios de la liga es evidente y doloroso. Mientras equipos de similar envergadura presumen de campos en perfecto estado, en Elche, un club que ha conocido las mieles de la élite, se juega en condiciones más propias de una categoría inferior. El césped del Martínez Valero es hoy un campo minado donde cada pase, cada carrera, es un desafío.
Las consecuencias de esta situación no se limitan al espectáculo, aunque ya de por sí es lamentable ver cómo un partido pierde ritmo por las irregularidades del terreno. Va más allá: los jugadores están expuestos a un mayor riesgo de lesiones, y el equipo, que ya lucha contra la adversidad en una liga competitiva por la falta de efectivos y principalmente de delanteros, se enfrenta a un handicap adicional cada vez que se juegue en casa. Esto debería ser motivo de vergüenza para quienes gestionan el club, pero parece que la inercia es la tónica dominante.
Las voces de los aficionados, cada vez más críticas, son un eco de la frustración que se siente en la ciudad, hoy en las gradas, se han escuchado cánticos de “Bragarnik vete ya” falta de fichajes y ahora, el mantenimiento del césped es la consecuencia del abandono general que sufre el club: falta de inversión en la plantilla, problemas estructurales y una sensación de que el Elche CF está estancado en un ciclo de mediocridad. Como consecuencia de la situación actual, en el minuto 12 todo el estadio ha participado en una gran pitada, como protesta por la gestión del club.
El Martínez Valero merece mucho más. Los aficionados merecen mucho más. Y, sobre todo, los jugadores merecen un campo que esté a la altura de su esfuerzo y dedicación. Es urgente que se tomen medidas para restaurar la dignidad de este estadio. Porque el césped no es solo un detalle, es el lienzo sobre el cual se escribe la historia del fútbol. Y en el Martínez Valero, esa historia no puede seguir siendo de abandono y decadencia.
Ficha técnica:
Elche C.F (0): Edgar Badía, Mario Gaspar, Pedro Bigas, Salinas, Álvaro Nunez, Febas, Núñez, Nico Castro, Nico Fernández, Yago Santiago, Óscar Plano. También jugaron: Rodrigo Mendoza, Josan, Pablo García, Ali Houary, Mourad.
Levante U.D. (1): Andrés Fernández, Andrés García, Elgezabal, Kochorashvili, Brugué, Martínez, Morales, Cabello, Oriol Rey, Bouldini, Navarro. También jugaron: Algobia, Iván Romero, Álvarez, Clemente, Róber Ibáñez, Xavi Grande, Cortina, Lozano, Dela