CULTURA

La Dama de Elche que engañó a los Nazis

Heinrich Himmler recorrió Madrid buscando justificar su ideología racial. Fascinado por la Dama de Elche, el líder nazi no supo que admiraba una réplica, en un episodio que reveló su obsesión por conectar las civilizaciones antiguas con su retorcida visión del mundo
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Daniel Ruiz Perona
24 de agosto de 2024 - 09:01

El 20 de octubre de 1940, Heinrich Himmler, uno de los principales jerarcas del régimen nazi, llegó a Madrid en una visita oficial que, aunque tenía fines políticos, también estuvo marcada por su obsesión con el ocultismo y la arqueología. Himmler, quien era un ferviente creyente en la conexión entre las civilizaciones antiguas y la raza aria, había mostrado un interés particular por la Dama de Elche, una célebre escultura íbera que, según sus teorías, podía tener vínculos con sus creencias raciales.

Durante su estancia en Madrid, Himmler visitó el Museo Arqueológico Nacional, donde fue recibido con gran pompa. Allí, su atención se centró inmediatamente en la Dama de Elche, una figura que le parecía encarnar la pureza racial que tanto exaltaba en su ideología. Himmler quedó fascinado por los detalles y la majestuosidad de la escultura, y no tardó en hacer varias especulaciones sobre su origen y significado, convencido de que podría estar relacionada con los antiguos pueblos germánicos.

Sin embargo, lo que Himmler desconocía es que la Dama de Elche que estaba admirando no era la original, sino una réplica realizada en 1908 por el escultor Ignacio Pinazo Martínez. La auténtica escultura había sido llevada a Francia en 1897 y se encontraba allí desde entonces, a salvo de los avatares de la guerra. A pesar de este engaño, Himmler quedó tan impresionado que solicitó una reproducción en bronce y ordenó a su organización, la Ahnenerbe, que se investigara más a fondo la pieza.

La fascinación de Himmler por la Dama de Elche no era casual. Como director de la Ahnenerbe, una organización dedicada a la investigación de los supuestos orígenes arios, Himmler estaba constantemente en busca de artefactos y reliquias que pudieran justificar la superioridad racial que predicaba el nazismo. La Dama de Elche, con su enigmático rostro y elaborada decoración, representaba para él una posible conexión entre los íberos y los nórdicos, una teoría que apoyaba su visión del mundo.

A pesar de su convencimiento, Himmler nunca llegó a ver la auténtica Dama de Elche, que no regresó a España hasta febrero de 1941. Este detalle, pasado por alto en su visita, subraya la naturaleza ilusoria de sus creencias y la futilidad de sus intentos por encontrar en la arqueología una base para sus teorías raciales. La copia que tanto le impresionó fue simplemente un reflejo de su obsesión y de la manipulación de la historia que caracterizó al régimen nazi.

El engaño de la Dama de Elche fue un episodio cargado de simbolismo y misterio de la obsesión de Himmler por encontrar vínculos entre las civilizaciones antiguas y su retorcida visión del mundo fue fácilmente engañado por una réplica, demostrando la fragilidad de sus convicciones y comprensión del pasado.

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