El próximo martes 2 de octubre se van a cumplir seis meses de mi primera artículo de opinión en esta sección, en la que he tratado de mostrarles, y espero seguir haciéndolo, cómo se ve nuestra ciudad desde fuera y cuál es la imagen que transmite Elche hacia el exterior. Me van a disculpar por el ejercicio de egolatría, pero cumplir un semestre embarcado en un proyecto siempre es digno de recordar.
Y lo es porque esta fecha señalada contiene una muestra muy significativa de lo rápido que pasa el tiempo. Cuando Elche Capital me ofreció participar en este proyecto, todavía no sabíamos el alcance de la corrupción que está salpicando al Gobierno de España, ni éramos capaces de imaginarnos que la única solución que se le ocurriría a Pedro Sánchez para combatirla sería censurar a los medios.
Por aquel entonces, me sentí ilusionado, y después orgulloso, de tener la oportunidad de participar en un medio absolutamente independiente y en el que poder expresarse y opinar en libertad. A la vista está que tengo muchos compañeros columnistas con clara afiliación política y de distinto color: Sandra Pascual (PP), Ramón Abad (PSOE), Raúl Sempere (VOX), Esther Díez (Compromís), y un largo etcétera. Elche Capital es la viva imagen de la pluralidad y la libertad.
Esta semana hemos conocido la ley que el ejecutivo lleva meses preparando, más o menos desde que salió a la palestra el caso que involucra a Begoña Gómez, a la sazón esposa del Presidente del Gobierno. Esas curiosas coincidencias que tiene la política. La excusa para ello, la de siempre: “es que esto viene de Europa”. El Gobierno se ampara en la supuesta necesidad de transponer una normativa de la UE.
No. Es falso. En primer lugar, el Reglamento Europeo de Medios de Comunicación es directamente aplicable en los Estados miembros, por lo que no necesita de transposición, a diferencia de las directivas. Pero, además, este reglamento lo que busca precisamente es aumentar y proteger la independencia y libertad de los medios de comunicación, alejándolos de las injerencias gubernamentales y de las presiones del poder político.
Sánchez ha llamado a su cacicada “Plan de Acción por la Democracia”, algo a lo que ya nos tienen acostumbrados. Es más, cuando alguien les diga que hace algo en nombre de la democracia, échense a temblar, porque precisamente lo que busca es restringirla. Desde que esta aberración entre en vigor, el Gobierno tendrá la potestad de fijar qué es un medio de comunicación y qué no, en base a unos criterios que, obviamente, solo va a cumplir el equipo de opinión sincronizada, es decir, sus medios afines. Asimismo, tendrá la capacidad de decidir qué noticias son falsas y cuáles no lo son. Una censura al más puro estilo franquista.
Espero que me disculpen por haberme tomado la licencia hoy de no hablar de nuestra ciudad, pero en ocasiones hay causas que bien merecen olvidarnos por un momento de las cuestiones cotidianas. Porque desde el momento en que corresponda al poder político decidir quién tiene la facultad de considerarse medio de comunicación y sea el Gobierno quien decida aquellas noticias u opiniones que ustedes pueden consumir y cuales están vetadas, ya no podremos opinar libremente, ni de Elche, ni de cualquier cuestión que consideremos oportuna.
Lo que está en juego es muy serio. Lo que se viene es un paso más hacia la supresión de nuestra libertad para informar y ser informados. Esto se tiene que acabar. Tenemos que alzar la voz. El poder tiene que sacar sus manos de los medios de comunicación, empezando por retirar la financiación. Solo así estos serán libres y dejarán de obedecer a partidos políticos. Solo así, Elche Capital podrá seguir sobreviviendo y ustedes podrán tener una información veraz, libre y plural. Sigamos luchando por ello.
¡Viva la libertad, carajo!