Todo tendrá un antes y un después del 29 de octubre. Ese día sufrimos a menos de dos horas de nuestra ciudad unade las mayores catástrofes naturales de la historia de nuestro país. La DANA dejó en la provincia de Valencia un territorio devastado, mas de dos centenares de fallecidos y vidas arruinadas.
Estos comportamientos meteorológicos se vienen sucediendo con asiduidad; sin ir más lejos en 2019 aun perdura en nuestra memoria un episodio similar en la comarca de la Vega Baja, que en nuestro término municipal tuvo repercusión en la zona sur lindando con San Fulgencio.
La magnitud de lo ocurrido en Valencia no se puede comparar a la DANA de la Vega Baja de 2019; pero hay conclusiones de aquel episodio que siempre recordaré y mantendré en la retina, ya que por aquel entonces ostentaba la competencia del Área de Emergencias y Seguridad Ciudadana en el Ayuntamiento de Elche.
En primer lugar, los ayuntamientos fuimos avisados por distintos canales de comunicación oficial con 5 días de antelación; más allá de esa comunicación formal, era obsesión del entonces responsable de la Agencia Valenciana de Seguridad y Respuesta frente a las Emergencias (José María Ángel en calidad de Secretario Autonómico de Emergencias), ponerse en contacto telefónico con alcaldes y concejales de municipios afectados para establecer las primeras consignas y alertas pertinentes. Recuerdo aquella llamada de José María Ángel alertándome de la constitución del Centro de Coordinación Operativo Integrada (CECOPI), 48 horas antes del previsible día D. El hecho de la prevención y la anticipación hace que en todo momento ante una emergencia puedas lanzar las alertas pertinentes y tomar las medidas necesarias con los equipos de emergencias propios.
Aquella DANA descargó en primer lugar en Ontiyent, a media tarde, dejando también una imagen desoladora del municipio en la rambla del Rio Clariano; pero los fenómenos de la DANA son muy imprevisibles y dieronun giro radical. Cuando parecía que iba a descargar todo en la provincia de Valencia, de repente bajó de forma sorprendente hacía el sur de la Comunitat Valenciana. Nunca olvidaré la llamada que tuve de un servicio de meteorología conveniado con el Ayuntamiento de madrugada advirtiéndome que la DANA se dirigía hacia Santa Pola, pero que Elche estaba en grave riesgo. Así fue, en su parada en Santa Pola, previamente descargó casi 200 litros por metro cuadrado en El Altet anegando de agua el Clot de Galvany y haciendo daños considerables en la pedanía ilicitana; no hubo que lamentar daños personales.
Esa DANA se dirigió hacia la Vega Baja y a primera hora de la mañana descargó en algunos lugares de la comarca hasta 400 litros por metro cuadrado; los daños sobre los bienes fueron considerables, afortunadamente las decisiones previas de prevención y anticipación consiguieron que pese al agua caída, riadas posteriores, alivio de la presa en Santomera, rotura del dique del Rio Segura en Almoradí y los problemas en la desembocadura en Guardamar, las consecuencias en cuanto fallecidos fueron muy bajas y alguna de ellas debida a imprudencias personales de los propios afectados.
Valencia se va a reconstruir, el espíritu valenciano y su fortaleza hará que renazcan nuevamente y esos pueblos vuelvan a ser lo que eran. Pero sobre todo aprendamos de los avisos de la naturaleza y nunca frivolicemos sobre cuestiones de vida o muerte.