OPINIÓN

IMPRESIONES DE UN PASADO (XXIII)

14 de diciembre de 2024 - 02:40
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Huele a Navidad en todos y cada uno de los rincones de este bendito pueblo que me vio nacer. No me canso de ellas, claro que recuerdo a los familiares y amigos que no están pero siempre con una bonita sonrisa. La melancolía forma parte de mi día a día, algunos me llaman viejuno y otros nostálgico pero sé que los que verdaderamente me conocen, apuestan por mí y ven las cosas buenas que uno, a estas alturas de la vida, llega a tener.

Hoy viajamos al Elche de los ochenta y principios de los noventa, en ninguno de esos años llegaría a las 15 primaveras pero los recuerdos de antaño los tengo muy bien almacenados en el disco duro que la naturaleza me regaló. Y me encuentro con el ruido de las matracas y zambombas, con ese olor a castañas de la famosa mujer que estaba en el arco del ayuntamiento, siempre que pasaba me acerba a ver la cartelera del cine, y así saber qué estrenaba el Capitolio, el Alcázar o el Gran Teatro. Recuerdo asomarme por las terrazas del Marfil, punto de encuentro de la sociedad ilicitana y donde se dejaban ver muchos jugadores del Elche en los años en los que el futbolista vivía en el pueblo y no ahora que piensan que son inaccesibles y se van a vivir a otras poblaciones y no se empapan de lo que se vive en Elche. En La Royal íbamos cada vez que había una celebración familiar, sita en la Glorieta, degustábamos sus milhojas y sus maravillosos tocinos de cielo. No podías dejar de pasar por El Moka, situado en Obispo Tormo, allí el simpático de Antonio te servía unos cafés que eran la envidia de la zona, eso sí, tenías que aguantar su carácter y que te dijera algo parecido a “on has comprat les traques les tires o el famosísimo “m’agrà com eres però no tornes”. Si seguías de bares, te topabas, nada más pasar el puente, con el famoso Boquerón de plata, ya no quedan camareros como antes, ahora son meros transportadores… si tenías premura por miccionar ya podías darte prisa ya que el baño estaba en la segunda planta y tenías que atravesar unas escaleras harto delicadas. El Ribera, el Candalix, la Magrana, el Picadero o el Nobel eran también otros sitios de solera pero quiero poner en valor también el Casa Enrique y el Viena. Del primero recuerdo …..recuerdo tanto que se me humedece el lacrimal. Aquellos años en que ir a tomar mariscadas,calderos de gallina y los mejores calamares del mercado nacional estaba a la orden del día. Siempre acompañados con la famosa mayonesa que te hacía potenciar su sabor, sí, esa época en la que era legal y la salmonelosis nos resultaba irrisoria. Y en la calle Sagasta, esquina con Aureliano Ibarra, teníamos el mítico Viena, junto con la Royal, no recuerdo una ensaladilla igual. Allí, Antonio, Paco y la camarera Loli, nos deleitaban con su buen trato.

¿Te acuerdas de Harper’s? Hoy estaría entre los locales TiTö y Sinapi. Era como una cadena de comida americana, el local era fascinante para los jóvenes del lugar y recuerdo que cada mesa tenía un teléfono con el que podías comunicarte con cualquiera que estuviese en ese establecimiento, y con eso, los chavales del lugar disfrutábamos de la sobremesa. Y puestos a hablar de comida basura, teníamos el Burger King, ubicado en dos plantas de nuestra plaza más emblemática. Dicen que es el único que ha cerrado en nuestro país, estaba claro que los jóvenes de aquel entonces preferían el bocadillo de atún, tomate y anchoas que nos ofrecía el Villalobos, antiguamente Ca Barceló. Y si era servido por la abuelita que allí había en la barra y que tan amablemente te atendía , pues mucho mejor, y siempre con el ditet y carregaet de bombo, para que te pusieran el doble de todo. Luego te ponían con papel de estraza un “cucurucho” lleno de olivas, cebollas en vinagre y demás encurtidos…era todo una explosión de sabores.

Y puestos a regresar a esa infancia tan bonita, ¿os acordáis de los kioskos de Rico y de Paquita? Estaban en la misma calle, los críos del lugar íbamos a comprar chuches y los famosos cromos de Panini, allí visualicé mis primeros tebeos y alguna que otra revista un tanto picante que nos dejaba ojipláticos. Y así nos hemos criado, alguno que otro se aprovechaba de la bondad de los vendedores para no tener que pasar por caja ante un despiste de los mismos. Siempre iba con hermanos y primos, nuestros mayores nos soltaban para dejarles descansar y nos juntábamos todos en la calle, que algunos llaman la mejor universidad y donde más se puede llegar a aprender. Recuerdo como el mítico jugador del Elche Club de Fútbol, Bracun, llegó a evitar un atraco en el kiosco que regentaba Paquita y su hermano Eloy. Y para los más golosos recuerdo una tienda solo de chuches en plena corredera, se llamaba Carritos de Sabor, con una bolsa rosa y azul ibas depositando en ella cuantas chuches quisieras. En la misma calle y para llamar la atención del viandante, se colocaba una máquina sonora que te hacía palomitas de maíz en un santiamén.

Los días de Navidad eran días de estreno, algo parecido ocurría el día de las Aleluias; nuestras madres nos llevaban a Bambino, a Chicuelos, Rico Antón, Brufal, Pallarés, Babyland, Pinocho,Teenagers o Mañacos. Allí nos vestían para la ocasión,al estilo de los Niños de San Ildefonso, nos engominaban y nos vertían medio litro de agua de colonia de Nenuco o de Chispas.

Con el dinerito que obteníamos de las estrenas, nos íbamos a los recreativos Dum Dum y Tobogán, nunca cien pesetas dieron para tanto y más si jugábamos partidas al Tetris, Street Fighter, Marios Bros,Toki,Snow Bross, Bubble Bobble o al Shinobi. Y cómo olvidar esa máquina de cucuruchos de fresa y vainilla que estaba en el Dum Dum, por veinticinco pesetas te agenciabas un helado exquisito, y ya si tenías tablas, pasabas el dedillo por la máquina y extraías lo sobrante para introducirlo en la boca… aún conservo ese sabor en mi paladar; también estaba el más avispado que se llevaba unos cuantos conos a modo de barquillos, totalmente gratis. ¿E ir al antiguo convento de las Monjas Clarisas para comprarles una bolsita con las famosas obleas no consagradas que les sobraba de las eucaristías? Por veinticinco pesetas te daban, a través del famoso torno, una gran cantidad de formas que endulzaban los paladares más exquisitos.

Y a mí me pilló tarde, pero al tener hermanos mayores, siempre recordaré aquellos lugares donde iban a pasar un rato agradable, a disfrutar de sus amigos y a mover el esqueleto. Como no había teléfonos móviles, la gente quedaba a las 17h en las cabinas telefónicas de la Glorieta, el que llegaba tarde sabía que tenía que apañárselas para encontrar a su gente. Salían de casa los fines de semana a la hora del café y regresaban pasada la media noche. Muchos de ellos encontraron sus primeras parejas, fumaron sus primeros pitillos o se emborracharon con sus primeros megavasos. Quiero hacer referencia a auténticos lugares de culto para aquellos que nacieron en los últimos años del tardofranquismo: Bosé, Botti, Nou Amanecer,Bianco,Ave Turuta, Vine Vine,El Bodegón, Pink, Morgana,Hipogrifo, Directo y un largo etcétera. Allí se reunían pijos del centro, punkies, jóvenes del otro lado de la vía y un sinfín de personajes, había muchas bandas tipo la del Moco, y la moda era también quedar para pegarse ….qué tiempos aquellos. Y en la gélida noche del 31 de diciembre, los primos más pequeños nos quedábamos en casa de la tía Chon, la fiesta era asomarnos al balcón y ver desfilar a cientos de pingüinos que se dirigían con sus esmóquines recién comprados a El Aljibe, situados en los bajos del Hotel Huerto del Cura. La primera vez que oí en mi corta vida la palabra barra-libre.

Y fue una infancia maravillosa, viendo a los cómicos Martes y 13, riéndonos con el programa Al Ataque y el famoso: “¿qué quieres Cardenas?” de Carlos Jesús, viendo los viernes el 1,2,3 con sidra El Gaitero y el Turrón de Suchard. Éramos muy felices y lo sabíamos. Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor…juzguen ustedes.

A toda aquella generación que supo entretenerse con el Trivial Pursuit, Hundir la Flota, Scattergories, con su Meccano,¿Quién es quién?, jugando al chinchón, al siete y medio, a las canicas y a los tazos, o a aquellos que se sentían Bicivoladores o Goonies cada vez que cogían sus BH o sus Orbeas.

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