OPINIÓN

Haciendo ciudad


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José Carlos Belda
13 de enero de 2025 - 11:45

El despertador suena a la hora de siempre, pero todavía no nos levantamos con la misma energía con la que empezábamos el día hace un mes. Nos miramos al espejo y nos gusta un poco menos la respuesta, y la ropa que antes nos sentaba genial ahora pide oxígeno. “Me tengo que apuntar al gimnasio”. Es la época de máximo frío y seguimos de resaca emocional porque se acabaron los regalos, las luces y las reuniones familiares en torno a una gran mesa llena de ricos manjares. Bienvenidos a enero.

Un servidor anda de vuelta por Madrid, donde las calles se visten de gala cada diciembre y gran parte del país saca unos días para venir a disfrutar de la iluminación, de los mercadillos navideños y de un buen bocadillo de calamares o unos churros en San Ginés. Multitudes incalculables de personas que hacen imposible ver la acera cuando uno camina por el centro de la capital y que vienen a disfrutar de la que es, a priori, la mejor Navidad de España. Aunque, donde se ponga mi Elche…

Porque quien les escribe también ha podido disfrutar estas navidades de nuestra ciudad, de volver al calor del hogar familiar y sentir que el tiempo se ha detenido alrededor de mucha gente especial que no te deja de querer a pesar de la distancia. Pero, sobre todo, he podido contemplar como, otro año más, Elche se ha engalanado como nunca antes habíamos visto los ilicitanos, superando las expectativas generadas por la iluminación del año pasado, que ya dejó el listón muy alto.

Un acto de encendido muy emotivo, con recuerdo a las víctimas de la catástrofe de Valencia, que dio paso a unas calles llenas de magia, a una Plaza de Baix repleta de ilusión y a una ciudad que brillaba con luz propia, no sólo por las luces, sino por la felicidad que podía palparse en las caras de la gente, ilicitanos y visitantes, de ver cómo su ciudad celebraba la Navidad a lo grande y sin ningún complejo.

Porque los ilicitanos lo tenemos muy claro. Pese a que siga existiendo una minoría muy pequeña que reniega de ella, la Navidad es la gran fiesta, aquella en la que rememoramos el origen de nuestro ser, en la que recordamos los valores que sustentan nuestra cultura judeocristiana y en la que nos olvidamos de nuestros problemas, o al menos intentamos quitarles importancia, y tratamos de inundar de alegría los corazones de quienes nos rodean.

Eso por no hablar del impacto que ha supuesto esta nueva apuesta por la celebración a lo grande de la Navidad. Alrededor de 500.000 personas, unas 100.000 más que el año pasado, han participado en las más de 150 actividades que el Ayuntamiento ha organizado en todo el municipio, de los cuales unos 7.500 han sido turistas, incrementando este sector durante las fechas navideñas en un 9,5% con respecto al año pasado.

Como ya les he manifestado en anteriores ocasiones, el gasto navideño, como el de otras celebraciones, es una inversión. No tanto por el impacto económico, que también, sino porque nos hacen crear una seña de identidad como pueblo, que nos reconectan con nuestras raíces y nos proyectan a España y al mundo entero. Sigamos apostando por la Navidad. Sigamos haciendo brillar las calles de Elche.

Sigamos haciendo ciudad.

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