“Ja les festes de Nal se’n passaren, adiós Noche Buena de pavo y capón, ja passaren els de la Vingua, doble corregua de Paco Cantó, ja passaren els sustos i els penes, ja viu en el poble la gent més tranquila….i el sabio de la Argentina pot anar a fer puñetes”.
Independientemente de quién fuera el sabio de la Argentina, esta es la letra de una preciosa habanera de fil i cotó que tenemos en el cancionero popular ilicitano. Se suele cantar en estas fechas, inmersos en la famosa cuesta de enero y una vez finalizadas nuestras fiestas de la Venida de la Virgen y de la Navidad. El tren de la vida pasa tan rápido para los ilicitanos que, sin apenas darnos cuenta, ya hemos celebrado la festividad de los alpargateros, San Antón y su famoso porrate.
Elche es una ciudad identificada con la industria del calzado, de hecho se dice que el 30% de sus ciudadanos trabaja directa o indirectamente en este sector o en algunas de sus industrias auxiliares. Evidentemente, en este porcentaje no estoy incluyendo a las aparadoras que pueden trabajar en casa o en talleres semi clandestinos. Con anterioridad a la segunda revolución industrial( mediados del siglo XIX), la población vivía del campo y de lo que este le ofrecía. Elche tenía mucho terreno en sus partidas rurales(31), pero no todas estas tierras eran fértiles,las sequías eran una constante y las plagas o la dichosa filoxera hacía que los cultivos como la vid sufrieran una baja o nula producción.
Es por ello que algunos pequeños propietarios (terratenientes) decidieron invertir en la alpargata ya que el cáñamo como fibra vegetal, las ñoras, tomates, melones, el algodón, los dátiles o el esparto, no estaban dando los frutos esperados. En torno a 1880 se introdujo el yute en la fabricación de este tipo de calzado, esto hizo que se incrementara el número de talleres y aparecieran las primeras fábricas ( muchas de ellas se localizaban en los bajos de las viviendas de estos primeros fabricantes).
El pistoletazo de salida lo dio en 1877 el industrial José María Buck y Miralles de Imperial al comprar del Reino Unido la primera maquinaria para su fabricación.
Resulta, cuanto menos curioso, que la industria del calzado en Elche comenzara a raíz de la poca productividad de la agricultura, pero con los beneficios que años atrás les habría generado esta.
A la fábrica del señor Buck se unieron las de Matías Guillén Ferrández, Eliodoro Vidal, José Pomares, Sánchez Bernad y Agustín Alonso Blasco (este último llegó a patentar en el Gobierno Civil varios inventos), a estas se unieron, y ya en las primeras décadas del siglo XX, la fábrica de Viuda de José Maciá, Díez Hermanos, Vicente Serrano, Juan Orts Miralles , Alejandro Guillén Yepez, Antonio Bordonado o Vicente Sansano entre otros.
Estos grandes empresarios y propietarios solían ser miembros de las familias más acaudaladas de la ciudad como lo demuestra su presencia en las listas municipales de mayores contribuyentes.
En 1899 y con el fin de defender los intereses de los asociados y la unificación de los precios en la mano de obra, crearon el Gremio de Fabricantes de Alpargata. En su primera Junta fueron elegidos como presidente y vicepresidente Eliodoro Vidal Amat y José Pomares Rotí, respectivamente, y como tesorero y secretario se nombró a Matías Guillén Ferrández y a Antonio Sánchez Bernad.
Este gremio se transformaría con el recién inaugurado siglo XX, en el Centro Industria Alpargatera (CIA), la patronal de la rama del calzado. Este organismo tuvo discrepancias con los obreros y en especial con el Gremio de Costureros perteneciente al Círculo Obrero Ilicitano. El obrero asistía a mítines de José Verdes Montenegro o del mismísimo Pablo Iglesias Posse, fundador del PSOE y de la UGT. Casi todos ellos se hacían en el Círculo Obrero o en el Teatro Llorente(actual Plaza de la Constitución). En ellos se reclamaban salarios mínimos, el cumplimiento de la jornada laboral de ocho horas y un mínimo de seguridad e higiene en los puestos de trabajo). Mientras que el patrono acudía al Teatro Kursaal( actual Gran Teatro) para escuchar a algún miembro de la patronal o algún conferenciante que recordara la importancia del capital financiero, el sindicalismo católico o la medida de presión contra los sindicatos obreros y sus operarios en los famosos lock-out (cierre o paro de los empresarios).Estas proclamas de unos y otros (per un puesto patronos i obreros posant sindicatos en bona intenció) se vertían en los distintos semanarios de la población, unos defendían sus proclamas en El Obrero y Trabajo (trabajadores) y otros volcaban sus opiniones en La Acción o en La Defensa( empresarios).
Estos enfrentamientos, que se pueden estudiar en la prensa histórica del Archivo Municipal(AMHE), nos llevaron a la Huelga de 1903, pero eso ya es otra historia que quizá, tratemos en una futura impresión del pasado.