Lo normal es recomendar un libro en concreto, no un género, pero esta mañana, hablando con un viejo amigo, esta vez, de cuentos… no sé cómo ha salido el tema, pero ha salido. He caído en la cuenta de que la mayoría de personas entienden los cuentos como algo muy distinto a lo que son. O sea, que, o aparece un príncipe, una princesa, un ogro, puede que, tres lobos que no se hacen las uñas, y varios ramos de rosas blancas o rojas, o no es un cuento. Y bueno, he recordado aquellos cuentos o leyendas de Becquer, los cuentos de Edgar Allan Poe, o mi favorito entre los favoritos. Los tres fantasmas de Navidad de Charles Dickens. Y me he puesto tan romántico, como románticas, pero románticas de verdad, son todas estas lecturas y autores.
Así que, si me lo permiten, y si no, también. Hoy, no les voy a recomendar un libro según mi criterio, que es poco. Hoy, les voy a recomendar que lean cuentos, y de los buenos, ¡Ojo! Y aquí, otra vez, según mi criterio, que continúa siendo poco. O sea, que no se fíen, pero si lo hacen, opten por cuentos de estos tres grandes clásicos, da igual por el que empiecen, y por el que acaben, ya que, y lo digo de verdad, estoy convencido de que, con todos ellos, disfrutaran mucho.
…el rayo de luna es una historia que está enfocada en un joven noble y amante de las noches frías y la poesía. Esta ilustre historia comienza una noche mientras este joven caminaba cerca de un monasterio abandonado. Entre las ruinas le apareció una mujer bella y de imagen blanca y resplandeciente, que, desapareció inmediatamente enfrente de él. Esto generó una impotencia e inseguridad en Manrique el joven apasionado.
En ese mismo momento de haber ocurrido este suceso Manrique trató de alcanzarla para verla y conocerla mejor porque tuvo una conclusión que ella podría ser el amor de su vida. El joven después de largos minutos de búsqueda, lastimosamente no pudo observarla, por lo tanto, comenzó a imaginarse su imagen una y otra vez.
Manrique, atormentado por la mujer que conoció esa noche fría y hermosa, comenzó a soñar todas las noches con su figura esplendorosa y radiante. Una noche oscura Manrique rio de felicidad, sus sentimientos y pensamientos se unían entre sí porque por fin era la noche que podía ver y tener en sus brazos el amor de su vida. Lamentablemente, al darse cuenta que solamente era un resplandor de la luna que se introducía entre el bosque, este joven se sintió decepcionado porque el amor es un producto de las ilusiones e imaginaciones que él quería ver y hacer…
Gustavo Adolfo Bécquer.