En el corazón del barrio de San Antón, Rosa María Ruz, de 52 años, convive cada día con el miedo a que su casa literalmente se le caiga encima. Las grietas recorren las paredes, el suelo de la galería se está hundiendo y el deterioro general de su vivienda es evidente. Sin embargo, lo que más pesa es la sensación de abandono. Tras múltiples intentos de contactar con las instituciones, Rosa afirma que solo ha encontrado puertas cerradas.
¿Le ha dado miedo vivir en las condiciones en las que se encuentra su casa?
Muchísimo miedo. Hay días que me levanto con la angustia en el cuerpo, preguntándome si hoy será el día en que se venga abajo alguna parte de la casa. El suelo de la galería se está hundiendo poco a poco, y cada vez que piso, noto cómo cede. Las grietas en las paredes van creciendo, y una de ellas ya es enorme. El marco de la puerta principal lo tuve que apuntalar con maderas porque se movía. Es vivir en una casa que parece que está diciendo que no puede más.
¿Desde cuándo arrastra esta situación?
Pues esto no es de ahora. El deterioro viene de largo, pero el problema se ha vuelto más grave en el último año. Las humedades, las grietas, los problemas estructurales… ya llevan bastante tiempo, pero desde hace unos meses se ha intensificado todo. Por ejemplo, lo de la grieta grande en la pared apareció hace tres meses. Es algo que va a peor y que nadie viene a revisar.
¿Se ha puesto alguien en contacto con usted desde el Ayuntamiento para ofrecerle alguna solución?
Llamé yo, por iniciativa propia, a una empresa que está relacionada con el tema de la vivienda pública. Les expliqué lo del hundimiento del suelo del patio, que está prácticamente inservible. Me dijeron que eso no era cosa suya, que dependía de la comunidad. También acudí a la trabajadora social y me derivaron a lo mismo. Nadie me ha ofrecido una solución concreta ni se ha preocupado por ver el estado real de mi casa. Y eso fue el año pasado. Desde entonces, silencio total.
¿Qué solución cree usted que debería darse a su situación?
Lo ideal sería que me ofrecieran otra vivienda en condiciones o que vinieran a arreglar esta. Pero de verdad, arreglarla bien, no un apaño. Porque yo, por mi cuenta, no puedo asumir ese gasto. He intentado hacer pequeñas reparaciones, como reforzar la puerta, pero son parches. No tengo los recursos ni la capacidad para afrontar una reforma de este tipo. Estoy atrapada.
¿Cree que la solución llegará pronto o piensa que tendrá que seguir viviendo así durante más tiempo?
Sinceramente, tengo pocas esperanzas de que esto se resuelva pronto. Ojalá me equivoque. Me gustaría pensar que alguien va a venir a ver cómo estamos y que van a tomar medidas, pero viendo cómo están las cosas, no lo veo claro. Mientras tanto, sigo viviendo con miedo a que se me caiga la pared encima.
¿Confía en que el Ayuntamiento y la Generalitat firmen de una vez por todas el convenio para la renovación urbana de San Antón?
Espero que sí, porque ya va siendo hora. Llevamos años escuchando promesas y anuncios de planes, pero aquí no se nota nada. Lo que queremos los vecinos es que se haga realidad de una vez, que no se quede en palabras. Pero también te digo que ahora mismo no sé en qué punto está todo eso, porque no informan de nada.
¿Conoce a otros vecinos con problemas similares?
Sí, por supuesto. Esto no es un caso aislado. Las plantas bajas están muy mal, pero los pisos altos tampoco se salvan. Mi madre, por ejemplo, vive en un cuarto y tuvo que arreglarse el techo porque cada vez que llovía le caía agua por todas partes. Es que este barrio tiene ya más de 60 años, y muchos edificios están totalmente obsoletos. Todos los vecinos que conozco están igual o peor que yo. Lo que pasa es que muchos, como yo, se sienten ignorados y no saben ya a dónde acudir.
¿Ha recibido ayuda de otras entidades, más allá del Ayuntamiento?
No. Ni yo ni mi madre hemos recibido ninguna ayuda de otras instituciones. Y cuando la pides, te dan largas o te dicen que no pueden hacer nada. Parece que están esperando a que ocurra algo grave para reaccionar.
¿Qué opinión le merece la gestión pública sobre este asunto?
Pues muy mala, sinceramente. Se están gastando dinero en cosas que no son urgentes mientras aquí estamos viviendo en condiciones indignas. No tiene sentido. Las casas se caen, hay ratas en los patios, las puertas no cierran, los techos están que se vienen abajo… y seguimos esperando. Yo entiendo que hay que priorizar, pero esto es una urgencia. No se puede vivir así.
¿Ha intentado organizarse con otros vecinos para reclamar mejoras?
Sí, pertenezco a la Asociación de Vecinos “San Antón Quiere Vivir”. Mi familia también está involucrada. Lo que pasa es que por temas de trabajo no siempre podemos acudir a las reuniones, pero hay voluntad. Queremos mover esto, juntar más gente, hacer presión. Porque está claro que si no nos movemos nosotros, nadie va a hacer nada por nosotros.
¿Notó alguna diferencia entre el anterior gobierno municipal y el actual respecto al interés por mejorar el barrio?
Con el anterior alcalde, al menos se actuó en algunos casos. Recuerdo que hubo una planta baja en la que se hundió un patio y se desalojó a la gente. Pero en mi caso, ni entonces ni ahora ha venido nadie a comprobar si mi casa es habitable o no. No sé si este gobierno tiene intención de hacer algo, pero desde luego podría estar haciendo mucho más. Lo que hay ahora mismo no es suficiente.
¿Cree que los ciudadanos del resto de Elche son conscientes de cómo está realmente el barrio de San Antón?
Para nada. Estoy convencida de que la mayoría no sabe en qué condiciones vivimos aquí. Estos pisos tienen más de 60 años, y están que se caen. Las tuberías suben hacia arriba, todo está envejecido, da miedo. Yo tengo el patio que me da verdadero pánico, porque cualquier día puede pasar algo. Si la gente lo supiera, si vieran cómo vivimos realmente, quizás exigirían más soluciones también.
Y por último, ¿qué le diría usted a los políticos responsables de esta situación?
Les diría que vinieran. Que bajaran al barrio, que entraran en las casas, sobre todo en las plantas bajas y en los últimos pisos, y vieran con sus propios ojos cómo estamos viviendo. No es justo que nos tengan así. Y si yo tuviera la oportunidad de tomar decisiones, lo primero que haría sería agilizar la entrega de pisos nuevos. Al principio parecía que las cosas se movían, pero ahora todo está parado y no sabemos por qué. Hay que actuar ya, porque el barrio no puede esperar más.