Formado en la cantera del Real Madrid y partícipe de la histórica generación del Castilla que alcanzó la final de Copa, Pablo de Lucas encontró en el Elche CF el escenario de uno de los momentos más felices de su carrera, logrando el ansiado ascenso a Primera División con una plantilla joven. Pablo de Lucas también ha recordado a aquel equipo bautizado como el “Elche de los pitufos” por su talento y velocidad, que le permitió vivir una experiencia que pocos futbolistas disfrutan y que aún recuerda con orgullo.
Tras colgar las botas, el exdefensa madrileño permaneció más de una década vinculado al club franjiverde como coordinador de la cantera. Hoy combina su labor como ojeador del Real Madrid en la provincia de Alicante con la formación de entrenadores en Futcoach10 Formación, en la UMH, sin perder de vista a un Elche al que sigue sintiendo como propio.
- ¿Cómo se produjo su llegada al Elche CF?
Yo estaba en el filial del Real Madrid, en el Castilla, y nos llamaron al club para decirnos que el Elche tenía interés en mí. Además, Amancio, que era mi entrenador, era quien llevaba la firma de Kelme por toda la Comunidad.
Me dijeron que bajase al club, y allí me encontré con cuatro compañeros más del equipo a los que también les habían comentado lo mismo. Hablamos en el estadio, llegamos a un acuerdo y nos fuimos.
Al día siguiente vinimos los cinco jugadores en avión junto a un directivo del Real Madrid. Pasamos las pruebas físicas y firmamos los contratos.
- ¿Qué recuerdos tiene del primer día en el club?
El primer día en Elche fue curioso. Vinimos en julio y estábamos por la Glorieta, que era donde estaba el club entonces. Nos enseñaron dónde íbamos a alojarnos y nos llevaron al hotel.
Por la noche salimos a dar una vuelta por el centro y no vimos a nadie, la ciudad estaba vacía. Claro, nosotros no sabíamos que en verano la gente de Elche se va toda a Santa Pola. Dijimos: “¿Cómo vamos a venir aquí si no hay nadie?”.
Al día siguiente hicimos las pruebas físicas y ya la ciudad tenía su movimiento normal, pero la primera impresión fue un poco rara.
- ¿Dónde vivió por primera vez al llegar a Elche y cómo se adaptó a la ciudad?
Cuando llegué alquilé un piso que era de Emilio Esteban, que había sido portero del Elche. Estaba en la calle Maestro Albéniz, al lado del parque. Era un piso muy bueno y en un punto muy céntrico.
Me adapté muy bien porque la gente de Elche me acogió rápido. Además, tenía compañeros en el equipo que ya conocía de mi etapa en Madrid, lo que facilitó mucho la adaptación. Todo fue muy rodado, no tuve problemas para adaptarme.
- ¿Qué fue lo que más le impresionó de la ciudad y del club en su llegada?
De la ciudad, el ambiente. Cuando salimos a hacer las pruebas médicas y físicas, me sorprendió el bullicio que había por las calles.
Del club, al principio, las oficinas estaban en la Glorieta, no en el estadio. Todo nos pareció muy bien. Firmamos los contratos, la gente fue muy amable. Marcial, que era el director deportivo, y Diego Quiles, que era el presidente, nos recibieron genial.
- Usted venía del Castilla, finalista de la Copa del Rey, y de coincidir unos años más tarde con futbolistas como Butragueño o Michel. ¿Qué le aportó esa etapa?
Con Butragueño y Míchel coincidí en mi último año en el Castilla, que fue justo antes de venir al Elche. La final de Copa había sido unos años antes, y yo también formaba parte de ese equipo.
Jugar una final de Copa contra el Real Madrid siendo un filial fue un hito histórico. Eso no va a volver a suceder. Además, al año siguiente jugamos en Europa porque el Madrid disputaba la Copa de Europa y, como finalistas, nos correspondía participar en la UEFA. Fue una experiencia increíble para un equipo joven y sin experiencia internacional.
Después estuve cedido en el Valladolid en Primera, y al volver al Castilla coincidí con la generación de Butragueño, Pardeza, Ochoterena, Míchel… Muchos de ellos hicieron carrera en Primera y en la selección. Conservo muy buena relación con todos.
- ¿Mantiene contacto actualmente con alguno de esos compañeros?
Sí, con todos. Estuve trece años en el Real Madrid, de los cuales cinco los jugué en el Castilla en Segunda. Tengo compañeros de varias generaciones.
Tenemos grupos de WhatsApp, organizamos comidas o cenas en Madrid, y además ahora trabajo en el Real Madrid desde hace ocho años. Con quienes más contacto tengo es con Chucho Solana, Santi Aragón y, sobre todo, con Emilio Butragueño, que es uno de los jefes del club.
- En toda su trayectoria, ¿cuál considera que fue el mejor futbolista con el que jugó?
He tenido muchos compañeros de gran nivel. Emilio Butragueño fue un jugador increíble, de los mejores que he visto, no lo voy a descubrir yo.
En el Elche también tuve la suerte de jugar con Germán Leguía y Marcelo Trobbiani, dos futbolistas de un nivel altísimo. En general, he compartido vestuario con jugadores muy importantes, pero destacaría a ellos.
- ¿Hay alguna anécdota memorable con algún compañero del Elche que pueda compartir?
Más que anécdota, me quedo con un momento especial, el ascenso a Primera División. El club llevaba muchos años sin lograrlo y pudimos conseguirlo.
El día del ascenso fue inolvidable, con todo el estadio lleno y después celebrándolo con la afición por la ciudad. Fue algo que se te queda grabado en la memoria y en la carrera. No todos los futbolistas tienen la suerte de vivir un ascenso así, y yo lo pude hacer con el Elche, un club al que ya siento como mío.
- En la época conocida como “Elche de los pitufos”, el equipo destacó por su velocidad y técnica. ¿Qué recuerda de aquella generación y cómo era el ambiente en el vestuario?
El primer año, cuando llegamos, realmente era un equipo nuevo. Quedaban muy pocos futbolistas de la temporada anterior: Pérez García, Miguel Recio, que fueron compañeros míos en el Real Madrid, también Anquela y Félix Palomares. Había algunos más, pero el resto fuimos un bloque de jugadores nuevos que llegamos ese año.
El ambiente fue increíble durante toda la temporada. Hicimos un grupo muy bueno muy bueno de amigos, con los que todavía mantengo contacto. Más allá de lo futbolístico, lo más importante fue la convivencia, porque nos llevábamos genial.
A nivel futbolístico éramos un equipo técnicamente muy bueno, aunque no destacábamos por la fuerza física. Salvo Germán Leguía, que parecía un jugador de baloncesto, el resto no éramos jugadores de gran estatura. Aun así, era un equipo bastante bueno, conseguimos el ascenso y pudimos jugar en Primera División, algo fantástico.
- Formó parte de la plantilla que consiguió el ascenso a Primera. ¿Cuál fue la clave del éxito de aquel equipo y qué sentimiento le produjo vivirlo?
Fue una temporada con bastante presión. Empezamos con Cayetano Ré como entrenador, en paz descanse, y el equipo no iba mal. A mitad de liga estábamos arriba, con una trayectoria increíble, en casa ningún rival salía del Martínez Valero sin llevarse tres o cuatro goles. Jugábamos muy bien y marcábamos mucho.
De la noche a la mañana, después de empatar contra el Hércules en su campo, nos encontramos con que habían destituido al entrenador. Pasamos de tener a un técnico que apostaba por el juego ofensivo y el trato de balón a otro con un método diferente. Al final conseguimos el ascenso, que era lo más importante, pero sí hubo momentos de agobio y de mucha presión.
Éramos un equipo joven, con futbolistas de 22 o 23 años, salvo dos o tres más veteranos. Muchos veníamos de canteras y sin demasiada experiencia en otras categorías. Todo salió perfecto y logramos el ascenso, que fue muy importante tanto para el club como para nosotros.
- Usted ha formado parte del Elche como coordinador del Fútbol Base. ¿Cómo valora la cantera del club?
Además de ser futbolista, tuve la suerte de estar 16 años en el Elche, 10 de ellos como coordinador de toda la cantera. Ahora mismo la cantera funciona genial. Cuando yo estaba, apenas éramos tres personas controlando todo, con poquísimos recursos. Era imposible abarcarlo.
Hoy el club ha apostado mucho más, hay más recursos y un trabajo mucho más profesional, con mucha gente implicada. Eso se está notando en los resultados con muchos jugadores que están llegando al primer equipo: Rodrigo Mendoza, Ali, Adam, Nordin… Hay varios que están a un paso de consolidarse en la plantilla del primer equipo.
Cuando el trabajo da esos frutos es muy importante para el club. Los futbolistas formados en casa no solo tienen un valor sentimental, también suponen menos gasto que fichar jugadores de fuera.
- En su etapa como jugador, ¿por qué cree que no pudo asentarse en el primer equipo del Real Madrid?
Tuve la suerte de jugar un partido con el primer equipo, pero no me quedé más tiempo por muchas circunstancias. Había jugadores de mi generación que se consolidaron porque tenían más condiciones que yo.
En el fútbol, cuanto más arriba llegas es porque tus condiciones son mejores que las de los demás. Yo siempre lo asumí. Desde los 10 hasta los 23 años estuve en el Real Madrid, y para mí ha sido algo muy importante en mi vida, sobre todo siendo del Real Madrid. Nunca me ha condicionado ni preocupado no haberme consolidado en el primer equipo, porque entendí que había otros que eran mejores que yo.
- ¿Cuál considera que fue su mayor virtud y su mayor defecto como futbolista?
Creo que fui un jugador más de calidad técnica que de otra cosa. La velocidad también era una virtud. Quizá a nivel defensivo se me podía achacar algo más, que podía haber hecho más en esa faceta. En cualquier caso, haber jugado en Primera y en Segunda tantos años no te lo regala nadie.
- ¿Cuál fue el momento más feliz de su carrera deportiva?
He tenido varios. El debut con el Castilla en Segunda División, disputar un partido con el primer equipo del Real Madrid y, por supuesto, el ascenso con el Elche. Todos fueron momentos muy importantes que me marcaron.
- ¿Hubo algún partido o gol que recuerde con especial cariño en el Elche?
Yo no he sido un jugador goleador por mi posición en el campo, pero si tengo que destacar un partido serían los cuatro goles que le metimos al Athletic de Bilbao en el ascenso. Fueron una locura, tanto para nosotros como para toda la afición en el estadio.
- Si pudiera volver atrás, ¿haría algo diferente en su trayectoria?
No. Creo que fui un futbolista que se cuidó desde niño, que siempre se preocupó por intentar llegar a ser profesional. Di todos los pasos que tenía que dar, jugué en los equipos en los que tenía que estar. Cuando llegas ahí es porque lo has ganado con tu esfuerzo, a nadie le regalan nada.
En cuanto a por qué no me consolidé en el primer equipo del Real Madrid, pienso que en mi puesto había jugadores con más nivel que yo, futbolistas que incluso fueron internacionales con España. No me quejo de nada de mi carrera deportiva. Para mí lo más importante siempre fue jugar, más allá de en qué equipo o categoría estuviera.
- ¿Qué sueño le hubiera quedado por realizar en el club?
He estado muchísimos años en el club. Ascendí a Primera como jugador, trabajé en la secretaría técnica, he llevado parte de la cantera y vi a chavales debutar en el primer equipo después de haberlos entrenado desde los 11 o 12 años.
No sé qué más se puede pedir. Ahora veo al Elche cada vez más profesionalizado, creciendo poco a poco. Lo que deseo es que se asiente en Primera División.
- ¿A qué se dedica actualmente Pablo de Lucas?
Tengo una escuela junto a mi hermano para obtener los títulos de entrenador de fútbol, en la Universidad Miguel Hernández. Se llama Futcoach10 Formación. Además, soy el ojeador del Real Madrid en la provincia de Alicante. Esos son mis trabajos actuales.
- ¿Cómo está viendo al Elche actualmente?
Los partidos en directo no puedo verlos porque la mayoría de veces coinciden con mis compromisos de fin de semana, pero el arranque del equipo ha sido muy bueno.
Ha jugado contra rivales de gran nivel y ha conseguido resultados importantes. El sistema y la idea de juego del entrenador están muy bien trabajados. Creo que puede ser una de las sorpresas de la liga y hacer una gran campaña.
- ¿Qué mensaje le gustaría transmitir a la afición del Elche?
Que sigan estando como siempre. La afición del Elche es especial, porque exige, como todas, que su equipo gane y que esté en la máxima categoría, pero a veces cuando se pierde un partido se tiende a criticar demasiado pronto. Las valoraciones deben hacerse al final de temporada, no antes.
El año pasado, ya en las primeras jornadas había gente cargando contra jugadores o entrenador. Yo creo que hay que tener tranquilidad y confiar en lo que se está haciendo, porque el club está trabajando muy bien. Lo importante es esperar, y cuando termine la temporada valorar si realmente se ha cumplido lo que todos esperaban.