En un movimiento que ha dejado boquiabiertos a propios y extraños, Jorge Juan Breva y un grupo de expertos en diversas materias, cuyos nombres no han trascendido, han lanzado una propuesta que ha sacudido los cimientos del barrio de San Antón: ¡solicitar a la UNESCO que lo reconozca como Patrimonio de la Humanidad! Sí, has leído bien, no quieren ni oír hablar de la construcción de nuevos edificios.

Las declaraciones de Breva ante los medios no han pasado desapercibidas, y es que su comentario sobre la condición de los pisos comparada con la de los edificios en Roma o Grecia que ha hecho que hasta los guionistas de comedia se queden sin trabajo. En declaraciones a los medios, Breva afirmó con humor: “Si los pisos están así de ruinosos, viejos y mal, peor están en Roma o Grecia los edificios y vienen millones de turistas a verlos. Es necesario que esta construcción tan importante sea protegida”.

También acudió la sobrina del suministrador de materiales de la obra de construcción del barrio en los años 50, quien con enfado dijo: “Si derriban el barrio, ¿quién recordará a mi tío y se acordará de él todos los días?”

La reacción de los vecinos ha sido un festival de emociones, que van desde el enfado hasta la comedia. Algunos ven en esta estrategia una genialidad para sacar a relucir los problemas de conservación del barrio, mientras que otros simplemente se preguntan si el sol les ha dado demasiado fuerte.

Lo que sí es seguro es que esta propuesta ha puesto a San Antón en el mapa de una manera que ni siquiera los vecinos más optimistas podrían haber imaginado. Y mientras la UNESCO se toma su tiempo para deliberar sobre el destino del barrio, los habitantes continúan su vida cotidiana, sufriendo las consecuencias de un proyecto eterno y viviendo en unas condiciones que son todo menos graciosas.