No quisiera estar en la piel de Bragarnik y Chema Aragón. Confeccionar un equipo es una tarea ardua, compleja y tremendamente complicada. Poner a tanta gente de acuerdo y consensuar opiniones tan dispares no es fácil. Pensar que en dicha confección se encarga la comisión o dirección deportiva, donde como mínimo está compuesta por el presidente, probablemente vicepresidente, director deportivo, secretario técnico y entrenador. Son cinco visiones sobre un mismo asunto y por muy parecidas que sean, siempre hay discrepancias, ya que cada uno en su su valoración individual cree que lo que él propone es lo mejor.
Como entrenador que soy, he participado en el diseño de muchos equipos y es un ejercicio que están sujeto a un sin fin de variables. Esta multitud de variantes. Todas ellas, junto con cinco versiones diferentes, haced la multiplicación y veréis la cantidad de opciones y alternativas que resultan. Criterios económicos (presupuesto), quiénes se quedan de la temporada pasada, próximo entrenador, quién sube de la cantera, perfiles de jugadores a fichar (hay que tener 4, 5 o 6 opciones por puesto al menos), criterios personales y de índole individual, ciertos compromisos con personas y otras instituciones, dónde se hace la pretemporada, etc. Y podría seguir 100 renglones más.
Pero sin duda hay dos preguntas que los encargados de la confección de la plantilla deben contestar: ¿qué Elche quieren ver cuándo compite? y ¿qué ambiente emocional rodea y-o empapa al equipo? Por poner un ejemplo; no es lo mismo un equipo de fútbol entrenador por Mourinho o por Ancelotti (nada que ver cómo juega o compite uno con respecto al otro, y nada que ver en el aspecto emocional que se respira en uno con respecto al otro).
Dicho todo esto, esperamos que estén acertados en todas y cada una de sus decisiones y sobre todo, sobre todo, que haya ‘suerte’, que es esa cosa que no sabemos definir, pero estar está y es determinante en cualquier proyecto para tener éxito. Y recordad: esto es sólo fútbol.