Cuando desde Elche Capital me pidieron colaborar, no me lo pensé ni medio segundo. Yo he sido un soldado de Dani Rubio. Cada uno desde nuestra posición, Dani y yo ejercíamos una misma forma de hacer política: desde la libertad y la lealtad. Desde la libertad de manifestar siempre lo que opinamos. Desde la lealtad (la verdadera) de decirle a los nuestros cuándo y en qué se equivocaban, y aún así seguir a su lado en las malas. Así nos fue, completamente apartados de la esfera pública (por suerte) y viviendo de una profesión que compartimos. Otros eligieron el camino contrario, el del peloteo sine die e irse con la música a otra parte cuando llega la tormenta. Y así les va, aferrados al yugo del poder, esclavos de un cargo público, indigentes profesionales a los que el día que la política les cierre la puerta, no tendrán donde ganarse el pan. Me apiado de ellos.
Por extensión, también soy, desde este momento, soldado de Elche Capital. En un país en el que los grandes medios de comunicación han dejado de ser (si es que algún día lo fueron) el contrapoder que necesita toda sociedad democrática y se han convertido en propagandistas de los partidos a cambio de un plato de lentejas, es un placer para mí participar en uno que pretende ser libre, en el que caben todas las opiniones y que no se deja amedrentar por el caciquismo político, también presente a nivel local. Un medio nacido en Elche, centrado en Elche y elaborado por gente de Elche.
Y van y dejan escribir a un tipo de Madrid. En primer lugar, creo que es justo para ustedes que me presente. Soy un ilicitano de cuna que ama esta ciudad y todo lo que la representa, que vivió en ella durante 28 años, pero que tuvo que buscar fortuna lejos de las palmeras, primero en la vecina Alicante y, más tarde y en la actualidad, en Madrid, pero que no deja de tener un ojo puesto en su tierra. Y aquí vengo a contarles cómo se ve la actualidad de Elche desde la distancia, que siempre nos hace valorar con mayor intensidad el hogar que dejamos atrás.
Las últimas elecciones municipales ya se celebraron sin que mi nombre apareciera en el censo electoral de Elche, aunque de haber podido votar, reconozco que lo habría hecho por alguno de los partidos del gobierno municipal. No porque me despertaran una gran ilusión ninguno de los dos. A unos apenas los conocía y a los otros los conocía demasiado. Más bien porque, entre Carlos González y una cabra, habría votado a la cabra. Elche necesitaba un cambio y me alegré mucho por la alcaldía de Pablo Ruz, al que felicité personalmente.
Hay algo que siempre me ha molestado de los partidos políticos en Elche. Aunque ahora que ando por otras latitudes, observo que no es un problema únicamente nuestro. Me refiero a ese balance prematuro y absurdo que se hace de la gestión de un gobierno que no ha tenido tiempo de desarrollar grandes proyectos. Es el fruto de la política del fango, el populismo y el postureo que nos trajeron aquellos que venían a regenerar, donde es más importante el mensaje que las cifras. Si Pablo Ruz habrá sido o no un buen alcalde, lo veremos con el tiempo y los resultados. Desde luego, tiene un listón muy alto con la única compañera de filas que ostentó el cargo, que a su vez es la única mujer que ha portado la vara de mando del Ayuntamiento de Elche y, a juicio de un servidor, la persona más eficaz de todas las que han ocupado ese sillón (con sus luces y sus sombras), Mercedes Alonso.
Pero hay algo que solo la venda partidista podría negar y que nadie puede arrebatarle al señor Ruz: la actitud. Este equipo de gobierno podrá cometer muchos errores, pero las ganas de trabajar y la predisposición para ponerse al servicio del ciudadano, de escucharle, y de comunicarle lo que se hace desde el Ayuntamiento, son intachables. Es algo que se palpa en la calle y que nunca antes había visto en ningún gobierno municipal. Tampoco en el de mi predilecta. ¿Con la actitud se solucionan los problemas? Evidentemente no. Pero ya hay una parte del camino recorrido. Decía el escritor estadounidense Zig Ziglar que es tu actitud y no tu aptitud lo que determina tu altitud.
Desde Madrid espero, por el bien de la ciudad que me vio nacer y crecer, y a la que sigo amando hasta la médula, que esa actitud se traduzca en buenos resultados, y que Elche ocupe de una maldita vez el lugar que merece en el panorama nacional. Yo seguiré observando y analizando la labor de gobierno desde la perspectiva que te da la lejanía. Y seguiré compartiendo con ustedes la opinión que se tiene de nuestro pueblo en la capital de España.
Seguiré disfrutando de Elche en la distancia.