FIESTAS

Elche se reencuentra con su patrona tras los días de incertidumbre

La Virgen de la Asunción sale a la calle el 29 de diciembre arropada por su pueblo en una procesión marcada por la emoción, el alivio y el simbolismo tras la suspensión previa de los actos por la amenaza de lluvia
FacebookTwitterWhatsApp
Juan Sempere Albert
30 de diciembre de 2025 - 11:52

Elche pudo, por fin, respirar tranquila. Después de varios días pendientes del cielo y de decisiones difíciles marcadas por la prudencia, la ciudad vivió este 29 de diciembre uno de esos momentos que quedan grabados en la memoria colectiva: la salida de su patrona, la Virgen de la Asunción, a las calles del casco histórico, acompañada por cientos de ilicitanos que necesitaban ese gesto casi tanto como la propia fiesta.

La amenaza de lluvia había condicionado como pocas veces la Venida de la Virgen. La suspensión de la romería y de la Carrera de Cantó —algo inédito al menos en las últimas tres décadas— dejó un poso de frustración, aunque desde la organización siempre se defendió la decisión por motivos de seguridad. Los caminos embarrados tras las lluvias de Navidad y la compleja logística hacia la playa del Tamarit obligaron a actuar con cautela, pese a que finalmente las precipitaciones no fueron tan intensas como se preveía.

Con ese contexto, la procesión del día grande adquirió un significado especial. No fue una salida más. Fue una especie de respuesta colectiva tras días de incertidumbre. Y como si el tiempo quisiera hacer un guiño a la Mare de Déu, el sol apareció a ratos, iluminando la imagen centenaria sobre el ‘Trono dels Angelets’ y regalando estampas que muchos no olvidarán.

Desde primera hora, el centro histórico respiraba ambiente de festivo. Calles concurridas, comercios cerrados, olor a pólvora y una sensación de día señalado que se colaba por cada rincón. Pasadas las once de la mañana, la Virgen cruzó la Puerta Mayor de la Basílica de Santa María entre aplausos y miradas emocionadas, en un silencio respetuoso solo roto por los primeros vítores.

Delante del trono, un cortejo especialmente numeroso de niños y niñas vestidos de angelets abría paso. Era imposible no detenerse en sus rostros: ilusión, nervios y orgullo. Para muchos, su primera participación en una tradición que se hereda casi sin darse cuenta y que garantiza su continuidad generación tras generación.

La figura de Francesc Cantó volvió a cobrar protagonismo, encarnada este año por el concejal Claudio Guilabert, que pudo finalmente lucir el traje del legendario guardacostas pese a no haber podido galopar días antes. Sus “¡Viva la Mare de Déu!” resonaron con fuerza, arrancando aplausos y fijando la atención de los presentes. En su gesto se mezclaban emoción personal y la satisfacción de haber llegado hasta ese momento.

La música y la danza acompañaron el recorrido, desde la solemnidad de la Banda Sinfónica Ciutat d’Elx hasta las danzas tradicionales de la compañía de María Segarra, que aportaron ese equilibrio tan propio de la Venida entre fe, cultura y espectáculo popular. Todo avanzaba con un ritmo pausado, casi ceremonial, como si nadie tuviera prisa por que acabara.

Tras la procesión y la posterior misa solemne en la basílica, la jornada continuó con los actos festivos previstos. Ya entrada la tarde, y cuando la mascletà puso el punto final cerca del puente de Altamira, la lluvia apareció tímidamente. Lo hizo tarde y sin fuerza, incapaz de empañar un día que Elche necesitaba vivir.

La salida de la patrona este 29 de diciembre fue algo más que un acto religioso. Fue una reafirmación. La demostración de que, incluso cuando el tiempo obliga a cambiar planes, la ciudad sabe adaptarse sin perder el sentido profundo de sus tradiciones. Porque la Venida de la Virgen no es solo un programa de actos: es un sentimiento compartido que, una vez más, encontró la forma de salir a la calle.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *