La inflamación crónica del hígado es uno de los procesos más determinantes en la progresión de la cirrosis hepática. Un equipo del Grupo de Inmunobiología Hepática e Intestinal de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) ha identificado un mecanismo molecular que funciona como un “interruptor” y que podría ayudar a ralentizar la evolución de esta enfermedad.
El estudio, publicado en JHEP Reports y desarrollado en modelos murinos y en muestras de tejido humano, describe que la proteína LSECtin —localizada en células especializadas del hígado— es capaz de limitar la expansión de células inmunes proinflamatorias, reduciendo así el daño hepático. Según sus autores, este hallazgo abre nuevas posibilidades para diseñar estrategias enfocadas en modular la inflamación asociada a la cirrosis.
El trabajo está coliderado por los investigadores de la UMH Rubén Francés y Esther Caparrós, del Departamento de Medicina Clínica, el Instituto de Investigación, Desarrollo e Innovación en Biotecnología Sanitaria de Elche (IDiBE UMH), el Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante (ISABIAL) y el Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Hepáticas y Digestivas (CIBERehd).
La cirrosis hepática se caracteriza por una progresiva cicatrización del tejido y por una inflamación persistente que acelera el deterioro del órgano. En este contexto, el equipo ha observado que la actividad de la proteína LSECtin se reduce conforme avanza la enfermedad. “Cuando LSECtin disminuye, las células Th17 —un tipo de linfocitos altamente inflamatorios— se multiplican y agravan el daño hepático”, explica Sebastián Martínez, investigador de la UMH y primer autor del estudio.
Para analizar este proceso, los científicos emplearon un modelo murino de cirrosis con ratones modificados genéticamente para sobreexpresar LSECtin. Estos experimentos permitieron constatar que restaurar la presencia de la proteína ejerce un efecto protector. Paralelamente, el análisis de muestras de hígado humano, tanto sano como cirrótico, confirmó que la pérdida de LSECtin es un fenómeno que también se produce en pacientes.
El equipo ha identificado además que LSECtin actúa sobre el receptor inmunológico LAG-3, actualmente de gran interés en el ámbito terapéutico. Según la profesora Esther Caparrós, “LAG-3 es el mecanismo a través del cual LSECtin consigue ‘apagar’ la respuesta inflamatoria de las células Th17”. Esta interacción no sólo bloquea la expansión de estas células, sino que favorece el aumento de células reguladoras, responsables de promover la tolerancia inmunológica y reducir la inflamación.
Aunque los investigadores señalan que el trabajo no implica una aplicación clínica inmediata, subrayan que sus resultados permiten plantear nuevas líneas de desarrollo farmacológico. La estrategia pasaría por restaurar o imitar la función de LSECtin en el hígado. “La interacción LSECtin–LAG-3 podría convertirse en un objetivo terapéutico de gran interés”, afirma Caparrós, dada su capacidad para modular la respuesta inmune y frenar la progresión de la enfermedad.
En la investigación han participado también profesionales del IDIBAPS de Barcelona, del Departamento de Inmunología, Oftalmología y ORL de la Universidad Complutense de Madrid y de la Unidad de Inmunometabolismo e Inflamación del Instituto de Investigación Sanitaria Gregorio Marañón, entre otras instituciones.
El proyecto ha recibido financiación de la Comisión Europea, la Agencia Estatal de Investigación, el Instituto de Salud Carlos III, la Conselleria de Educación, Cultura, Universidades y Empleo de la Generalitat Valenciana y la Generalitat de Catalunya, a través de diversos programas competitivos.






Iván Hurtado












