Con más de 80 años, Rafi se ha convertido, sin buscarlo, en una referente para muchas personas mayores (y jóvenes) en TikTok. A su lado, Nazaret, su nieta, maestra y compañera incansable, convierte cada momento con su abuela en un ejercicio de amor, aprendizaje y risas. Juntas demuestran que la vejez no es un final, sino una nueva etapa para reinventarse.
¿Cómo se conocieron ustedes dos como creadoras de contenido?
Nazaret: La verdad es que todo empezó de forma muy natural. Mi abuela y yo siempre hemos estado muy unidas. Compartimos mucho tiempo juntas, y como soy muy fan de trabajar la estimulación cognitiva, empezamos con ejercicios sencillos en casa: asociaciones, lógica, memoria… Pero no grabábamos nada, era solo por su bienestar.
Un día, el médico de cabecera de mi abuela nos dijo que eso que hacíamos podía ayudar a muchas personas mayores, que era algo muy positivo. Y fue él quien nos animó: “¿por qué no lo grabáis y lo compartís? A lo mejor alguien más se siente identificado y hasta le ayuda a necesitar menos medicación”. Ese fue el punto de partida.
Rafi: Yo cuando me dijo de grabar vídeos, le dije: “ni hablar”. ¿Vídeos? ¿A mi edad? Pero cuando escuché lo que dijo el médico, me hizo pensar. Porque si de verdad lo que hacemos juntas puede ayudar a otra gente… entonces merece la pena. Así que dije: “vale, pero tú mandas”.
¿Cuál fue el primer vídeo que se volvió viral?
Nazaret: Fue uno que no planeamos nada. Estábamos haciendo una receta y al final del vídeo le digo a mi abuela: “dale like”. Y ella me mira seria y dice: “no, dale tú que yo no me voy a levantar”. ¡Pensaba que tenía que ponerse de pie a animar a alguien! La gente se reía mucho, fue un momento muy tierno y natural. A partir de ahí empezaron a sumarse muchas personas al canal.
Rafi: Es que yo no sabía lo que era eso del “like”. Me sonaba a que tenía que levantarme y darle una palmadita a alguien. Ahora ya me lo han explicado todo, ¿eh? ¡Hasta tengo TikTok en el móvil!
¿Qué es lo que más disfrutan de hacer esto juntas?
Rafi: Para mí, lo mejor es lo que nos reímos. Nos pasamos el día riéndonos, aunque estemos haciendo una receta o un juego de memoria. Eso es lo que de verdad se disfruta: las risas. Y también cuando cocinamos, aunque a veces discutimos un poco.
Nazaret: ¡Porque no me deja hacer nada en la cocina! Siempre me dice que soy muy buena con los deberes, pero que ahí no meta las manos. Me encanta ver cómo se involucra, cómo se ríe… aunque a veces me corrige hasta cómo bato un huevo. Pero esas pequeñas cosas son las que nos unen. Es tiempo de calidad real, que muchas veces no nos damos.
¿Reciben mensajes de personas a las que han ayudado?
Nazaret: Sí, y te juro que son lo que más nos emociona. Una vez una señora se nos acercó, nos contó que estaba pasándolo fatal. Que no tenía ganas de nada, y que su hija le ponía nuestros vídeos. Que se reía, que se animaba, que le daban vida. Ese día lloré. Porque entendí que esto no va de viralidad, va de conexión, de que si conseguimos que una sola persona mayor se sienta acompañada, ya tiene sentido.
¿Cómo ha llevado Rafi la fama?
Rafi: ¡Fama dice! Yo no sé si eso es fama, pero sí me paran por la calle. Y me da vergüenza, no te voy a mentir. Al principio decía: “no, no soy yo”. Pero ya me conocen. Me han dicho cosas muy bonitas. Una vez un chico me dijo: “usted es la señora de los vídeos”. Y yo pensé: “¿orgullo de qué?”. Pero parece que les hace ilusión. Ahora me lo tomo con humor. Si alguien se alegra de verme, pues yo también me alegro.
¿Han recibido también críticas?
Nazaret: Muy pocas, pero a veces hay prejuicios. Hay quien piensa que una persona mayor no debería exponerse así. O que esto es “hacer el tonto”. Pero yo no lo veo así. Para mí, mi abuela es el ejemplo de que nunca es tarde para aprender, para reinventarse o para reír. Es cierto que a veces hemos tenido que explicarle cosas mil veces, como lo del like o cómo va una app, pero ahí está la clave: en tener paciencia y en valorar lo que están haciendo. Porque no es fácil adaptarse a un mundo digital cuando has vivido una guerra, una pandemia, un apagón…
Rafi: A veces me asusta un poco todo lo que implica. Pero también me siento útil, ¿sabes? Y eso con 80 años no es poca cosa.
¿Qué opinan sobre la representación de las personas mayores en redes?
Nazaret: Muy escasa. Y cuando aparece, muchas veces se usa desde el estereotipo. Nosotros queremos mostrar que hay vida real, compleja y activa a los 80. Que también pueden ser protagonistas. Que no están de adorno. Por eso creo que tiene que haber más contenido hecho desde y para la tercera edad, sin infantilizarlos ni invisibilizarlos.
¿Y qué le dirían a una persona mayor que cree que ya “no está para estas cosas”?
Rafi: Que nunca es tarde para aprender ni para reírse. Que si algo te hace bien, que lo pruebes. No hay edad para vivir cosas nuevas.
Nazaret: Mi abuela siempre ha dicho una frase que a mí se me ha quedado grabada: “el saber no ocupa lugar”. Y yo añado: tampoco ocupa edad. La edad se sopla en las velas, pero no tiene por qué limitarte. Puedes tener 80, 90 o 100, y seguir aprendiendo, conectando, creando. Siempre hay tiempo, si hay ganas.
Lo que empezó como un simple pasatiempo entre una nieta y su abuela, hoy es un refugio de alegría, aprendizaje y ternura para miles de personas. En Deberes con la abuela, Rafi y Nazaret nos enseñan que el cariño no tiene edad, que el conocimiento no caduca y que el humor —ese que nace de lo cotidiano y lo sincero— puede ser la mejor medicina.
Porque al final, como dice Rafi, “el saber no ocupa lugar”, y como demuestra Nazaret, tampoco ocupa edad. Solo hace falta tiempo compartido, ganas de aprender juntos y una buena ración de risas. Ellas ya lo han entendido. Y ahora, gracias a sus vídeos, lo estamos aprendiendo todos.