Las toallitas húmedas se han convertido en uno de los mayores problemas para el sistema de alcantarillado de Elche. Aunque muchas veces se tiran al inodoro, no se deshacen como el papel higiénico, lo que provoca graves atascos tanto en las redes privadas como en el sistema público de saneamiento.
Más de 260 toneladas de toallitas llegan cada año a las depuradoras ilicitanas, un volumen que pone en riesgo el buen funcionamiento de las infraestructuras y supone un importante coste económico para todos los ciudadanos. Las consecuencias van desde malos olores e insalubridad, hasta inundaciones, problemas de evacuación de aguas residuales y afectaciones a otros servicios, como la fibra óptica instalada en los colectores.
Desde Aigües i Sanejament d’Elx se realiza una intensa labor para hacer frente a este problema. Solo en el último año, se llevaron a cabo 53 limpiezas en estaciones de bombeo y se registraron 57 intervenciones de emergencia directamente relacionadas con atascos provocados por toallitas. Además, este residuo dificulta el tratamiento de las aguas residuales, lo que retrasa y encarece el proceso de depuración y regeneración del agua.
Y todo esto podría evitarse con un gesto muy simple: tirar las toallitas a la papelera, no al váter. El inodoro está diseñado exclusivamente para evacuar agua y papel higiénico, que se disuelve en unos 30 minutos. En cambio, las toallitas no llegan a desintegrarse durante su recorrido, formando grandes bloques que se acumulan en los tubos.
El mensaje es claro: las toallitas no se tiran al inodoro. Cada vez que lo hacemos, ponemos en peligro nuestra red de saneamiento y generamos un impacto directo en nuestro entorno. La colaboración ciudadana es fundamental para mantener limpia y funcional la infraestructura que todos compartimos.






Iván Hurtado











