REPORTAJE

Los jóvenes toman el testigo de la Semana Santa en Elche


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Daniel Ruiz Perona
20 de abril de 2025 - 00:28

Bajo el cielo primaveral del Mediterráneo, entre calles perfumadas de incienso y resonancias de tambores, Elche ha vivido otra Semana Santa inolvidable. Lo que hace especial a esta edición no son solo los pasos majestuosos o las túnicas centenarias, sino la energía y compromiso de una juventud que ha decidido asumir el legado de generaciones pasadas, adaptándolo con respeto, creatividad y emoción a los nuevos tiempos.

La Semana Santa ilicitana: entre historia y devoción

La Semana Santa en Elche no es una celebración más. Declarada Fiesta de Interés Turístico Autonómico, esta manifestación religiosa y cultural forma parte del alma de la ciudad. Con raíces que se remontan al siglo XVI, las cofradías y hermandades han sido, durante siglos, guardianas de una tradición que combina fe, arte, historia y comunidad.

Hoy, estas mismas cofradías se están llenando de rostros jóvenes, manos que sostienen cirios con fuerza y corazones que laten al ritmo de tambores heredados de sus abuelos. Lejos de desaparecer, la Semana Santa se está rejuveneciendo.

El relevo generacional ya es una realidad

En los últimos años, Elche ha vivido un fenómeno que ha sorprendido incluso a los más veteranos: la creciente implicación de adolescentes y jóvenes adultos en la organización y ejecución de los actos de Semana Santa. De los más de 7.000 cofrades que participaron en las procesiones de este año, un 45% son menores de 30 años. Una cifra que no solo evidencia la vitalidad del relevo generacional, sino también el poder de atracción que aún conserva esta tradición.

“Antes veníamos a ver la procesión con nuestros padres, ahora la vivimos desde dentro”, cuenta sonriente Alba Sánchez, de 20 años, costalera de la Hermandad de la Verónica. Junto a ella, sus amigas  se preparan en los  para salir a la calle. Visten túnicas azules, fajín blanco y nervios en la mirada.

Cofrades digitales y creativos

Este nuevo impulso generacional también se refleja en las formas de comunicación y expresión. Muchas hermandades han incorporado a jóvenes en sus juntas directivas o les han confiado tareas específicas: diseño gráfico, redes sociales, vídeos promocionales, fotografía, logística y gestión cultural. En plataformas como Instagram, TikTok o YouTube, los clips de ensayos, montaje de pasos y escenas emotivas del Jueves y Viernes Santo suman miles de visualizaciones.

Lucía Navarro, de 22 años, estudiante de Comunicación Audiovisual, es una de las encargadas de redes sociales en su cofradía: “Queremos mostrar que esto no es algo antiguo o aburrido. La Semana Santa también puede emocionar a través de una pantalla. Compartirla no le quita solemnidad, al contrario: le da vida”, afirma convencida.

Fe, cultura y comunidad: un compromiso amplio

Aunque muchos de los jóvenes se sienten motivados por su fe cristiana, otros lo hacen desde una visión más cultural, artística o simplemente emocional. Para algunos, tocar el tambor o llevar un paso es una tradición familiar; para otros, una forma de sentirse parte de una comunidad unida.

Jorge Ruiz, de 19 años, toca en la banda de tambores desde que tenía 12: “No soy especialmente religioso, pero me encanta esta semana. La intensidad, la coordinación, el sentimiento de pertenencia… es algo único”, explica mientras afina su instrumento minutos antes de procesionar por la Plaça de Baix.

Por su parte, Carla y Andrea, de 17 años, debutaron este año. Ambas destacan la mezcla de nervios e ilusión que vivieron en la procesión del Viernes Santo: “Lo esperábamos desde pequeñas. Es algo que te conecta con tus raíces y con la ciudad. Es tradición, pero también es emoción pura”.

Formación y futuro: sembrar para que no se pierda

Varias cofradías ilicitanas han implementado en los últimos años programas de formación para jóvenes, tanto en aspectos religiosos como logísticos y artísticos. Talleres de bordado, de restauración de tronos, de protocolo y liturgia, o de percusión cofrade. Todo esto con el objetivo de transmitir un legado que va más allá de lo que se ve en la calle.

Una ciudad que late al ritmo de su juventud

Las calles de Elche, desde el Raval hasta el Corredor, pasando por la Basílica de Santa María, se llenaron esta Semana Santa de pasos solemnes, aplausos, lágrimas contenidas y emociones compartidas. Pero lo que más sorprendió fue la energía contagiosa de los jóvenes: su compromiso, su respeto por la tradición, y su capacidad para renovarla desde dentro.

Entre cirios encendidos y saetas que se alzan al cielo, entre palmas y silencios, entre sudores bajo los capirotes y abrazos al finalizar la procesión, una cosa queda clara: la Semana Santa en Elche tiene futuro, y ese futuro tiene nombre joven.

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