Nacida en Elche, en junio de 1947, Sempere finalizó sus estudios primarios y secundarios, obteniendo el graduado escolar. A los diecisiete años, comenzó a trabajar en un taller de costura. Poco tiempo después, trabajó en una gestoría y también en la guardería municipal de Elche. Su temprana vocación por el servicio la llevó a involucrarse activamente en la política y el sindicalismo.

Desde 1976, fue militante del Partido Socialista del País Valenciano (PSPV-PSOE) y de la Unión General de Trabajadores (UGT). Inició su carrera política como concejal del Ayuntamiento de Elche, desde el primer gobierno tras las primeras elecciones municipales de España en 1979. Posteriormente, también fue primera teniente de alcalde bajo el mandato de los ediles socialistas Ramón Pastor Castell, Manuel Rodríguez Maciá, Diego Maciá Antón y Alejandro Soler Mur.

A lo largo de su carrera, Sempere también se desempeñó como diputada nacional y provincial. Compaginando sus labores como regidora municipal, fue elegida diputada nacional en el Congreso de los Diputados tras haberse presentado en las listas del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por la Circunscripción electoral de Alicante en las elecciones generales de España de 1989 y 1993. Durante la IV y V Legislatura, fue vocal de las Comisiones parlamentarias de Política Social y Empleo (1993-1996) y de los Derechos de la Mujer (1994-1996). También fue ponente de las ponencias de elaboración de informes acerca de la pobreza en el Estado español (1994-1996) y del Derecho de Residencia y Circulación de Minusválidos (1995-ibídem).

El 9 de enero de 1996, dejó su escaño nacional y poco después fue escogida como diputada provincial en la Diputación Provincial de Alicante. Su carrera en el PSPV-PSOE estuvo marcada por la ocupación de diversos cargos de responsabilidad. En 1976, comenzó siendo miembro de la ejecutiva local. Desde 1978, fue secretaria de la Mujer, Bienestar Social, Presidencia y secretaria general a nivel comarcal. Desde 1986, perteneció al comité autonómico durante ocho años y entre 1991-1995 al comité federal. En 2004, fue elegida presidenta de la ejecutiva local en Elche y pasó al comité nacional. En 2011, renunció a sus cargos de concejala y teniente de alcalde, pero continuó al frente del partido en el municipio. Además, tuvo el honor de ser presidenta del Partido Socialista de la Comunidad Valenciana, destacándose como una líder regional comprometida y efectiva.

María Teresa Sempere fue conocida por su accesibilidad y su disposición para escuchar a los ciudadanos. Su teléfono nunca dejó de sonar. Incluso, en los tiempos en que no existían los móviles, no dudaba en dar su teléfono de casa a cualquier ciudadano que tuviera un problema, para atenderle. No era raro encontrarla paseando por las calles de Elche, deteniéndose para conversar con los vecinos sobre sus problemas y preocupaciones. Para ella, cada interacción era una oportunidad de servir, de encontrar soluciones y de mejorar la vida de los demás.

Sempere también fue una firme defensora de la transparencia y la rendición de cuentas en la política. Creía que los políticos debían ser modelos de integridad y honestidad, y trabajó arduamente para garantizar que las decisiones gubernamentales fueran abiertas y justas. Esta postura le ganó muchísimos admiradores y alguna detractora, pero nunca comprometió sus principios.

Aunque María Teresa Sempere falleció en marzo del año pasado, su legado, su recuerdo, su cariño, su admiración y el amor de muchos ilícitanos harán que siga siendo eterna en la ciudad de Elche. María Teresa Sempere dejó un legado duradero en Elche. Su ejemplo de dedicación y servicio continúa inspirando a nuevas generaciones de políticos y ciudadanos. En un tiempo donde la política a menudo parece estar en decadencia, la vida de Sempere nos recuerda que el verdadero propósito del servicio público es mejorar la vida de los demás y trabajar incansablemente por el bien común.

María Teresa Sempere debería ser el reflejo en el que, al menos, los políticos de Elche se fijaran. Su vida y su carrera son una demostración clara de lo que debe ser la labor de un político: ser el verdadero garante de la defensa de los intereses de los ciudadanos, por encima de los propios. En un mundo que clama por líderes auténticos y comprometidos, el ejemplo de Sempere sigue siendo más relevante que nunca.