El alcalde de Elche, Pablo Ruz, pronunció este domingo un discurso con motivo del Día de la Hispanidad que combinó emoción, historia y civismo. Ante un numeroso público congregado en el corazón del palmeral ilicitano, Ruz reflexionó sobre el valor del amor, la importancia de la familia y el significado profundo de España como hogar compartido por todos.
El alcalde inició su intervención con una pregunta sencilla pero trascendental: “¿A quién amamos y qué amamos?”. A partir de ella, construyó un mensaje centrado en la familia como primera escuela del afecto y en la patria como extensión natural de ese amor. “Amamos a quienes nos cuidan y nos acompañan, amamos a nuestra familia, que es nuestro refugio y nuestra fuente de esperanza. España es esa familia extendida, nuestra casa, nuestro hogar común”, afirmó.
Ruz defendió que España no puede entenderse como una simple suma de territorios o identidades, sino como una unidad viva en la que millones de hombres y mujeres trabajan cada día por un mismo ideal. “España no se divide ni se resta; España es. Es la fuerza de un pueblo que ha sabido levantarse una y otra vez ante la adversidad”, proclamó.
A lo largo de su intervención, el alcalde evocó a figuras esenciales de la historia y la cultura española, desde Cervantes y Teresa de Jesús hasta Miguel Hernández, Lorca o Velázquez, destacando en cada uno de ellos el espíritu creador, solidario y universal de nuestro país. También rindió homenaje a los trabajadores anónimos que, según dijo, “levantan España desde cada aula, cada hospital y cada campo de cultivo”.
Ruz insistió en que el presente exige recuperar la confianza colectiva y el sentido de comunidad frente al desánimo. “Que nadie caiga en la desesperanza. España ha superado momentos mucho más duros porque su fuerza está en el amor, en el esfuerzo y en la esperanza”, expresó con emoción.
En el cierre de su discurso, citó a san Agustín para resumir el espíritu de su mensaje: “La esperanza es el sueño de los hombres despiertos. Y los españoles, cuando soñamos, soñamos a lo grande”.
El acto concluyó con un largo aplauso y con el sentimiento generalizado de haber asistido no solo a una celebración institucional, sino a una declaración de amor a España y a su gente.






Iván Hurtado











