REPORTAJE

«¿Qué pasaría si fuera tu hijo?»: La denuncia de Aerelx sobre el abandono institucional a adolescentes con necesidades especiales

La presidenta de la Asociación de Enfermedades Raras y Salud Mental de Elche (AERELX) denuncia la falta de recursos en el sistema educativo para atender a jóvenes con capacidades educativas especiales, tras un nuevo caso de desesperación familiar
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Iván Hurtado
05 de julio de 2025 - 03:39

“¿Qué pasaría si fuera tu hijo?”. Con esta pregunta directa, sin adornos ni filtros, Carolina Peral, presidenta de la Asociación de Enfermedades Raras y Salud Mental de Elche (Aerelx), ha lanzado un contundente mensaje con el objetivo de hacerlo circular con fuerza entre familias, colectivos sociales y docentes sensibilizados con la educación inclusiva. Tras recibir la llamada de una madre socia de la entidad, Carolina recoge el dolor, la impotencia y la rabia acumulada de quienes conviven a diario con un sistema que, lejos de proteger, muchas veces empuja a sus hijos al borde del abismo.

“Esta mañana he recibido una llamada que me ha roto el alma”, comenta la presidenta. La llamada era de una madre desesperada, cuyo hijo de 15 años, con necesidades educativas especiales y un nivel de comprensión similar al de un niño de tercero de primaria, va camino de repetir segundo de la ESO. No por falta de esfuerzo, sino por falta de apoyos. Y con ese suspenso llega una cadena de consecuencias que para muchas familias no son académicas, sino vitales: depresión, autolesiones, aislamiento social y una creciente sensación de fracaso. “Lo que para cualquier familia podría ser solo un suspenso, para ellos es una condena”, denuncia Carolina.

Una realidad silenciada que se repite

Aunque los datos oficiales apenas lo reflejan, esta historia no es un caso aislado. Según relata Carolina, la situación se repite con frecuencia alarmante en centros educativos de toda la provincia, donde muchos adolescentes con capacidades diferentes no encuentran un entorno adaptado a sus necesidades ni profesionales especializados que acompañen sus procesos de aprendizaje y desarrollo emocional.

Lo sabe por experiencia propia: su hijo también vivió ese túnel. “Terminó con un intento de suicidio. Gracias a la persona que lo encontró a tiempo, hoy está con vida. Pero podría no estarlo”, confiesa. Y se pregunta, como tantas otras madres y padres: “¿Por qué seguimos mirando para otro lado?, ¿Por qué obligamos a adolescentes vulnerables y a sus familias a caminar por un sendero tan oscuro, tan lleno de incomprensión?, ¿Cómo puede ser que, en un país donde se destinan millones de euros a fiestas, actos oficiales e incluso se toleran casos de corrupción, no existan recursos suficientes para garantizar una educación realmente inclusiva? Una que atienda, proteja y acompañe de verdad el bienestar emocional de estos jóvenes.”

El sistema educativo, según Aerelx, continúa centrado en un modelo uniforme que penaliza la diferencia, en lugar de abrazarla. Para estos adolescentes, aprender no es una cuestión de voluntad, sino de contar con las herramientas adecuadas. Sin embargo, los recursos son escasos, las figuras de apoyo no siempre están presentes, y la carga emocional recae en las familias. “No hablamos de expedientes, hablamos de vidas”, subraya la presidenta de la asociación.

De la exclusión escolar a la emergencia emocional

Uno de los aspectos más alarmantes que denuncia la asociación es el impacto emocional que esta situación tiene en los adolescentes. Según su experiencia, la falta de adaptación no solo conduce al fracaso escolar, sino también a trastornos psicológicos graves. “Son solo niños. Con historias, sueños y miedos. Niños que son señalados, burlados, incluso agredidos por el simple hecho de aprender de otra manera. Niños que, tras tantas puertas cerradas, llegan a preguntarse “¿para qué quiero vivir?”.”

El mensaje de Aerelx va más allá de una queja: es una llamada urgente a la acción. Frente a la inacción de las administraciones, la asociación ha impulsado proyectos como Meradiversidad, una iniciativa comunitaria que ofrece acompañamiento emocional y apoyo a familias en situación de vulnerabilidad. Un espacio donde las familias puedan compartir, llorar, sostenerse mutuamente y, sobre todo, no sentirse solas. “No lo hacemos porque nos sobre tiempo o fuerzas. Lo hacemos porque es urgente. Porque yo no necesito ponerme en su lugar: ese también fue mi lugar”, afirma Carolina.

Llamamiento urgente

La asociación ilicitana pide con firmeza que se acabe con la invisibilización de estos casos. Reclama más cobertura mediática, más implicación institucional y un compromiso real por parte del tejido empresarial y social. “Necesitamos que los medios de comunicación se hagan eco, que no se quede en fotos bonitas ni discursos vacíos. Que visibilicen lo que nadie quiere mirar”, expresa Carolina.

También interpelan a empresas y entidades que apuesten de verdad por la inclusión: “Apoyar estos proyectos no es caridad, es justicia social. Es compromiso con el futuro de una sociedad más empática y humana”.

No son cifras, son personas

El testimonio de Carolina no es solo el de una madre dolida. Es la voz de muchas familias que, día tras día, libran batallas silenciosas para defender los derechos de sus hijos. Familias que conviven con la angustia de verlos apagarse poco a poco por un sistema que les da la espalda.

“Hoy alzo mi voz, y con ella la de todas las familias que llevo conmigo, para decir: no somos invisibles, no queremos serlo, no podemos permitirnos serlo. No voy a cansarme, porque esto no va de cifras ni de porcentajes. Va de vidas. Va de personas. Y tú, que estás leyendo esto… ¿qué pasaría si fuera tu hijo?”, concluye la presidenta.

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