A veces, las historias comienzan sin que uno lo espere. La mía empezó una tarde cualquiera, cuando salí a dar un paseo y pasé por una calle que he visto toda mi vida: Calle Doctor Gaitán. Nada especial, pensé al principio. Pero algo me hizo detenerme, quizá ese instinto que tenemos quienes vivimos entre palabras y buscamos historias incluso en los rincones más cotidianos.
Me pregunté: ¿Quién fue este hombre para que su nombre forme parte del mapa de mi ciudad? Y esa simple pregunta me llevó a una de las biografías más fascinantes que jamás imaginé en Elche.
Francisco Gaitán Pascual nació en 1801 y, según las crónicas, fue un joven rebelde, inquieto y poco conformista con la vida que tenía delante. A los diecisiete años se marchó a Italia, dejando atrás la comodidad familiar. Allí decidió reinventarse: adoptó el nombre de Gaetani Bey y se sumergió en años de estudio en Pisa, hasta doctorarse en Filosofía, Medicina y Cirugía.
Desde entonces su vida tomó un rumbo digno de novela —y lo digo sin exagerar ni licencia literaria—. En 1826, desde París, escribió a su madre para contarle que había sido contratado por el virrey de Egipto. En Egipto ejerció como médico y cirujano mayor, catedrático de Anatomía y Fisiología y figura científica de referencia. Después recorrió Europa visitando universidades en Viena, Praga, Leipzig, París, Londres o Edimburgo, ampliando sus conocimientos en una época en la que viajar no era precisamente fácil.
Entre sus obras destaca el Formulario Generale Medico-Farmaceutico, un tratado que le otorgó reconocimiento internacional. La dedicatoria manuscrita de la primera edición es casi un inventario de honores: comendador de órdenes reales de España, Nápoles y Roma; caballero del Santo Sepulcro de Jerusalén, de San Estanislao de Rusia y de Constantino el Grande; miembro de prestigiosas academias médicas de París, Madrid, Nápoles, Marsella y Atenas.
Además, ocupó cargos de gran responsabilidad como protomédico del virrey de Egipto, inspector del Servicio de Sanidad de la Armada Italiana o inspector general de Salud Pública.
Murió en 1870 en Liorna (Italia), lejos de Elche, pero dejando un legado inmenso que ni siquiera muchos ilicitanos conocen hoy.
Como joven escritor, confieso que descubrir su historia por un simple paseo ha sido una pequeña lección: cada calle, cada nombre, cada placa puede esconder una vida épica. Basta detenerse, mirar y preguntar.
Aquella tarde aprendí que el Doctor Gaitán no solo fue un ilicitano ilustre; fue un ciudadano del mundo en pleno siglo XIX. Y, sin saberlo, dejó una historia esperando a ser contada… hasta que un día yo decidí preguntar: ¿quién fue realmente el Doctor Gaitán?
Fuente: Alejandro Ramos






Juan Sempere Albert












