La historia de San Antón está marcada por la lucha vecinal y la búsqueda de condiciones dignas para sus habitantes. Entre esas voces que han liderado el cambio, Rosa Ana González (Elche, 1976) destaca como un referente en la defensa de su barrio. Su compromiso con la mejora de las condiciones de vida de sus vecinos la ha llevado a ser una figura clave en el movimiento vecinal.
¿Cómo comenzó su implicación en el movimiento vecinal y en la Asociación de Vecinos de San Antón?
R Mi implicación comenzó hace unos 20 años, cuando la situación del barrio era insostenible. Existía ya una asociación de vecinos, pero su presidenta era mayor y, aunque hacía lo que podía, no se estaba abordando realmente los problemas urgentes que teníamos. Fue entonces cuando un vecino, Daniel Rubio, me buscó y me dijo: «Si no estás de acuerdo con cómo estamos viviendo, hagamos algo». Y eso hicimos. Nos organizamos, nos unimos y empezamos a trabajar para cambiar las cosas.
¿Recuerda el año en que empezó y quién la impulsó a dar ese paso? ¿Cuál fue el motivo que la llevó a involucrarse?
R Fue a principios de los 2000 cuando me involucré activamente. Daniel Rubio fue quien me animó a dar el paso, pero el verdadero motivo fue la indignación de ver cómo vivíamos en condiciones lamentables y nadie hacía nada. Las viviendas estaban muy deterioradas, con grietas, humedades y sin ascensores, lo que afectaba especialmente a las personas mayores. La sensación de abandono era enorme. No podíamos seguir así y decidimos luchar por un cambio.
Durante muchos años, la Asociación de Vecinos de San Antón luchó por la renovación urbana del barrio y la construcción de nuevas viviendas. En ese camino, se encontraron con muchos obstáculos. ¿Qué balance hace de todo ese esfuerzo? ¿Más alegrías o más decepciones?
R Ha sido un camino durísimo. En los primeros años, nadie creía en nosotros. Ni los gobernantes ni los propios vecinos pensaban que podíamos lograrlo. Pero peleamos, insistimos y conseguimos que San Antón fuera el primer barrio en España en someterse a una nueva construcción completa. Logramos grandes avances, pero también hubo muchas decepciones. Los retrasos, las promesas incumplidas y la falta de compromiso han sido constantes. La mayor alegría fue ver la colocación de la primera piedra, pero todavía queda mucho por hacer.
¿Cree que no se ha valorado lo suficiente el enorme logro de la asociación vecinal de San Antón con un proyecto que fue pionero en España?
R No, no se ha valorado como se merece. La memoria es selectiva y muchas veces los logros vecinales quedan en el olvido. Después de lo que conseguimos, otros barrios siguieron nuestro ejemplo, pero fuimos los primeros en hacer realidad un sueño que parecía imposible. La Asociación de Vecinos de San Antón merece un reconocimiento por todo el esfuerzo que se hizo.
¿Cómo ve actualmente el estado del proyecto de renovación del barrio?
R Parado. No veo avance por ningún lado. El proyecto cambió de manos varias veces y ya no reconozco lo que se planteó originalmente. Los vecinos viven con incertidumbre, sin saber cuándo se retomará la construcción de nuevas viviendas y si algún día tendrán una casa digna.
El día a día en San Antón sigue marcado por problemas en muchas viviendas. ¿Cómo es vivir en el barrio en estas condiciones?
R Es muy duro. Las viviendas están en condiciones lamentables. Hay humedades, grietas, problemas estructurales y gente con movilidad reducida atrapada en sus casas porque no hay ascensores. Es frustrante vivir con la sensación de abandono y de que el tiempo pasa sin que nada cambie.
¿Cuánto tiempo más creen que pueden aguantar sin una solución definitiva?
R Hasta que ocurra una tragedia. Ya han caído techos y ha habido derrumbes parciales. Si un día alguien resulta herido o muerto, entonces quizá se tomen en serio la urgencia del problema.
¿Piensa que los partidos políticos son realmente conscientes del problema que tienen los vecinos de San Antón?
R No creo que sean del todo conscientes. Si vivieran aquí, si vieran lo que vivimos día a día, se darían cuenta de la urgencia. Supongo que hacen lo que pueden, pero no lo suficiente. También es cierto que los vecinos deberíamos presionar más, hacer ruido y no quedarnos esperando.
Tras la tragedia ocurrida con la Dana, se ha hablado mucho sobre las responsabilidades políticas e incluso penales. Si mañana hubiera un derrumbe o un incidente grave en el barrio, ¿quién cree usted que sería el responsable?
R: Para mí, los responsables son todas aquellas personas que han podido hacer algo y no lo han hecho. El Ayuntamiento, la Generalitat, el Gobierno central… Todos saben la situación del barrio y han prometido ayudar, pero no actúan con la urgencia necesaria.
Recientemente se ha constituido una nueva asociación vecinal, “San Antón Quiere Vivir”, en la que usted también participa. ¿Cuál ha sido el motivo de su creación?
R La inacción de las administraciones. Nos cansamos de esperar y decidimos actuar de nuevo, con la esperanza de presionar para que se retome el proyecto.
¿Cree que en esta legislatura se podrá iniciar la construcción de algún nuevo edificio?
R No soy optimista. Nos prometen fechas, plazos, pero al final todo se retrasa. Lo único que tengo claro es que no nos vamos a quedar de brazos cruzados.
Cuando ve el estado actual de los edificios a los que ya se han trasladado algunos vecinos, ¿qué siente?
R Mucho orgullo. Mi madre fue una de las vecinas que se trasladó y su calidad de vida ha mejorado enormemente. Sube y baja en ascensor cuando quiere, tiene calefacción, vive dignamente. Eso es lo que quiero para todos los vecinos.
¿Qué le diría a las dos o tres personas que no quieren salir para paralizar el proyecto?
R Intento no cruzármelas, porque sé quiénes son. No entiendo qué poder tienen para frenar la mejora de 800 familias. Solo les diría que piensen en los demás, porque su decisión está perjudicando a todo un barrio.
¿Qué sueño le queda por realizar?
R Quiero vivir en una casa digna, sin peligro. Quiero que mis vecinos también puedan hacerlo. Quiero que San Antón vuelva a ser un barrio acogedor y lleno de vida. Ese es mi sueño.