Santa Pola, ciudad hermana, conocida por su encanto costero y su rica historia, fue durante siglos una pedanía dependiente de Elche. Este vínculo, que moldeó su desarrollo desde la antigüedad, perduró hasta el siglo XIX, cuando Santa Pola logró su ansiada independencia municipal.

Orígenes como parte de Elche:

Los primeros asentamientos en la zona que hoy ocupa Santa Pola se remontan a épocas muy tempranas, pero su importancia comenzó a consolidarse durante la época romana. En el siglo I, los romanos establecieron un puerto conocido como Portus Illicitanus, que servía a la ciudad de Illici, el núcleo urbano que más tarde se convertiría en Elche. Este puerto se situaba en la desembocadura del río Vinalopó, y su ubicación estratégica lo convirtió en un centro comercial clave para el comercio marítimo de la región.

A lo largo de la Edad Media, Santa Pola continuó desempeñando un papel importante como puerto, pero siempre bajo la jurisdicción de Elche. Durante esta época, el puerto y su entorno se utilizaban principalmente para la pesca y el comercio, actividades que vinculaban estrechamente a Santa Pola con Elche, cuyo poder y control sobre la pedanía era total. La dependencia de Santa Pola de Elche se reflejaba no solo en la administración, sino también en la defensa de la zona, especialmente durante los periodos de mayor actividad pirata en el Mediterráneo.

En el siglo XVI, la amenaza constante de los piratas berberiscos llevó a la construcción de un castillo en Santa Pola, una fortaleza destinada a proteger tanto a la población local como a los mercaderes que operaban en el puerto. Sin embargo, a pesar de esta construcción significativa, Santa Pola seguía siendo considerada una extensión de Elche, sin autonomía propia. El castillo, aunque vital para la defensa, también simbolizaba el control que Elche ejercía sobre la pedanía, ya que el alcaide del castillo era un funcionario nombrado por las autoridades de Elche.

El deseo de independencia:

A medida que Santa Pola crecía en importancia, también lo hacía el deseo de autonomía entre sus habitantes. A principios del siglo XIX, Santa Pola había crecido considerablemente en población y actividad económica, lo que hizo que la dependencia de Elche comenzara a ser vista como una limitación para su desarrollo.

El punto de inflexión llegó con la promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812. Esta constitución, conocida como ‘La Pepa’, establecía que todas las localidades con más de 1.000 habitantes podían constituir su propio ayuntamiento. Con una población que superaba ligeramente esta cifra, los vecinos de Santa Pola vieron en esta nueva ley una oportunidad para emanciparse de la administración de Elche.

El 11 de octubre de 1812, se constituyó el primer Ayuntamiento de Santa Pola, con Gaspar Sempere de Molina como su primer alcalde. Este fue un momento histórico, ya que por primera vez, Santa Pola se gobernaba a sí misma. Sin embargo, esta independencia fue breve, pues con la restauración de Fernando VII en 1814 y la derogación de la Constitución, Santa Pola volvió a ser administrada por Elche.

Independencia definitiva y expansión:

No fue hasta 1835, tras la muerte de Fernando VII y la transición hacia un régimen más liberal, que Santa Pola consiguió finalmente su independencia definitiva. En agosto de ese año, después de múltiples gestiones por parte de sus vecinos, se reconoció oficialmente el Ayuntamiento de Santa Pola, consolidando así su autonomía frente a Elche.

Con la independencia municipal, Santa Pola inició un periodo de expansión y modernización. La pesca, el comercio marítimo y el incipiente turismo impulsaron su economía, mientras que la población creció rápidamente. A mediados del siglo XIX, el crecimiento urbano comenzó a reflejarse en los planos de la ciudad, con la apertura de nuevas calles y la expansión de su núcleo urbano más allá del castillo.

Desde su castillo, su Portus o desde el Huerto del cura , sus caminos siempre estarán unidos como ciudades hermanas.