OPINIÓN

Ser de los que ganan es muy fácil

16 de abril de 2024 - 00:44
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Sábado, diez de la mañana. Nos situamos en el parking junto a la estación de metro de Sainz de Baranda. Cinco ilicitanos afincados en Madrid montan en un coche e inician la marcha. Por delante, casi 3 horas de carretera y un fin de semana inolvidable. Nos esperan el río Ebro, la Virgen del Pilar y La Romareda. Y nuestro Elche Club de Fútbol. Rumbo a Zaragoza.

Puede que el fútbol solo fuera la excusa, ya que el partido era domingo y la tarde-noche del sábado la dedicamos al turismo lúdico cultural. Más lúdico que cultural, dicho sea de paso. La velada terminó, bien entrada la madrugada, con unos acogedores aficionados locales, cantando juntos «¡Volveremos a Primera, volveremos otra vez!». Qué grande es el fútbol y qué emocionante es ser de un equipo modesto.

Y cuánto se echa de menos. Quizá fue uno de los sacrificios más grandes que hice cuando decidí venir a Madrid. Renunciar al partido del domingo, al camino al estadio analizando el partido como expertos de barra de bar, a la previa entre copas en La Trobada o en Franja Estadio y a abrazarme con mi padre en cada gol del Elche. Hacía tiempo que no sentía el cosquilleo de atravesar un vomitorio y vibrar con ese ambiente tan especial.

Pero llegó el domingo y el verdadero objetivo de nuestro viaje (o la excusa, insisto), y volví a sentirme cual chiquillo con zapatos nuevos. Cerca de 200 ilicitanos nos dimos cita en el legendario estadio del Real Zaragoza, cuya afición estuvo de matrícula de honor. El espectáculo no acompañó mucho, aunque la crónica deportiva se la dejo a los sabios del balón. Pero ahí estuvimos, dejándonos las gargantas, sin importarnos ni las horas de vuelta a casa ni el trabajo del lunes. Y esto es lo mágico de ser de un equipo como el nuestro.

Y es que ser del Elche implica ser un sufridor de cuna. Es esa forma tan nuestra de vivir el fútbol (y la vida), en la que nos pasamos la vida rajando a todo lo que se mueve y, aún así, seguimos al lado de los nuestros. Nos da igual hacernos 500 kilómetros para volver de vacío a casa, porque vamos a seguir amando esa franja verde con locura. Y celebraremos cada victoria como si de una Champions League se tratara. Que nunca se sabe cuándo será la próxima. Y eso es lo más bonito del fútbol. Eso es lo más grande de ser del Elche Club de Fútbol. Que nunca perdamos ese arraigo. Que no nos abandonen las fuerzas y sigamos transmitiendo la pasión por este equipo que tanto nos hace sufrir, llorar, reír y morir de éxtasis. Porque no hay nada como ser del equipo de tu ciudad.

Porque ser de los que ganan es muy fácil.