OPINIóN

Ciberalcalde: entre focos y pantallas

27 de octubre de 2025 - 12:38
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El reciente ciberataque al Ayuntamiento de Elche no solo ha dejado fuera de servicio buena parte de los sistemas municipales. También ha expuesto algo más profundo: el modo en que se está gestionando la ciudad, y cómo el actual alcalde, Pablo Ruz, ha convertido la comunicación en su principal herramienta política.

Durante días, los ilicitanos y las ilicitanas han sufrido los efectos de una administración paralizada: trámites suspendidos, servicios básicos bloqueados y una falta de información real sobre el alcance del problema. En ese contexto, el alcalde ha optado, una vez más, por una sobreactuación mediática que poco ayuda a resolver los problemas de fondo. Ruedas de prensa, declaraciones grandilocuentes y presencia constante en redes sociales, proyectando una imagen de control y liderazgo que contrasta con la ineficacia que se percibe dentro de la propia casa consistorial.

Lo preocupante no es solo el ciberataque, sino lo que simboliza. Ha bastado un fallo informático para que se hiciera visible la parálisis de una administración que lleva meses sin ritmo, sin dirección y sin avances reales. Mientras tanto, se repiten los anuncios sobre proyectos heredados de la anterior legislatura, muchos de ellos planificados y financiados durante el mandato socialista.

Ahí están, por ejemplo, las inversiones en infraestructuras educativas y deportivas que el anterior equipo de gobierno dejó encauzadas: la ampliación de colegios, la construcción del nuevo polideportivo de deporte inclusivo de Carrús o los planes de modernización de barrios. También los avances en sostenibilidad y movilidad urbana —como la ampliación del carril bici o la electrificación progresiva del transporte público— que nacieron del trabajo del PSOE en el gobierno local.

Proyectos de ciudad pensados para transformar Elche a medio y largo plazo, y no solo para alimentar titulares. Y sin embargo, ahora se presentan como si fueran novedades, sin el más mínimo reconocimiento a quienes los impulsaron. Se diría que lo importante no es el contenido, sino la foto.

No es casual que el portavoz del grupo socialista, Héctor Díez, resumiera recientemente la situación con una frase tan certera como contundente: “Elche lo que necesita es un alcalde, no un actor.” Una reflexión que va más allá de la anécdota política. Porque cuando la gestión pública se convierte en un ejercicio de puesta en escena, el resultado inevitable es la desconfianza ciudadana y la pérdida de eficacia institucional.

Elche no puede permitirse un gobierno que priorice la narrativa por encima de la acción, ni un alcalde que confunda liderazgo con exposición. La política local debe volver a centrarse en lo esencial: resolver los problemas cotidianos de la gente, mantener los servicios públicos funcionando y garantizar que la administración sea útil, transparente y cercana.

El ciberataque ha sido, en ese sentido, una prueba de estrés. Y la respuesta del equipo de gobierno ha mostrado sus carencias: falta de planificación, opacidad informativa y una clara tendencia a mirar más hacia las cámaras que hacia los despachos. Prueba de ello es que a día de hoy todavía no se ha contratado ninguna empresa que desencripte el servidor municipal.

Gobernar no es estar permanentemente bajo los focos. Gobernar es garantizar que, incluso cuando nadie mira, la ciudad sigue funcionando. Y en eso, este Ayuntamiento tiene mucho que aprender del rigor, la planificación y la seriedad con que el anterior gobierno socialista supo afrontar crisis complejas —como la pandemia o la reconstrucción económica posterior— sin necesidad de protagonismos vacíos.

Hoy, Elche necesita recuperar el pulso institucional, la confianza en su administración y una gestión que ponga a las personas por encima de la propaganda. Y eso solo se consigue con trabajo, con responsabilidad y con una visión de ciudad que mire más allá del siguiente titular.

Porque los focos pueden deslumbrar, pero también pueden dejar a oscuras lo que de verdad importa.

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