En el año 2006 asistimos atónitos a uno de los atentados más graves realizados por la mismísima administración local contra su propio patrimonio cultural, y más concretamente, arquitectónico.
El derribo del Mercado del Pla de Elche en 2006 representa un lamentable ejemplo de la falta de valoración y protección del patrimonio arquitectónico moderno en España. Esta demolición tuvo graves consecuencias para el legado cultural de la ciudad y puso de manifiesto serias deficiencias en las políticas de conservación.
El Mercado del Pla, construido en 1978, era el único edificio representativo del estilo brutalista en Elche. Su demolición supuso la pérdida irreparable de un hito arquitectónico que formaba parte de la identidad y memoria colectiva de la ciudad. El brutalismo, caracterizado por sus formas geométricas y el uso expresivo del hormigón visto, tuvo escasa presencia en España, lo que hacía aún más valioso este mercado como testimonio de una corriente arquitectónica internacional.
Las razones esgrimidas para justificar el derribo fueron principalmente económicas y funcionales, priorizando intereses inmobiliarios sobre el valor patrimonial del edificio. Se argumentó la necesidad de “modernizar” la zona y construir nuevos equipamientos, ignorando por completo el potencial de rehabilitación y reutilización de la estructura existente. Esta visión cortoplacista revela una preocupante falta de cultura y sensibilidad hacia la arquitectura del siglo XX por parte de las autoridades.
El contraste entre el destino del Mercado del Sector V y el Mercado Central de Elche revela una paradójica relación entre la política local y el patrimonio arquitectónico moderno. Mientras el único ejemplar brutalista de la ciudad se desvanecía bajo la piqueta, el Mercado Central, de discutible valor arquitectónico, recibe una inyección millonaria para su conservación. El Mercado del Sector V, un audaz exponente del brutalismo en Elche, obra de nuestro maestro de la arquitectura valenciana, Antonio Serrano Brú, fue condenado al olvido. Su estructura de hormigón visto, que una vez desafió las convenciones estéticas de la ciudad, ahora yace en escombros.
Este edificio, que representaba una época de experimentación arquitectónica y visión futurista, fue sacrificado en el altar del progreso mal entendido. En contraste, el Mercado Central, una construcción de los años 50 con un diseño racionalista convencional, se prepara para una costosa renovación. Con una inversión de 10 millones de euros, el edificio será rehabilitado, manteniendo su estructura básica y añadiendo elementos modernos.
Esta decisión política parece más influenciada por la nostalgia y la familiaridad que por el valor arquitectónico real. La disparidad en el tratamiento de estos dos edificios pone de manifiesto la miopía de los líderes políticos en cuanto al patrimonio arquitectónico moderno. El Mercado del Sector V representaba una pieza única en el paisaje urbano de Elche. Su demolición no solo borró un capítulo importante de la historia arquitectónica de la ciudad, sino que también reveló una falta de apreciación por las formas más vanguardistas y desafiantes del diseño urbano. Por otro lado, la preservación del Mercado Central parece responder más a una lógica de continuidad y comodidad política que a una verdadera valoración arquitectónica y sugiere una falta de visión y ambición urbanística.
Esta dicotomía en el tratamiento del patrimonio arquitectónico moderno en Elche refleja una tendencia más amplia en la política local: la preferencia por lo familiar y tradicional sobre lo moderno y actual. Los políticos, en su afán por complacer a un electorado que, según ellos, mira con recelo los cambios drásticos en el paisaje urbano, tienden a favorecer proyectos que mantienen el statu quo visual de la ciudad. La falta de sensibilidad hacia el patrimonio arquitectónico moderno también puede atribuirse a una brecha generacional y cultural. Muchos políticos y ciudadanos no han sido educados para apreciar las formas más radicales y experimentales de la arquitectura del siglo XX.
La decisión de demoler edificios modernos a menudo se justifica con argumentos de eficiencia energética o funcionalidad. Sin embargo, estos argumentos ignoran el potencial de rehabilitación y adaptación que muchos edificios modernos poseen, así como su valor como testimonios históricos y culturales.
El caso de Elche es una llamada de atención sobre la necesidad de una mayor educación y sensibilización en torno al patrimonio arquitectónico moderno. Los políticos y los ciudadanos deben aprender a valorar no solo la arquitectura tradicional, sino también las expresiones más actuales del diseño urbano. Solo así se podrá garantizar una preservación equilibrada del patrimonio arquitectónico, que refleje la rica diversidad de estilos y épocas que conforman la identidad de una ciudad.
En este sentido, es encomiable la iniciativa “Arquieduca” que, desde la Vocalía de Elche del Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante, se está llevando a cabo para familiarizar a los más pequeños con los aspectos más relevantes de la arquitectura y el urbanismo de nuestra ciudad.
En última instancia, la conservación del patrimonio arquitectónico moderno no es solo una cuestión de estética o historia, sino de identidad urbana y cultural. Cada edificio demolido es una página arrancada del libro de la historia de la ciudad, una pérdida irreparable para las generaciones futuras. Es hora de que los políticos desarrollen una visión más amplia y valiente del patrimonio urbano, una que reconozca y celebre la diversidad arquitectónica en todas sus formas.
La evolución de los enfoques de conservación en Elche refleja una tendencia hacia una visión más integral del patrimonio edificado. Esta nueva perspectiva reconoce el valor de los edificios históricos no solo como monumentos aislados, sino como parte fundamental del tejido urbano y social de la ciudad. El contraste entre la conservación del Mercado Central y la pérdida del Mercado del Pla ha servido como una valiosa lección, impulsando políticas más proactivas y conscientes en la preservación del patrimonio arquitectónico de Elche.