Tras la ira y frustración de las decisiones arbitrales que tanto dañaron al Elche en Huesca, no cabe otra que transformarlo en furia en los entrenamientos de esta semana, pero con moderación, no sea que en el próximo partido, por un estornudo en el área te cobren penalti y expulsión…
Vas pensando si todas estas situaciones son adecuadas para según qué momento. Por ejemplo, me viene a la cabeza el momento en que el Levante se pone por delante en el Martínez Valero con 0-2 y ante esa defensa tan férrea y mucha gente veía complicado remontar y piensas: si ahora es capaz de darle la vuelta a este resultado, no hay nadie quien lo pare ya. Pero esas acciones dependían de ti, de cubrir las espaldas, de no errar en la salida de balón, y ahí estuvo atento el rival para no desperdiciar las ocasiones, errores humanos.
Y luego me viene el mismo pensamiento cuando de la manera más humana, por llamarlo de alguna manera, se equivoca el árbitro en las dos amarillas a Germán Valera ya que en ninguna de las dos acciones tiene intención de hacer daño al rival, una por ir al suelo y tocar el balón antes para después no golpear al rival intencionadamente, como muchas otras acciones se ven en la Liga española y ahí sí no hay escapatoria porque si no la ve el árbitro, por ser roja si te llama el VAR y acaban siendo expulsados. Igualmente la segunda es por ir protegiendo el balón con el habitual teatro del jugador oscense en busca de sus propios intereses, pero considero y parece que se va a valorar, muy acertadamente, desde el estamento arbitral para la próxima temporada (tarde ya para nuestros intereses actuales), de cambiar el protocolo para también llamar por las amarillas que no son, ya que en la actualidad si te sacan una amarilla, el VAR no llama al árbitro, pero el riesgo que conlleva al ser una segunda amarilla, es equivalente obviamente a una roja.
Pero aquí ya no depende de ti, depende de que un humano se equivoca y la reglamentación no permite que el VAR, a día de hoy, llame al colegiado para avisar por su error, con lo que ello implica, una segunda amarilla y dejar a un equipo que se lo juega todo, más de media hora con un jugador menos. Y ahí viene ese segundo pensamiento: situación más que difícil, equipo local que aprieta mucho en su feudo y si consigue superar ese marcador, al menos un empate con un jugador menos durante más de media hora, sería digno de elogio y hacer que todo dependa de ti las 2 últimas jornadas.
En el momento en que comparto esta nota, el Mirandés va ganando 0-1 al Córdoba desde el minuto 10 y no se trata de valorar si se merece subir directo, ya que ganando hoy dependería única y exclusivamente de ellos; pero también es correcto decir que vienen de ganar 3 partidos seguidos y si ganan los 3 siguientes, total mérito de subir a Primera si ganas los 6 últimos partidos de la competición. Y todo ello con gol de Hugo Rincón, su segundo gol de la temporada, carrilero proveniente del Ath. Bilbao, y con asistencia de su máximo goleador, el delantero argentino de 22 años, Panichelli, que él sólo lleva un gol menos que los 3 máximos goleadores del Elche. Con sus 20 goles, si no marca hoy, supera los 8 de Agustín, los 7 de Mourad y los 6 de Nico Fernández. También centran su capacidad goleadora en 2 jugadores, el mencionado Panichelli con 20 y Urko Izeta con 11 aún no siendo titular. Con esto voy, que qué tal estaría el Elche con un goleador con estas cifras. Quién sabe.
También es digno de mención que en el Mirandés sólo han marcado 10 jugadores de toda la plantilla, cuando en el Elche han sido hasta 18 jugadores los que han estrenado su casillero goleador, y con el segundo gol, golazo de Álvaro Núñez, esta vez con la zurda, ya veíamos todos la misma situación de Cádiz, pero el árbitro se encargó de estropear la fiesta, quitando que en los últimos minutos se intentó asegurar el empate con los cambios en el 85´ de Mario Gaspar y Álex Martín, que desde Granada no jugaba y hacía muchos partidos que no participaba ningún minuto. Acabó encarándole Joaquín Múñoz, reculando hasta bien dentro del área, superando esa barrera, ese límite del borde del área donde ya el defensa ha de pararse para evitar que siga progresando, que busque penalty o que chute de la manera que chutó tan acertada para su equipo, clavando el balón por toda la escuadra, mermando la ilusión de todos los ilicitanos, presentes y desde el otro lado del televisor, para dejar que las últimas dos semanas, toda la esperanza y la ayuda posible desde la distancia, le pueda llegar al equipo, y para que los planetas sigan en la mejor alineación posible para sus intereses.