No me resulta fácil analizar el partido de ayer, al menos hasta la expulsión de Nico Fernández. Hasta ese minuto 50’, el Elche perdía 0-2 y dar una explicación real y ajustada de lo que estaba ocurriendo, teniendo en cuenta juego y resultado, se me hace muy complicado.
¿Fue merecedor el Atlético de Madrid de un resultado tan abultado y contundente, según sus méritos contraídos en el juego? Alguien puede decir que sí, pues el Elche apenas le generó (el conjunto colchonero defendió francamente bien) y ellos en sus 2-3 aproximaciones metieron 2 goles (máximo acierto). Muchos dirán que no, ya que el control del balón, la posesión era por parte ilicitana y los dos goles que meten los madrileños no fueron ni ocasiones de gol (posibles errores de la defensa, máxima eficacia del rival o/y suerte… También se puede alegar que pasó eso por ser de diferentes categorías y en esos detalles es donde se ve la calidad de los futbolistas), todas y cada una de estas explicaciones valdría, pero ¿reflejaría la realidad de lo sucedido? ¡No lo sé, no lo sabe nadie!
Me he centrado en lo dicho hasta ahora y en lo que posteriormente diré, hasta el 0-2 y la expulsión porque está claro que a partir de aquí ya no hubo partido.
Que el Atlético de Madrid tenía que pasar, eso lo sabemos todos, bien por lo civil o por lo criminal, pero creo que el árbitro no estuvo acertado. Pitó bastante a favor de los rojiblancos, pero esto no exime comportamientos de algunos futbolistas.
Me gustaría destacar la capacidad del Atlético de Madrid de siendo un equipo grande jugar y adoptar roles, conductas de un equipo pequeño. Dice mucho de los futbolistas y de su entrenador. Esa capacidad de humildad y hasta de sumisión, de acatar los roles que le propone su entrenador.
Como me gusta ser realista-optimista siempre hay que mirar el lado positivo de la vida. Ayer el Elche C.F. recibió una lección, lección que le vendrá genial para seguir avanzando en su lucha por ascender a Primera División.
¡Y recordad, ésto es solo fútbol!