OPINIÓN

El valor y el precio de la democracia

13 de junio de 2024 - 10:44
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Estos días me venía a la memoria las palabras del ya desgraciadamente desaparecido, Alfredo Pérez Rubalcaba, que cuando hablaba de educación siempre decía “si crees que la educación es cara, prueba con la ignorancia”. La frase no era de su cosecha, aunque tenía un arte infinito para hacer frases redondas, era del presidente de Harvard, Derck Bok.

Mi buen amigo y maestro José Andrés Torres Mora escribió un artículo para el Diario el Sur con el título “Lo que le dije al taxista”. En el relata una conversación airada sobre lo que costaba el sueldo de los diputados y que eso era un derroche. Tirando de pedagogía, muy propia en José Andrés, le explicaba que nuestro parlamento es de los que menos cuestan, en concepto de euros contantes y sonantes, de todas las democracias europeas.

Es curioso, como vemos con malos ojos que el presupuesto del Congreso y Senado se eleve hasta los 652 millones de euros y sin embargo vemos como una anécdota graciosa que el presupuesto del Real Madrid (por ejemplo) se eleve hasta los 939,5 millones de euros o que se vaya a pagar cientos de millones de euros por el fichaje de un jugador. Curioso que aplaudamos que un equipo de futbol fiche a los mejores al precio que sea y que al mismo tiempo pensemos que los representantes públicos son unos privilegiados a los que hay que denostar a pesar que estén defendiendo nuestros derechos.

Me resulta triste que creamos que la democracia se hace gratis, que es cosa de voluntaristas (que lo es) y que no se reconozca el compromiso que una persona hace por su trabajo al frente de la defensa de los derechos de todos. Como persona de izquierdas defiendo los derechos de los trabajadores y las trabajadoras. Aquellos que desempeñan un trabajo público deben recibir su remuneración, al igual que no entiendo que un representante público decida no cobrar o estar a tiempo parcial. La responsabilidad se ejerce desde el primer minuto que eres elegido hasta el último minuto que cesas tu actividad pública.

Ahora bien, al igual que defiendo que ejercer una actividad pública ha de ser remunerada justamente, no entiendo que el privilegio de representar a tu distrito, barrio o pedanía sea gracias a la mano de un “dios” a tiempo parcial. Ojo, mérito e igualdad de oportunidades son las dos caras de la misma moneda.

Decía Antonio Machado que todo necio confunde precio con valor. La democracia tiene valor y tiene precio.