Nos encontramos a mediados de año del 2024, inmersos en los preparativos para nuestras festes d’agost, que ya sabemos que serán del 7 al 15 de agosto.
Con todo el respeto a los Moros y Cristianos, a los cuales pertenecí durante más de veinte años, a los Pobladores y a las distintas Comisiones de Fiestas creo que el momento culmen de nuestras celebraciones se da durante los días 13,14 y 15 de agosto. En torno a ellos gira el Misterio de Elche, que narra los últimos días de María, la madre de Jesús de Nazaret. Recrea la Dormición, Asunción y Coronación de la Virgen María. Se divide en dos actos, La Vespra y La Festa. Como ya dijimos en artículos anteriores, la Alborada o Nit de L’Albà no es más que una ofrenda a la verdadera y única protagonista de nuestras fiestas estivales, nuestra Patrona y Alcaldesa Perpetua y Honoraria (proclamada en Pleno Municipal del año 1958). Me valgo de este medio para solicitar a las autoridades competentes que el título de Reina de las Fiestas sea otorgado a “la que vino por el mar” mientras que a nuestras bellezas ilicitanas podríamos asignarles otro nombre como Damas de Honor o Reinas Consortes.
Pero hoy nos disponíamos a hablar del Misteri, de nuestro Misterio, y es a él a quien vamos a dedicarle los siguientes párrafos. Hace cien años el alicantino Oscar Esplá Triay (1886-1976) vino a Elche en plena dictadura primorriverista. El motivo de tan ilustre visita era llevar a cabo la Restauración de La Festa, cuando el musicólogo y compositor aceptó el trabajo, el Misteri d’Elx había decaído de tal forma que era urgente esa intervención. Se pretendía con ello buscar una coherencia interpretativa-musical de principio a fin. El alicantino se planteó cuatro cuestiones básicas ( datación de la obra, denominación de la misma, catalogación musical y la propia música o partituras en cuestión).
Defendía dos grandes ejes en esta posible Restauración, aquellas melodías que se cantaban y que se habían conservado por tradición y que diferían de las escritas en los Consuetas, que tenían un carácter popular. A nuestro protagonista de hoy “se le encomendó encauzarlo hacia la corrección, es decir, detener y rectificar el transcurso de la transferencia verbal” (J. M Esteve).
El tema en cuestión fue tratado en la prensa del momento y músicos a la altura de Felipe Pedrell, Conrado del Campo y un sinfín de historiadores y eruditos como Pedro Ibarra y Figueras Pacheco, amenizaban sus tertulias en los cafés y exponían sus argumentos con sus pros y sus contras.
El otro día asistí a una charla que Joan Castaño, archivero, historiador y gran amante de todo lo que envuelve a Elche y a su Misteri, dio en la Casa de la Festa a cantores de la Capella. Comentó que lo que verdaderamente ha trascendido de toda aquella Restauración ha sido la reincorporación de la Judiada, el que canten más laicos que religiosos, que el Mestre de Capella salga al cadafal sin chaqué, que los cantores salgan sin las partituras, que todo el momento de la Coronación sea sin estar arrodillados y que se pusieran en marcha los Ensayos Generales ( 13 de agosto) ya que los de los días 11 y 12 se añadieron en los años sesenta del siglo pasado.
Muchas plumas y más preclaras me han precedido a la hora de hablar o escribir sobre el Misteri ( Eugenio D’Ors, José María Pemán, Juan Orts, Vives Remiro…), el Misterio está más vivo que nunca, es Patrimonio de la Humanidad, ha sido presenciado por reyes, ministros, altas personalidades de la cultura, se le ha cantado a Benedicto XVI en Roma, ha recibido premios y condecoraciones, se ha llevado a París , Santiago de Compostela, Mallorca y un largo etcétera. Pero puestos a reivindicar creo que falta mucha mayor difusión, necesitamos de mecenas, de personajes ilustres que vengan a visitarnos y luego escriban artículos de trascendencia en el ABC, El País o La Razón. Tenemos que estar en boca de grandes personalidades del mundo de la escena, la interpretación, el canto, la religiosidad y la cultura. Se debe hablar más de La Festa en las aulas, debemos llevar sus conciertos a las diferentes barriadas y pedanías de la población. Es preciso dar a conocer lo que hacemos a los nuestros, los ilicitanos. Que se empapen de esta joya sacro-lírica, que sepan que el cantor no es profesional del Bel Canto y que gracias a sus antepasados, se pudo conservar en el tiempo para el deleite de los presentes. Por encima de un patrimonio inmaterial e intangible, es la voz de un pueblo, nunca lo olvidemos.