Dentro de un mes estaremos inmersos en una de las fiestas más tradicionales, emotivas y bonitas que tenemos los ilicitanos y el resto de la cristiandad. Habrá llegado la Navidad, sin apenas darnos cuenta, ya que hace nada estábamos en la orilla del mar y disfrutando de nuestras fiestas patronales.
La costumbre de representar el nacimiento de Jesús de Nazaret con figuras procede del medievo. Parece ser que el primer Belén se lo debemos a San Francisco de Asis, en 1223 celebró la misa de Noche Buena en una cueva en Italia. Quienes introdujeron tan maravillosa tradición en nuestra amada patria fueron Carlos III y su esposa María Amalia de Sajonia. Al ascender al trono mandaron instalar en el Palacio del Buen Retiro el Nacimiento napolitano que se exhibe en el Palacio Real.
Este rey, antes de convertirse en monarca de España, fue rey de Nápoles y Sicilia, y allí mismo, su mujer tomó la tradición napolitana para exportarla a España. El Nacimiento se suele montar antes de la Navidad, concretamente el 8 de diciembre, coincidiendo con la fiesta de la Patrona de España. Y está montado hasta el 2 de febrero, fecha de la presentación de Jesús en el templo y fiesta católica de la Candelaria.
Hay gente que dice que la Navidad es para los pequeños de la casa, para los compradores compulsivos o para los que creen en ella. Muchos la ven muy triste porque les trae recuerdos de sus familiares o amigos que ya no están. En definitiva, creo que hay muchas formas de vivirla, es una buena época para los reencuentros, para las reconciliaciones o para tener un momento de pausa y valorar las cosas importantes de la vida. Algunos quieren llamarla fiestas de invierno para desacralizar esta festividad tan importante para la Iglesia Católica. Puedes creer más o menos, tener un respeto mayor o menor por una de nuestras tradiciones más emblemáticas, incluso puedes ignorarlas. Pero al menos para mí, están ahí, las veo más vivas que nunca y estoy super ilusionado de poder vivirlas. Está claro que son días de excesos por las distintas comidas o quedadas con tus seres queridos, parece ser que el mensaje de la Navidad no llega a todas las casas por igual, pero debemos tener claro qué se celebra. Y no es ni más ni menos que el nacimiento de un Niño que se hizo Hombre para salvar a la humanidad. Con su muerte y resurrección nos dio un mensaje para todo aquel que quiso escucharle, un mensaje de amor, perdón, caridad y de mucha solidaridad entre los hombres. Si Dios es amor y nosotros nos sentimos hijos de Dios, debemos llevar ese mensaje a todas partes. Un verdadero cristiano debería perdonar, buscar lazos de unión, tender a la reconciliación y transmitir esa fe basada en la caridad y el amor al prójimo.
El próximo 22 de diciembre la Escolanía, El Coro Juvenil y la Capilla del Misterio de Elche, ofrecerán en la basílica de Santa María, su tradicional Concierto de Navidad, anunciando la Buena Nueva; el Mesías, Jesús, vendrá al mundo en un humilde pesebre, sólo y rodeado de su padre, su madre y unas mulas.
La Navidad en Elche me retrotrae a los felices años 80, recuerdo mucho los momentos previos a la cena de Noche Buena. Íbamos con la familia a nuestra querida Glorieta, allí nuestros mayores nos compraban zambombas, panderetas y matasuegras. Veíamos el Belén que tan sutilmente había construido la Asociación de Belenistas de Elche, fundada en 1987. Siempre añoramos lo que hemos vivido y disfrutado de pequeños, y por eso, creo que mucha gente de mi generación echará en falta la antigua Glorieta con su maravillosa fuente y la forma en la que colocaban el Nacimiento ( 360º). Después vendría la cena en familia con su tradicional cabrito. Mis padres, mis tíos, mis primos y mi abuela Asunción, recreo como los más pequeños cantábamos, gritábamos, era una noche mágica y éramos desconocedores del motivo. Recuerdo el bendecir la mesa con mucha solemnidad, la mesa se vestía con sus mejores galas, con las vajillas del siglo XIX y la famosa cubertería de alpaca. Y eso sí, no se podía empezar a cenar hasta que S. M el Rey Juan Carlos I acababa su mensaje navideño, dado en aquel entonces únicamente por RTVE.
Sin apenas darnos cuenta estábamos en la calle, dirección a los Salesianos de San Rafael, allí nos reunimos con más gente para celebrar la Noche Santa, la tradicional Misa del Gallo. Era la celebración, sin lugar a dudas, más bonita del año. Cánticos de alegría para recibir al que iba a nacer de la forma más humilde que uno se podía imaginar… después de cantar El Tamborilero, nos disponíamos a besar la imagen del Niño Jesús, concretamente “els genollets”,luego nos agasajaban con dulces y algo de sidra. Finalizada la Misa volvíamos en masa a la Glorieta, allí nos juntábamos con más familiares y amigos para cantarle al Niño Dios, villancicos por aquí y villancicos por allá…la apoteosis de esa noche se manifestaba en los rostros de la gente más mayor y los niños cantábamos desafinando una canción sí y otra también.
Y para terminar, quiero hacer mención al día 25 de diciembre, el día de las Estrenas. En esa Navidad, amanecíamos con un buen tazón de chocolate hecho por mi madre, nos vestíamos con la ropa recién comprada de Bambino, había que estrenar como si fuera un Diumenge de Rams, y nos peinaban con medio bote de Nenuco o de Chispas. Todos los nietos(al principio éramos siete y ya somos doce) cuando llegábamos a casa de la abuela, ubicada en aquel entonces en José Ramos, nos colocábamos en fila, del más pequeño al más mayor, para recibir el famoso Aguinaldo. Íbamos pasando por padres, tíos y la abuela; todos sentados en sus cómodos sillones. Teníamos que darles un beso, felicitarles la Navidad y besar al Niño Jesús que tiene la familia en casa. Y nos daban unos billetes que podían ser verdes (1000 pesetas), rojos (2000 pesetas), marrones (5000 pesetas) o incluso azules (10000 pesetas). Los guardábamos concienzudamente en unos monederos que nos dejaban, luego vinieron los sobres. Era otro día de alegría, mi tío Paco lanzaba monedas al aire para ver quién era el más rápido cazándolas al vuelo o el más avispado en recogerlas del suelo. Y nos decían: “ahorrar algo, darles una parte a los pobres, no os lo gastéis todo en el Dum Dum o en el kiosco de Paquita”.
Y así seguimos manteniendo esta bonita tradición entre los nuestros, siempre con alegría y con mucha ilusión por juntarnos y vernos todos. Como decía al principio y por si ya no vuelve a haber un artículo navideño hasta el año que viene, quiero desearle a todos mis lectores una Feliz Navidad y un Próspero 2025, y que ojalá el Niño Dios nos ayude a ser mejores personas y más comprometidas con la sociedad. Y que entre tanto ágape y celebración, nos acordemos de las personas más vulnerables y excluidas de la sociedad, que viven en una soledad absoluta, acerquémonos a ellos y pongámosles en valor y démosles un tratamiento digno. Acuérdate, Señor, de todos ellos y de los que han sufrido tantas pérdidas ante las últimas riadas que han asolado la región de Valencia.