OPINIÓN

La huella Serrano

13 de mayo de 2024 - 01:36
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La actualidad social hace inevitable que hoy dedique este artículo a dos figuras inconmensurables del último siglo, no sólo de la arquitectura sino también de la cultura de Elche.

La inauguración de la Exposición sobre la obra arquitectónica de Antonio Serrano Brú y, de refilón, también la de su padre Antonio Serrano Peral es un justísimo reconocimiento de una ciudad que es testigo de su legado arquitectónico con visiones y estilos distintivos pero con un claro hilo conductor y que han dejado una huella imborrable en su tejido urbano.

Serrano Peral (1907-1968), arquitecto municipal de Elche y diocesano del Obispado de Orihuela, defensor férreo del Palmeral, entendió la importancia de preservar la historia y la cultura de Elche, integrando su arquitectura en la narrativa viva de la ciudad.

Su vasta y sólida formación académica como perito electricista, aparejador y arquitecto le permitió abarcar con solvencia todo tipo de proyectos, estudiados en numerosas publicaciones y artículos.

La restauración de la Basílica de Santa María, también de actualidad estos días por la vergonzante dejadez de Ayuntamiento, Conselleria y Obispado (llegan muy tarde el Plan Director y el Proyecto de la Fase I de Restauración del templo) fue su Opera Magna y un alarde de meticulosidad y precisión técnica puesta al servicio de nuestra historia y tradición.

La Fábrica de Harinas de Andrés Serrano, su Opera Prima proyectada nada menos que con 25 años, es otro hito urbano que muestra cómo la arquitectura puede armonizar la funcionalidad industrial con la estética clásica y la tradición local.

Los barrios de San Antón, Sagrada Familia y Porfirio Pascual entre otros, ponen de manifiesto el compromiso social de su arquitectura, ejecutados con presupuestos mínimos pero con gran calidad urbana.

Serrano Bru (1940), por su parte es el referente en la arquitectura contemporánea de Elche. Heredero de una filosofía de trabajo ejemplar vivida desde pequeño, se encuentra repentinamente a sus 28 años con un despacho y decenas de proyectos por dirigir. La necesidad hace maestros, y en este caso todo un Mestre Valenciá d’Arquitectura.

Su formación en la escuela de arquitectura de Madrid le otorga las herramientas para enfrentarse, junto a un equipo profesional muy bien coordinado, a todo tipo de proyectos también estudiados en numerosas publicaciones, artículos incluso tesis doctorales.

Sus eternos colaboradores, los aparejadores Francisco Rodríguez y Antonio Alonso son parte indisoluble de ese equipo y merecedores también de reconocimiento.

Proyectos magistrales como los colegios Baix Vinalopó, El Palmeral y Candalix, Pisos Azules, Pisos Grises, el Barrio de Los Palmerales, edificio de viviendas y Colegio de Abogados, ambos integrados en el entorno de Santa María, el Mercado del Plá, los bellísimos vallados de muchas viviendas unifamiliares, intervenciones sobre el Patrimonio histórico como el Palacio de Altamira, los Baños Árabes, Clarisas, en la Glorieta proyecta Galerías Helike y Glorieta 4 (mi favorito con su patio de luces circular y su fachada “a la Rinascente de Franco Albini) ponen la arquitectura al servicio de la ciudad, siempre la ciudad y el entorno como fuerza motriz de sus proyectos.

Arquitecto conservador de Santa María durante muchos años y presidente del Patronato del Misteri d’Elx de 1.988 a 1.998 demuestra su compromiso personal y profesional con la conservación de las tradiciones de Elche a través de su arquitectura y su servicio público.

Como decía ayer durante la cena del Colegio de Arquitectos mi entrañable colega José Manuel Sánchez, si las obras de Serrano Peral y Serrano Brú desaparecieran de golpe nos quedaríamos sin ciudad.