OPINIÓN

La sequía política

27 de julio de 2024 - 07:55
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En nuestras comarcas agrarias, a lo largo de las últimas décadas se ha aprendido a una fundamental resiliencia ante la escasez o falta de recursos para el riego de los cultivos.

En la segunda parte del siglo pasado teníamos una verdadera adoración de los sistemas de riego de oriente próximo en los que un país destacaba por haber transformado un desierto en una próspera zona de cultivo.

En el presente siglo es indiscutible que los que somos ejemplo para otras muchas economías agrarias a nivel global, son los agricultores españoles, son los agricultores ilicitanos.

Hemos aprendido a utilizar la menor cantidad de agua de riego posible para sacar adelante los cultivos, no se desecha ninguna de las posibles aportaciones, porque entre todas ellas se forma una reserva que se administra de manera minuciosa.

Las aguas de la propia cuenca de Segura, las aguas del trasvase Tajo Segura, las aguas residuales recuperadas, las aguas de las desaladoras y los pozos estratégicos para épocas de sequía como la que estamos sufriendo.

Afrontamos una situación de severa gravedad que tenemos la esperanza de que en los próximos meses se pueda revertir en parte, pero que antes de finalizar el año hidrológico se puedan recuperar las reservas en los pantanos de nuestra cuenca hidrológica. Ya que si miramos la cuenca del Tajo, observamos perplejos como va aumentando sus niveles en sus embalses muy por encima de aquellos niveles de preocupación definidos en las normas de explotación.

Conviene decir aquí que todas las reclamaciones judiciales promovidas por Castilla La Mancha en contra de los desembalses para nuestras tierras, las han perdido y han sido condenados a pagar las costas (claro que a ellos poco les preocupa, porque se pagan de los impuestos manchegos y al parecer le dan más rédito político pese a perderlas en su totalidad).

Los agricultores de nuestra comarca han sabido hacer de la necesidad virtud y han alcanzado un nivel de optimización del riego superior a los de otros muchos sistemas de regadíos.

Azotados como estamos por las pertinaces sequías, hemos conseguido sacar adelante nuestros cultivos con la ayuda de los investigadores de las universidades Miguel Hernandez, Alicante y Politécnica de Valencia, respecto de las necesidades de los diferentes cultivos, respecto del riego deficitario de los cultivos o la sustitución por cultivos menos exigentes o estrategias de cultivo aplicadas a la optimización del riego. Son muchas las líneas de investigación y creo que se deberían potenciar las investigaciones centradas en el buen hacer de Instituto Valenciano de Investigación Agraria, (IVIA) dependiente de la Generalitat Valenciana de tal manera que se puedan beneficiar de las sinergias que suponen las diferentes líneas de investigación.

Si todos los investigadores sobre el riego y los cultivos se coordinan en un centro como el Instituto Valenciano, cabe la probable seguridad de que todos obtengamos beneficios de esas investigaciones ya que junto al propio IVIA hay una red de centros de Experimentación Agraria que ponen “pié en bancal”, todos los resultados de aquellas investigaciones, definiendo prioridades y mostrando a los agricultores los resultados de aquellas experiencias.

Llegados a éste punto me gustaría matizar que hay diferentes sequías que debamos contemplar y son la sequía hidrológica, que es la falta pertinaz de lluvias durante plazos muy largos que afecta gravemente a la economía de las comarcas afectadas.

La sequía hidráulica que sería la inexistencia de los medios para aprovechar los recursos naturales, bien sea embalses, red de distribución o sencillamente falta de una cultura del riego, seguramente porque en su historia nunca se ha necesitado acopiar, ahorrar agua, reutilizar agua, etcétera, porque sus caudales nunca se vieron afectados…solo que ahora, el cambio climático pone en jaque las agriculturas que antaño fueron ricas por sus regadíos y hoy ven peligrar sus cultivos, casi sin tiempo para poder acopiar y administrar lo que siempre tuvieron de sobra.

La sequía ambiental, que causada por la falta de lluvias provoca una extraordinaria aridez de zonas extensas abocadas al abandono y que influyen de manera drástica en zonas aledañas que se ven en la necesidad de utilizar más riegos para salvar sus cultivos y sus vidas.

La sequía política que podemos definir como la falta grave de propuestas políticas viables y que permitan a nuestros agricultores salir adelante recibiendo las urgentes ayudas por la falta muy drástica de rendimientos de los cultivos, afectados por la falta de riego, por el clima árido o por la falta de precio en las cosechas.

En la sequía política habría que incluir, sin lugar a dudas la de aquellas administraciones que faltos de propuestas viables solo hacen que reclamar judicialmente lo que el buena ley corresponde a los agricultores, perdiendo reclamación tras reclamación, con el solo interés de tener motivos para comparecer públicamente a decir que bien lo hacen, solo por reclamar, aún a sabiendas que van a perder dichas reclamaciones judiciales.

Los agricultores ilicitanos, dentro de la natural preocupación han protagonizado desde hace décadas un abandono de parte de sus tierras de regadío a cambio de sacar adelante el tercio que si cultivan y tratar de optimizar el riego para que puedan cubrir sin mayor daño el año hidrológico.

Todos sabemos que la agricultura tal y como la entendemos ahora tiene un tiempo marcado para poder aplicar los cambios necesarios o dejar de cultivarse.

No hay personas jóvenes que quieran dedicarse a la agricultura y sin embargo, de aquí al 2030 aumentará necesariamente la producción agraria más de un tercio y antes del 2050, se duplicará la producción agraria solo para atender la demanda de alimentos de una población mundial aumentada.

Se necesitarán agricultores o maquinas capaces de cultivar.

Hoy tenemos ya implantada en muchos ejemplos de explotaciones agrarias la agricultura de precisión, que le aporta a las plantas, árboles principalmente el agua justa que necesita, cuando el árbol la demanda y para ello se utilizan sensores que aportan información que un ser humanos se ve incapaz de tomar en consideración y sin embargo la Inteligencia Artificial aplicada le da a cada árbol o a cada planta el agua que necesita cuando la puede absorber y el tratamiento de las plagas cuando solo son una mancha en una de las hojas, con aplicaciones por drones en ese árbol o en esa planta en concreto y en esa rama exclusivamente.

Tendremos que olvidarnos de los tratamientos generalizados para luchar contra las plagas con lo cual el ahorro en medios y mano de obra redundará en beneficios para el agricultor y para el medio ambiente.

Ese es el futuro que nos espera a la vuelta de la esquina y para ello serán precisos agricultores profesionales, apasionados por su trabajo y por sus tierras y dotados con el máximo de cualificaciones técnicas ya investigadas en la actualidad.

Si vamos a consumir solo el agua necesaria lo que implicaría una disponibilidad asegurada de los volúmenes necesarios y si ahorramos en tratamientos y aportaciones químicas tanto o más que en mano de obra, porque ya hay máquinas recolectoras que saben cuando una fruta está en su punto de madurez y la recoge con sumo cuidado. No se bien si para las cerezas servirá, para las picotas seguro que sí.

El resto de frutas y cítricos permiten su recolección mecanizada sin ninguna duda, solo hay que formar de manera asertiva a los agricultores apasionados para que la maquinaria sea compartida evitando así la ingente inversión que en los años ochenta y noventa del siglo pasado se realizó en maquinaria agrícola que pasaba y pasa más de dos tercios del año en los cobertizos. Sencillamente porque se pudo comprar, pero jamás se han amortizado aquellas inversiones.

Ahora estamos en otro tiempo nuevo, con exigencias de calidad y ambientales nuevas, con mercados emergentes nuevos y sobre todo con la calificación de excelentes de nuestras frutas y nuestras hortalizas en todos los mercados a los que acudimos. Si no somos capaces de aprovechar esa bonanza a nuestro favor, porque somos incapaces de coordinarnos o de aprovechar estructuras en común, mal afrontamos nuestro futuro.

En cuanto al riego en el Campo de Elche está casi garantizado hasta final del año hidrológico, pero hay que tener en cuenta que los agricultores ilicitanos no riegan todas sus tierras, no cultivan todas sus tierras de regadío. Sencillamente han aprendido a ajustar sus tahullas regables cada campaña a la disponibilidad de mayor o menor volumen de agua para riego.

Que hay muchas administraciones locales, provinciales, autonómicas, nacionales y europea que se preocupan por el cambio en el clima y la menor disponibilidad de agua de riego y ponen más pasión que medios para afrontar ese déficit.

Tratemos nosotros de no perder la ilusión y fomentar la pasión por nuestras tierras.