OPINIÓN

No fue el siglo de oro, de oro por nada

17 de noviembre de 2024 - 23:57
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Alguien me pregunto un día
¿Qué es un pedo?
y yo le conteste muy quedo:
el pedo es un pedo,
con cuerpo de aire y corazón de viento
el pedo es como un alma en pena
que a veces sopla, que a veces truena
es como el agua que se desliza
con mucha fuerza, con mucha prisa.

El pedo es como la nube que va volando
y por donde pasa va fumigando,
el pedo es vida, el pedo es muerte
y tiene algo que nos divierte;
el pedo gime, el pedo llora
el pedo es aire, el pedo es ruido
y a veces sale por un descuido
el pedo es fuerte, es imponente
pues se los tira toda la gente.

En este mundo un pedo es vida
porque hasta el Papa bien se lo tira
hay pedos cultos e ignorantes
los hay adultos, también infantes,
hay pedos gordos, hay pedos flacos,
según el diámetro de los tacos
hay pedos tristes, los hay risueños
según el gusto que tiene el dueño

Si un día algún pedo toca tu puerta
no se la cierres, déjala abierta
deja que sople, deja que gire
a ver si hay alguien que lo respire.

También los pedos son educados
pues se los tiran los licenciados,
el pedo tiene algo monstruoso
pues si lo aguantas te lleva al pozo
este poema se ha terminado
con tanto pedo que me he tirado.

 

Francisco de Quevedo.

 

Creo que no hay mejor carta de presentación de la que fue tal vez una de las mentes más rápidas y agiles de entre los españoles de todos los tiempos hasta hoy, que leer como este, cualquiera de sus muchísimos trabajos. Y una vez diseccionado el primero, nada como adentrarse en el libro “gracias y desgracias del ojo del culo”, donde su sátira y su talento parecen cosa de otro mundo.

No me hagan caso, o si, eso ya es cosa suya, pero créanme, porque esto va muy en serio. Leer a D. Francisco de Quevedo es y siempre lo será, hasta para los riquísimos, un lujo.