OPINIÓN

Política en serio

09 de noviembre de 2025 - 00:56
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Decía el poeta y dramaturgo francés Jean Cocteau que “no se debe confundir la verdad con la opinión de la mayoría”. Las decisiones políticas no deberían tomarse nunca en pro del aplauso inmediato, sino en favor de la búsqueda incansable de la verdad y del bien común. En ocasiones, gobernar implica sostener convicciones, aunque la opinión popular vaya en sentido contrario.

Hasta hace unos días, estaba seguro de que el alcalde pensaba igual que yo en esto. Así lo demostró con medidas que han sido muy polémicas pero acertadas, como el cierre del parque Jaume I durante las Fiestas de Agosto o la negativa a acoger menores extranjeros no acompañados. Pero esta vez ha dejado que la tiranía de la mayoría le someta.

Durante la última semana he asistido atónito a la decisión del gobierno municipal de retractarse del anuncio que días atrás se realizaba en torno a la próxima inauguración del pabellón inclusivo del barrio de L’Aljub: bautizarlo con el nombre de Reina Sofía. Como la pólvora en una noche de 13 de agosto, han corrido opiniones contrarias a dicho nombre por las redes sociales, en ocasiones acompañadas de propuestas alternativas.

Vaya por delante que un servidor estaría encantado con que precisamente un pabellón inclusivo lleve el nombre de Sara Marín, gimnasta ilicitana con Síndrome de Down. Sus 17 campeonatos de España, su campeonato del mundo en 2018 y sus 5 oros en los Trisome Games en 2016 le avalan. Tampoco me disgustaría que se limite a llevar el nombre del barrio como sucede con instalaciones similares, como Carrús o El Toscar. Pero ¿es realmente, como ha manifestado el alcalde, “un error” darle el nombre de la reina emérita a un pabellón inclusivo? Repasemos.

En 1977 se crea la Fundación Reina Sofía, la cual ha contado con el apoyo de la monarca y ha impulsado proyectos de atención a personas con discapacidad, en colaboración con la ONCE, Down España o la Asociación de Padres de Personas con Autismo. De hecho, en 2007, la propia Doña Sofía inaugura el Centro de Alzheimer de la Fundación, hoy referente europeo en atención e investigación sobre enfermedades neurodegenerativas. Es más, su última y reciente visita a Elche tuvo como motivo el Congreso Internacional sobre Enfermedades Neurodegenerativas celebrado en el Gran Teatro.

Si nos centramos en lo exclusivamente deportivo, en relación con la inclusión, la Reina Sofía fue, en los Juegos Paralímpicos de Barcelona de 1992, una de las principales figuras institucionales en lo que a la visibilidad de estos deportistas se refiere, máxime en una época en la que no recibían, ni de lejos, el apoyo actual. Asimismo, ha presidido numerosos actos del Comité Paralímpico Español. En definitiva, si hay una persona en España que ha apoyado de forma incansable el deporte inclusivo, esa es Doña Sofía.

Los nombres de los espacios públicos no solo han de homenajear a personas, sino que también deben reflejar unos valores. Si hablamos de un pabellón inclusivo, aquellos valores tienen que ver con la capacidad de simbolizar la empatía, la superación y la convivencia. Todo eso encarna la trayectoria de la Reina Sofía.

Seguramente todo esto lo sabe Pablo Ruz, hombre formado como pocos en esta ciudad. No eligió el nombre al azar. Pero, dejándose llevar por el ruido de las redes sociales, ha anulado una decisión acertada. Ha preferido escuchar a la masa, como Poncio Pilatos eligiendo a Barrabás en lugar de a Jesús porque así lo pidió la mayoría.

En estos tiempos en los que un zasca vale más que una idea y el relato se impone sobre los datos, conviene volver al camino de la búsqueda incansable de la verdad. Conviene volver a la senda del intento de alcanzar el bien común.

Conviene tomarse la política en serio.

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