Esta semana, los vecinos del barrio de San Antón en Elche han vivido uno de los peores temores que pueden enfrentar: el incendio en unas viviendas en ruinas que, afortunadamente, no dejó víctimas ni heridos gracias a la rápida actuación de los bomberos y la policía. Tuve la oportunidad de desplazarme hasta la zona, alertado por la noticia, y presenciar de primera mano el impresionante despliegue de los cuerpos de emergencia. La rápida intervención evitó que la situación se convirtiera en una tragedia mayor, y por ello merecen todo nuestro reconocimiento.
Además, el propio alcalde se desplazó rápidamente hasta el lugar, conversó con los afectados y expresó públicamente su compromiso con los vecinos y con el plan de renovación del barrio. Sus palabras fueron un alivio para muchos, que llevan años esperando una solución definitiva. Sin embargo, no basta con promesas bienintencionadas o declaraciones de apoyo. Es hora de que la Comunidad Valenciana, de la mano del presidente Carlos Mazón, tome medidas concretas para devolver la dignidad a este barrio olvidado.
El gran problema de San Antón no es nuevo, ¿Cómo es posible que, en todo este tiempo, nadie haya sido capaz de mover un dedo para firmar un convenio de financiación que permita la reconstrucción de las viviendas? Resulta incomprensible que los ciudadanos de Elche, una ciudad de tanta relevancia en la Comunidad Valenciana, no reciban el apoyo que merecen.
Confío en que el alcalde, Pablo Ruz, sea capaz de convencer a Carlos Mazón de que firme ese convenio tan necesario. Espero que no haga la gestión más abajo o no conseguirá nada. No puede quedar en manos del “político de turno” decidir si los vecinos de Elche del emblemático barrio de San Antón deben seguir viviendo en condiciones tercermundistas o no. El acuerdo para la renovación del barrio debe incluirse en los próximos presupuestos autonómicos, y debe firmarse cuanto antes. Los vecinos no pueden estar con esta agonía y temor.
Lo que me da esperanza es el surgimiento de una asociación de vecinos fuerte y comprometida, que ha movilizado a un gran número de personas y cuenta con una junta directiva joven, trabajadora y decidida a luchar por el bienestar de su barrio. San Antón, como bien dice su lema, “quiere vivir”, y vivir con dignidad. No podemos consentir que, en pleno siglo XXI, haya ciudadanos que deban convivir con la incertidumbre de si sus viviendas se vendrán abajo de un día para otro.
Elche no puede esperar más. San Antón no puede esperar más. Y Pablo Ruz tampoco puede permitirse el lujo de esperar. La solución tiene que llegar, y debe llegar ya.