No hacemos otra cosa que mirar al cielo, y permanentemente a las aplicaciones del teléfono móvil que nos avisan del tiempo, del meteorológico, que hará en los próximos días, semanas, meses o campañas, que para eso precisamente servían las cabañuelas.
Y sin embargo lamentamos y aborrecemos de todas las tragedias personales y materiales que causan las lluvias concentradas en el tiempo y el espacio generando ingentes avalanchas que provocan las noticias por espectacular de ver los contenedores, vehículos y construcciones arrastradas por la fuerza imparable del agua.
Hace décadas nos venía a la mente pensar que esas obras estaban en cauces naturales no respetados y que al final el agua busca su camino natural y lo reclama con firmeza, incluso con crueldad en muchas ocasiones.
Pero ahora ya no nos vales esas excusas torpes. Ahora las aguas desbordadas buscan cualquier camino que puedan encontrar a su paso y lluvias de alrededor de los cien litros por metro cuadrado en poco tiempo generan por su propia “bravía” extraños caminos causando muchos daños, incluso muertes a su paso.
Y poco tiempo después solo queda el rastro de lodo y pérdidas lamentables.
No, eso no lo queremos los agricultores. Nosotros suplicamos por las lluvias mansas, abundantes y que lleguen a calar en las tierras sedientas después de varios meses sin caer ni una gota.
Hace unas semanas la noticia era la perdida irreparable de las cosechas de secano y las de muchos regadíos también por la falta de caudales con los que poder salvar las cosechas.
Y sigue siendo esa la noticia, ya que éstos episodios de lluvias han aliviado los acuíferos, acopiado no muchos hectómetros en los embalses y calmado temporalmente la sed de los cultivos permanentes a través de los estomas de sus hojas. Y poco más.
Como son episodios efímeros, no existe posibilidad humana de realizar infraestructuras para su mejor aprovechamiento.
Y mientras aquí seguimos en pertinaz sequía, proliferan los incendios forestales. Los nuestros con más o menos superficie calcinada, controlados.
Sin embargo las noticias nos llenan de tristeza y angustia al ver la ferocidad con la que los incendios en nuestra vecina Portugal se llevan por delante arboledas singulares, muchísimos vehículos, construcciones, y personas que no pudieron huir de las llamas totalmente descontroladas.
Quienes provocan esos desastres deberían pagar los daños intencionados.
Y hablando de desastres, el que se nos viene encima no es pequeño si atendemos a lo que pasó en las últimas elecciones europeas.
La señora Von der Layenn repite mandato con un abanico político en el Parlamento Europeo digno de análisis y estudio.
Un equilibrio con muchísimas dificultades que quizá impida a la presidenta aplicar las polacas de progreso que la caracterizó en la legislatura pasada.
Y es que pese al cordón sanitario aplicado por muchos de los grupos a la ultraderecha, consiguieron frenarla en varios países, pero allí donde gobiernan hacen de las suyas y si no, para muestra un botón. Al señor Orbán le correspondió la presidencia rotativa en éste semestre y no se le ocurre al señor que extralimitándose en sus funciones aparecer con el señor Putín, con el señor Milei y con el presidente Chino, como si de un alto mandatario se tratara. Contraviniendo las políticas ampliamente consensuadas por la mayoría de los eurodiputados.
Semejantes patochadas solo se les pueden ocurrir a los de ultraderecha, como la visita del dirigente de Vox al presidente de Israel en plenos episodios de guerra cruel contra la población civil en la franja de Gaza.