REPORTAJE

San Antón, el barrio olvidado que quiere vivir

Hace más de una década, el barrio de San Antón en Elche se erigía como un ejemplo de lucha vecinal, una comunidad activa y reivindicativa que logró captar la atención de las autoridades. Con la firma de un convenio para la reconstrucción del barrio, parecía que su futuro se tornaba más brillante. Sin embargo, tras años de promesas incumplidas y una remodelación parcial, el panorama ha cambiado radicalmente. Hoy en día, San Antón está dividido entre una moderna zona de viviendas nuevas que nada tiene que envidiar a los barrios más prósperos de la ciudad, y una parte en ruinas, donde los edificios parecen mantenerse en pie por un milagro, con una imagen que muchos describen como “tercermundista”
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Iván Hurtado
22 de septiembre de 2024 - 01:33

El proyecto de regeneración del barrio, promovido por el Ayuntamiento de Elche, avanzó en su fase inicial con la construcción de nuevas viviendas en la parte este. Sin embargo, el resto del plan quedó estancado, y lo que iba a ser una renovación integral se ha transformado en un proceso de deterioro y abandono para la zona más antigua. “Es un barrio partido en dos”, comentan los vecinos, quienes, hartos de esperar, han decidido retomar la lucha que en su día hizo de San Antón un referente de activismo vecinal en la ciudad. Ante la inacción de las autoridades, la comunidad se organiza nuevamente para exigir soluciones.

La promesa incumplida

La firma del convenio inicial, hace más de 10 años, supuso una luz de esperanza para los vecinos. Sin embargo, con el paso del tiempo, esa esperanza se ha diluido entre retrasos burocráticos, ineficiencia política y una evidente dejadez por parte de la administración. A pesar del anuncio reciente del alcalde Pablo Ruz sobre un nuevo acuerdo con el Ministerio para retomar las obras, la desconfianza se ha instalado en San Antón. La Generalitat Valenciana, que debería apoyar el proyecto, parece haber dejado a Elche, y al barrio, en un segundo plano.

Los vecinos se sienten abandonados y engañados. “Nos prometieron que derribarían los viejos edificios y construirían viviendas nuevas, pero aquí seguimos, con edificios que se caen a pedazos y okupas que entran cada semana”, señala Mari Ángeles López, una de las portavoces del movimiento vecinal. La frustración es palpable en sus palabras. La lentitud en el desarrollo del proyecto ha generado un ambiente de desolación en la zona más deteriorada del barrio.

La sombra de la okupación

Uno de los problemas más graves que enfrenta San Antón es la okupación ilegal de viviendas. Los edificios más antiguos, muchos de ellos en estado ruinoso, se han convertido en refugio para aquellos que buscan un techo, a pesar de las condiciones peligrosas. Esta situación, lejos de resolver el problema de la vivienda en Elche, ha agravado la crisis del barrio. “Los okupas están impidiendo que se derriben los edificios, y esto retrasa todo el proceso de renovación”, comenta Rosa González, otra vecina afectada.

El fenómeno de la okupación no solo frena las obras de demolición, sino que también genera una creciente sensación de inseguridad entre los vecinos. “A mí me han tocado la puerta varias veces para intentar ocupar mi casa mientras yo estaba dentro”, relata Rosa Ana con temor. Los robos, las peleas y la falta de control policial son el día a día de esta parte de San Antón, un barrio que parece haber sido olvidado por las autoridades.

Un barrio en ruinas

El estado físico de los edificios antiguos es alarmante. Las estructuras, construidas en los años 60, muestran signos evidentes de desgaste y muchos de ellos representan un peligro para sus habitantes. Mari Ángeles cuenta cómo hace dos años “se cayó el techo de un piso”, un incidente que, según ella, podría repetirse en cualquier momento debido a la falta de mantenimiento.

Las palmeras que crecen en medio de las aceras, el cableado eléctrico colgando peligrosamente y las aceras levantadas son solo algunos de los elementos que dibujan el paisaje de decadencia en San Antón. “El barrio está asqueroso”, comenta Llanos Trigueros, una residente que ha visto cómo su comunidad se desmorona mientras las autoridades miran hacia otro lado.

La situación es especialmente crítica para las personas mayores o con movilidad reducida. Rosa, quien vive en un tercer piso sin ascensor, describe la desesperación de muchos de sus vecinos: “Nos estamos muriendo en nuestras casas porque no podemos bajar a la calle. El barrio no está adaptado para nosotros, es inhumano”. A esta situación se suma la falta de servicios básicos, como iluminación adecuada y limpieza, lo que hace que la vida en San Antón sea cada vez más difícil.

El retorno de los hijos del barrio

Ante este panorama desolador, los hijos del barrio que tienen sus familias y amigos en San Antón, junto a los vecinos que viven allí, han decidido unirse a la lucha para conseguir, de una vez por todas, la culminación de la renovación integral de San Antón. Muchos de ellos, movidos por el vínculo emocional y por el deseo de devolver la dignidad a su barrio, están colaborando con sus padres y vecinos para que el proyecto de renovación no quede en el olvido.

“Somos la nueva generación de San Antón, y queremos que este barrio vuelva a ser lo que fue: un lugar donde vivir tranquilos, con servicios, comercios y donde la gente pueda caminar sin miedo”, señala Ramón López, uno de los jóvenes que ha vuelto a involucrarse activamente en el movimiento vecinal. Esta nueva ola de apoyo ha dado un impulso renovado a la causa, y los vecinos esperan que, con la ayuda de las nuevas generaciones, puedan presionar a las autoridades para que no retrasen más el proyecto.

Un barrio que reclama dignidad

San Antón, que en sus mejores tiempos era un barrio con una activa vida de comunidad familiar, se encuentra ahora al borde del colapso, abandonado tanto por las administraciones como por los comercios que antaño lo llenaban de vida. Los vecinos no solo exigen la demolición de los edificios en ruinas y la construcción de viviendas dignas, sino también la creación de servicios esenciales que le devuelvan al barrio su alma.

La falta de atención por parte de las administraciones ha hecho que San Antón se convierta en un barrio peligroso, sin los recursos necesarios para ofrecer una vida digna a sus habitantes. “Queremos un barrio con vida, con tiendas, con servicios, donde nuestros hijos puedan crecer sin miedo y nosotros podamos sentirnos seguros”, clama Rosa, quien sueña con ver a San Antón convertido nuevamente en un lugar próspero.

La vuelta a la lucha vecinal

A pesar de todo, los vecinos de San Antón no se rinden. Ante el abandono de las instituciones, han decidido volver a organizarse. “Queremos formar una nueva asociación vecinal para hacernos oír. No podemos seguir viviendo así”, explica Mari Ángeles. La historia de este barrio es la de una lucha constante por la dignidad, y aunque el camino sea largo, sus habitantes están dispuestos a recorrerlo nuevamente.

La reciente promesa de un acuerdo entre el Ayuntamiento y el Ministerio, que debería acelerar el proceso de demolición y construcción, no ha calmado las aguas. Los vecinos temen que, una vez más, las promesas queden en el aire. “Hasta que no veamos las máquinas demoliendo los edificios y empezando de nuevo, no vamos a creer en nada”, asegura Rosa.

La falta de coordinación entre las distintas administraciones es uno de los principales obstáculos para la regeneración de San Antón. Los vecinos señalan que la Generalitat, que debería apoyar el proyecto, ha mostrado una actitud pasiva, lo que ha generado una sensación de frustración en la comunidad.

Un futuro incierto

San Antón, el que fuera uno de los barrios más emblemáticos de Elche, se encuentra hoy al borde del colapso. La dejadez institucional, el abandono y la inseguridad han dejado a sus habitantes en una situación límite. Sin embargo, la historia de este barrio también es la de una comunidad fuerte y unida, que ha demostrado en el pasado que no tiene miedo de luchar por lo que es justo.

La urgencia de actuar es evidente. El deterioro del barrio no solo afecta a las estructuras físicas, sino también al ánimo de sus vecinos, quienes viven con miedo y frustración. “Solo queremos una vida digna, que nos escuchen y que cumplan lo que prometieron”, concluye Mari Ángeles.

San Antón necesita soluciones, y las necesita ya.