Con más de 150 años de historia en la industria del calzado, la transformación de la economía ilicitana comenzó con la producción artesanal de alpargatas en el siglo XIX y la introducción de maquinaria moderna por visionarios como José María Buck. Desde entonces, la ciudad se ha convertido en un referente global, con empresas como Pikolinos y Tempe liderando el sector desde el Parque Empresarial, un espacio que impulsa la innovación y la internacionalización.
Elche, reconocida como epicentro de la industria del calzado en España, debe gran parte de su transformación económica y social a un producto sencillo: la alpargata. En el siglo XIX, la ciudad era mayoritariamente agrícola, pero la poca rentabilidad de las tierras llevó a la búsqueda de alternativas económicas. Fue entonces cuando la fabricación artesanal de alpargatas, con lona y suela de cuerda, comenzó a ganar importancia como actividad complementaria, sentando las bases de lo que sería una próspera industria.
El punto de inflexión llegó en 1875, cuando José María Buck, terrateniente visionario, importó de Inglaterra la primera máquina para fabricar alpargatas. Este hito marcó el inicio de la industrialización en Elche. Buck, junto a otros terratenientes locales, invirtió recursos agrícolas en la naciente industria, lo que permitió modernizar los procesos de producción y aumentar la capacidad de los talleres. Este impulso no solo transformó la economía de la ciudad, sino que también creó oportunidades para cientos de familias, convirtiendo la alpargata en el motor del cambio socioeconómico local.
Con el cambio de siglo, la industria alpargatera evolucionó hacia la fabricación de calzado más sofisticado gracias a la incorporación de nuevos materiales como el caucho y el cuero. Este progreso, unido a la llegada de más maquinaria y técnicas avanzadas, posicionó a Elche como un centro industrial destacado en España. La creciente demanda de mano de obra atrajo a miles de trabajadores de otras regiones, lo que duplicó la población de la ciudad en apenas una década. El dinamismo industrial no solo impulsó la economía, sino que también marcó el carácter emprendedor de la ciudad.
El legado de esa época se mantiene en las empresas actuales que lideran la producción de calzado de calidad y diseño. Marcas como Pikolinos, Martinelli, Kelme y Panama Jack, entre otras, se han consolidado como referentes internacionales, llevando el nombre de Elche a mercados de Europa, América y Asia. Estas compañías son un ejemplo de cómo el espíritu innovador, iniciado por figuras como José María Buck, sigue vigente en el ADN empresarial ilicitano.
Elche también destaca por su infraestructura industrial, como Elche Parque Empresarial, un modelo de gestión que combina innovación y sostenibilidad. Este espacio, que alberga más de 300 empresas, ha atraído tanto a negocios locales como internacionales. Uno de sus mayores referentes es Tempe, del grupo Inditex, que desde este parque fabrica y distribuye más de 15 millones de zapatos al año, reafirmando la posición de Elche como líder mundial en el sector.
La diversificación también ha sido clave en el éxito de la ciudad. La industria auxiliar del calzado, centrada en la fabricación de componentes y materias primas, genera empleo para más de 12.000 personas y factura cerca de 780 millones de euros al año. Este sector complementario, que surgió para apoyar a las fábricas de calzado, ha crecido hasta convertirse en un pilar fundamental de la economía local.
Desde la alpargata hasta el calzado de alta calidad que se exporta a más de 100 países, Elche ha sabido adaptarse a los cambios y liderar la innovación. Su capacidad de reinvención, que comenzó con la visión de José María Buck, continúa hoy con su apuesta por la internacionalización, la tecnología y la sostenibilidad. El calzado sigue siendo el símbolo de la identidad de Elche, una ciudad que nunca ha dejado de caminar hacia el futuro.