La torre de Siuri, ubicada en la margen derecha del Vinalopó, aprovechaba una vertiente nacida en Carrús y la acequia de Marchena, transformando esta zona árida en un fértil huerto.
La historia del campo de Elche guarda testimonios de un pasado que a menudo resulta difícil reconstruir, especialmente en la margen derecha del río Vinalopó, donde la documentación es más escasa en comparación con las áreas regadas por la Acequia Mayor. Entre esos vestigios, destaca la desaparecida torre de Siuri, una construcción que, aunque borrada del paisaje, aún puede conocerse a través de los registros históricos.
La torre de Siuri estaba ubicada en la partida del Plà, al este del aljibe que regaba esta zona, entre la acequia de Marchena y el camino que conducía al puente de Marchena, una posición estratégica ligeramente elevada sobre el entorno. En esta localización, en la margen derecha del río Vinalopó, se convertía en un punto clave para la actividad agrícola gracias al acceso al agua de la vertiente de Carrús y de las acequias cercanas.
Las referencias más antiguas a esta torre se encuentran en los Libros de Sitiadas, registros de reuniones parciales del consell ilicitano donde se resolvían asuntos relacionados con el gobierno de la ciudad. En 1648, durante la epidemia de peste, ya aparece mencionada como un lazareto en el Plà, utilizada para confinar a los enfermos que no podían regresar a la ciudad. Este dato revela que, para entonces, la torre ya estaba consolidada en su entorno.
Un documento fechado en 1671 refleja cómo Pedro Marín solicitó al consell permiso para cultivar tierras cercanas a la torre, construir un corral y habilitar una era. Las tierras, pertenecientes a la villa, estaban delimitadas por elementos como el aljibe del Plà, el camino hacia el puente de Marchena y la acequia del mismo nombre. La aprobación de esta petición, al no causar daño, aporta información clave sobre el paisaje agrícola que rodeaba la torre.
La torre de Siuri ocupaba un lugar estratégico gracias al acceso al agua que llegaba desde Carrús, almacenada en un aljibe que regaba los alrededores. Este sistema convirtió un área árida en una fértil zona de cultivo, como se evidencia en documentos posteriores que mencionan el “huerto de Siuri y Corbí”. Su ubicación, cercana a la acequia y al camino de Orihuela, reforzó su importancia como eje de actividad agrícola en la margen derecha del Vinalopó.
El nombre de la torre está vinculado a la familia Siuri, en especial a Marcelino Siuri Navarro, nacido en Elche en 1654. Doctor en Teología y obispo de Córdoba entre 1717 y 1731, dejó un legado significativo tanto en el ámbito religioso como en las edificaciones de esa ciudad. Su padre, Antonio Siuri, fue abogado y miembro del consell ilicitano, propietario de la torre y una figura destacada en los asuntos jurídicos de la villa.
La torre permaneció en pie hasta el siglo XX. En 1958, la Comisión Municipal Permanente autorizó su demolición para dar paso a nuevas edificaciones, pese a las recomendaciones de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos, que destacaba su valor como monumento local debido a su antigüedad y su conexión con la familia Siuri. El acta de demolición describía la torre como una construcción en estado ruinoso, rodeada de edificaciones sin carácter definido. Aunque se ordenó conservar el escudo de armas de la torre para incorporarlo a la nueva edificación, su desaparición marcó la pérdida de un testimonio físico de gran relevancia para la historia de Elche.
Hoy, la torre de Siuri vive únicamente en los documentos y relatos que han llegado hasta nosotros. Su memoria, vinculada al desarrollo agrícola y social del Plà, subraya la importancia de preservar y valorar los vestigios del pasado, especialmente en un entorno donde cada detalle ayuda a reconstruir la identidad histórica de la ciudad.