Elche no solo es la ciudad de las palmeras, sino también un referente de sostenibilidad urbana en Europa. Un reciente estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), basado en el índice NDVI (Normalized Difference Vegetation Index), situó a Elche como la ciudad europea con menor tasa de mortalidad atribuible a la falta de espacios verdes.
Este resultado se debe en gran parte a la integración de la naturaleza en el diseño urbano. La ciudad cuenta con más de 200.000 palmeras repartidas entre huertos históricos, parques urbanos y calles arboladas. Además del Palmeral —el más grande de Europa—, Elche dispone de amplias zonas verdes como el parque municipal, el parque del Palmeral o el Clot de Galvany, que no solo ofrecen sombra y frescura, sino que también mejoran la calidad del aire, reducen el estrés y fomentan la actividad física.
La biodiversidad urbana, potenciada por estos entornos, es clave para combatir el efecto isla de calor y adaptarse a las consecuencias del cambio climático. En este sentido, Elche se posiciona como un ejemplo de cómo conservar el patrimonio natural puede estar alineado con el bienestar ciudadano.
Innovación en la gestión del agua
En una zona donde la escasez hídrica es una preocupación constante, Elche ha puesto en marcha soluciones innovadoras. Una de las más destacadas es el uso de aguas regeneradas para el riego de huertos urbanos. El proyecto, impulsado por el Ayuntamiento, permitirá sustituir el riego con agua potable por agua tratada procedente de la depuradora de Algorós, con una reducción estimada del 70% en el consumo de agua apta para el consumo humano.
Este esfuerzo se complementa con iniciativas del sector privado, como la instalación en el Centro Comercial L’Aljub de una planta de depuración basada en tecnologías de biopelícula móvil. Esta planta, desarrollada con el apoyo de la Universidad de Murcia, es capaz de reutilizar hasta 10.000 litros de agua al día, destinada al riego de áreas ajardinadas y sistemas de refrigeración.
Estos avances no solo contribuyen al ahorro de recursos hídricos, sino que también reducen la huella ecológica de la ciudad, marcando un camino claro hacia la economía circular y el uso eficiente de los recursos naturales.
Elx Natura: creando un nuevo pulmón verde
Otro de los grandes proyectos medioambientales en marcha es “Elx Natura”, una ambiciosa actuación urbana que transformará la ronda sur de la ciudad en un gran cinturón verde. Con una inversión inicial de 378.000 euros, este proyecto pretende reconvertir más de 36.000 metros cuadrados en una zona ajardinada equipada con sendas peatonales, zonas de esparcimiento y biodiversidad autóctona.
Elx Natura no solo aportará más espacios verdes al entorno urbano, sino que también contribuirá a conectar corredores ecológicos y fomentar la movilidad sostenible, con caminos habilitados para bicicletas y peatones. Este cinturón verde también actuará como barrera natural contra la contaminación acústica y atmosférica generada por el tráfico de la zona.
A largo plazo, se espera que el proyecto no solo mejore la calidad de vida de los residentes del sur de Elche, sino que se convierta en un ejemplo de cómo la infraestructura verde puede integrarse en el desarrollo urbanístico de forma armónica.
Medición de la calidad del aire y movilidad sostenible
La ciudad también apuesta por la monitorización y la ciencia para diseñar políticas medioambientales efectivas. En colaboración con la Universidad Miguel Hernández, Elche ha instalado 50 dispositivos de medición de contaminantes atmosféricos, centrados en dióxido de nitrógeno (NO₂) y ozono troposférico (O₃).
Los datos obtenidos permitirán identificar “zonas calientes” con mayor concentración de gases contaminantes, lo cual será esencial para aplicar medidas correctoras como restricciones al tráfico, aumento de zonas peatonales o refuerzo del transporte público.
El ayuntamiento también ha impulsado la creación de más carriles bici y mejoras en la red de transporte urbano, aunque algunas decisiones recientes, como la retirada de un carril bici junto al Palmeral, han generado controversia por su posible impacto ambiental.
Participación ciudadana en la conservación del entorno
La implicación de los ciudadanos es una pieza clave en la estrategia medioambiental ilicitana. A través de campañas como ‘1m² contra la basuraleza’, promovida por el Proyecto LIBERA, se han organizado limpiezas colectivas en zonas naturales como el cauce del Vinalopó, las playas del sur o el Clot de Galvany.
El voluntariado ambiental no solo ayuda a mantener limpios estos espacios, sino que también crea conciencia sobre la necesidad de conservar el entorno. Asimismo, se han organizado actividades educativas, como talleres para escolares, plantaciones de árboles y liberaciones de especies protegidas como tortugas bobas, que regresan al mar desde las costas ilicitanas.
Estas acciones forman parte de un enfoque de gobernanza participativa, donde el Ayuntamiento actúa como facilitador y la ciudadanía como protagonista de la protección ambiental.
Desafíos y amenazas al patrimonio natural
A pesar de los avances, Elche enfrenta varios desafíos. La presión urbanística, la contaminación del tráfico y el cambio climático amenazan la integridad del Palmeral, especialmente en su zona histórica. La eliminación de carriles bici en sus inmediaciones ha sido criticada por colectivos ecologistas y especialistas en urbanismo, quienes temen que estas decisiones aumenten la vulnerabilidad del espacio declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Además, se requiere mayor vigilancia y regulación frente a la proliferación de vertidos ilegales, el abandono de residuos en espacios naturales y el uso indebido de recursos hídricos.