OPINIÓN

Los repartidores de pensamiento


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Daniel Rubio
12 de abril de 2024 - 09:10

En nuestra sociedad, lamentablemente, hemos visto cómo la polarización política ha alcanzado niveles preocupantes. Nos encontramos en una sociedad dividida en bandos, donde el pensamiento crítico y la reflexión personal parecen haber sido relegados a un segundo plano. En lugar de formular nuestras propias opiniones basadas en una evaluación “racional” de los hechos, los ciudadanos se limitan a adoptar las posturas predeterminadas por los “líderes” políticos de sus respectivos partidos.

Esta dinámica de “bandos” el cinismo y la hipocresía, gobiernan nuestra vida diaria. Lo que critico, si lo hacen los míos está bien, si lo hacen los “otros” es intolerable. Pero ese nivel de hipocresía ha saltado 10 escalones para pasar a ser, lo que diga mi líder es lo que pienso, para que perder tiempo en pensar si me lo pueden dar ya hecho.

Es imprescindible, que para repartir carnets de buenos o malos, de afines o enemigos. Todos tienen crédito o descrédito, en función de lo que nos diga la secta, en la que nos hemos dejado que nos metan. No hay nada más libre que el pensamiento y eso nos han robado. Somos esclavos, pero nos pensamos que somos libres.

Tendemos a culpabilizar a los políticos, sin darnos cuenta que ellos representan la sociedad, sin principios ni valores que hemos decido vivir. Pensándonos ricos por comprarnos bienes, cuando no tenemos ni la propiedad de la” Libertad” de pensamiento. Estamos todos vendidos a un sistema de “burros”.

Cuando nos encontramos en la encrucijada de defender acciones que, bajo otro prisma, criticaríamos vehementemente, es cuando la coherencia y la integridad de nuestras convicciones son puestas a prueba. Podemos ganar la batalla inmediata, pero estaremos condenados al peor de los jueces; nuestra conciencia.

En mi corto espacio de libertad, que me permite no usar camiseta y sin miedo a que te cuelguen el titulo de cosas peores. Intentaré defender la libertad, pidiendo a la gente que piense en libertad, sin importarles que puedan pensar los repartidores de pensamientos. Siendo únicamente juzgados por nuestra conciencia. A esa no se le engaña.