OPINIÓN

Agricultura de precisión


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Santiago Pascual
25 de abril de 2024 - 09:30

Sentimientos encontrados. Por un lado, la ilusión de saber que la celebración del día de la Madre Tierra tiene efectos positivos para el planeta y por otro lado la tristeza de saber que los políticos frustran cualquier posibilidad de avance en la agricultura. Entonces, ¿de qué sirvieron cientos de tractoradas en toda la Unión Europea? Pues depende de qué país y depende de qué región se alcanzaron acuerdos más o menos respetuosos con el trabajo de los agricultores. No olvidemos que en Francia, su presidente puso sobre la mesa una cantidad indecente de millones de euros para que los agricultores y ganaderos galos se mostraran pacíficos y dejasen de destruir camiones españoles. También para que esos agricultores galos, a los que vemos orgullosos de lo que gana, puedan vivir un poco mejor, es decir con unas pocas más de ganancias. Orgullo patrio.

¿Y en España? Pues la amenaza de varias organizaciones de volver a las calles con tractores o motosierras, nos puede dar una idea bastante clara de por dónde van los tiros. Se prometieron casi cincuenta medidas políticas y económicas para mejorar la vida de los agricultores y ganaderos de nuestros campos, pero por las elecciones territoriales pendientes y por las elecciones europeas ya en breve, muchas de esas medidas se han quedado en «estanbie». Me perdonarán que no me sepa el inglés, pero es que lo de los idiomas ya me cogió un poco durillo de cuello. Podría traducirlo por un «en saco roto», pero me permitirán que tenga algo de positivo y lo califiquemos de «en puertas», para ser aprobado en cuanto se pueda y mientras tanto la situación en el campo no sólo no mejora, sino que va a peor de una manera descontrolada, casi como los incendios que se han llevado por delante miles de hectáreas de un monte escaso, del que no nos podemos permitir ninguna renuncia. 

Y es que el monte, así, en genérico, no hay quien lo cuide. Hace siglos, una ganadería extensiva abundante permitía desbrozar gratuitamente grandes zonas de monte que quedaban así protegidos frente a los incendios, porque si no hay combustible bajo de los árboles es mucho más difícil que se pueda quemar el monte. Pero es que además se generaban unos puestos de trabajo, autónomos del pastoreo, que además de cuidar sus rebaños, eran los primeros en ver si alguien cometía algún descuido en ese monte que es tan nuestro como de todos ellos, pero para disfrutarlo, no para ponerlo en riesgo. Y es precisamente en relación a éste punto que me viene a la memoria el día mundial de la Madre Tierra, que hace años, los ultraconservadores le quitaban importancia diciendo que eso eran efemérides rojillas de los progres que no conocían la tierra y que ahora resulta que por culpa del primo de Rajoy, como el de zumosol, solo trataban de llevarnos a error y vemos con sorpresa que aún estamos a tiempo de revertir esos daños que, al afectar a la tierra, nos afectan a todos los seres vivos que habitamos en ella.

¿Se podrá ser más estúpido qué poner en riesgo la vida de millones de seres humanos por la prevalencia de cuatro empresas contaminadoras incapaces de modernizarse para no contaminar? En fin, ya ven ustedes que la agricultura está que arde, en sentido figurado, porque sino, seríamos los más sospechosos y no deberían dejarnos ir por el monte. Pendientes de unas elecciones europeas que seguro condicionarán cambios sustanciales y esperemos que no sean muy duros contra la agricultura española. La semana pasada se fueron a Bruselas un grupito de prohombres del campo valenciano a ver que podían solucionar por allí, y se volvieron con la idea que lleva este servidor vuestro defendiendo desde hace treinta años: “Hay que mantener un LOBBY agrario permanente en Bruselas, capaz de engranar soluciones permanentes evitando males que nos llegan de los especialistas Lobbys de otras zonas como Sudáfrica o Chile o China”.

Pero créanme que no está todo perdido. Tenemos tiempo para reformar nuestra agricultura hacia una AGRICULTURA DE PRECISIÓN y de conservación del suelo. También tenemos tiempo de adecuarnos al cambio climático con cultivos más resistentes provenientes de nuestros servicios de investigación agraria. Pero lo que no podemos es rejuvenecer a los agricultores y ganaderos que hace tiempo cruzaron la línea de los sesenta y muchos y no hay quienes se hagan cargo de sus patrimonios. Y como amenaza constatamos la presencia de Fondos de Inversión capaces de comprar la tierras, ponerlas patas arriba y cultivar producciones rentables que los agricultores de toda la vida no fueron capaces. De verdad que hay esperanza, pero caray, con nuestro agro.