HISTORIA

Antonio Vicente, el zapatero que bordó su camino hasta Panama Jack

El empresario ilicitano comenzó trabajando a los 13 años en una fábrica de zapatos. Hoy es el fundador de una de las marcas más reconocidas del calzado europeo
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Daniel Ruiz Perona
11 de mayo de 2025 - 02:46

La historia de Panama Jack está inseparablemente ligada a la de Antonio Vicente Giménez, su fundador y actual propietario mayoritario. Pero antes de convertirse en marca internacional, Vicente fue aprendiz, operario, comercial y emprendedor desde lo más básico del oficio. Su trayectoria en el calzado refleja un ejemplo clásico de industrialización desde abajo: conocimiento profundo del producto, implicación directa en la producción y un enfoque sostenido en la calidad.

Antonio Vicente nació en Elche en 1949, en el seno de una familia obrera del barrio del Raval. A los 13 años, en 1962, comenzó a trabajar en la fábrica de José Amorós Torregrosa, especializada en calzado femenino. Allí pasó diez años y aprendió el oficio en todas sus fases: desde el cortado y aparado hasta el empaquetado y la expedición. La fábrica, con apenas una veintena de empleados, fue su primera gran escuela, y le proporcionó una formación técnica que más adelante resultaría clave para su desarrollo como empresario.

Tras el servicio militar, y tras una breve etapa como agente comercial, un accidente de tráfico le obligó a reorientar su futuro profesional. Fue entonces cuando diseñó una sandalia bordada con cuña incrustada. La pieza llamó la atención de una empresa que le encargó 40.000 pares, un pedido que fabricó en condiciones muy limitadas, recurriendo a una pequeña casa de campo, maquinaria prestada y una red de colaboradores locales.

El éxito inicial le permitió consolidar su posición como fabricante. Durante los años setenta y ochenta, Vicente produjo para distintas marcas y mercados. Pero fue en 1989 cuando decidió crear su propia firma: Panama Jack. La primera bota con este nombre llevaba grabado un sello que reflejaba su origen y su filosofía: calzado robusto, práctico, atractivo y fabricado íntegramente en España.

Panama Jack nació con vocación de especializarse en botas de montaña, pero con el tiempo ha diversificado su catálogo sin renunciar a sus señas de identidad: materiales de alta calidad, procesos artesanales y fabricación local. El compromiso con la producción nacional ha sido una constante, incluso en épocas en que la deslocalización parecía inevitable en el sector.

El éxito de la marca se asentó sobre tres pilares: producto resistente, imagen coherente y fidelidad a sus orígenes. En los años noventa, Panama Jack comenzó a publicitarse en medios nacionales y a consolidar una estética propia, vinculada a la aventura, la naturaleza y la autenticidad. Desde entonces, sus modelos icónicos —como la clásica bota Panama— han mantenido presencia constante en el mercado europeo, posicionándose como sinónimo de calzado duradero y de confianza.

Más de tres décadas después de su fundación, Panama Jack continúa produciendo en Elche, con talleres locales y procesos que combinan tecnología y artesanía. La marca se exporta a numerosos países, pero conserva un control directo sobre la calidad y el diseño, siguiendo la visión original de su fundador.

La historia de Antonio Vicente en el calzado es la de un empresario hecho a sí mismo, que entendió desde el primer día que un zapato no es solo una prenda: es técnica, forma, confort y carácter. Y supo transformar esa comprensión en una marca sólida, reconocida y respetada. Una historia que comenzó con una sandalia bordada en una casita de campo, y que hoy se calza en medio mundo.

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