OPINIÓN

Camino al centro en la E

24 de marzo de 2024 - 10:06
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Iba yo en el bus urbano cuando a la altura del hospital general, universitario o viejo. Ya pal gusto, el bus ha tenido que parar porque delante un coche iba a aparcar. Como salido de la nada y a pijo sacaó, entre el bus y los coches aparcados, ha aparecido un gorrilla que, apenas a unos metros de distancia era seguido por otro de aquellos profesionales del euro fácil, aunque siempre puedes pasar de su cara, pero claro. Luego te sale alguno con aquello de; a lo mejor, pues te hago un bollo en la puerta, o puede, que tarranque los retrovisores o los limpiaparabrisas, lo las dos cosas. Y claro, ¿te vas a arriesgar por un puto euro?… Exacto.

Esa segunda criatura, por la espalda y como el que SI, quiere la cosa, ha soltado una patada al primer gorrilla, que mirando para otro lado y evitando plantar cara al que le ha coceado, se ha cagado en la mitad larga del santoral (se le ha leído muy bien en los labios). Por un momento, aquella situación me ha traído recuerdos de cuando vivía en el campo. ¡Joer!, que tiempos buenos aquellos. Para el consumo de la casa teníamos gallinas, conejos, algún pavo, y pollos. Los pollos son los camorristas del mundo animal, y con diferencia, y cuidado, que me la suda mucho que alguno diga que, de eso nada, que los camorristas de verdad son los diablos de Tasmania… con todo lo violento que son los diablos de Tasmania, tú deja a un pollo sin pienso seis días y tírale el puto diablo a la jaula, veras, veras lo que tarda en comérselo. Hasta el pollo más mataico y pellejoso, si está acompañado, se da de palos a diario. Esto, hace que el mundo del pollo sea una copia casi exacta en la manera de proceder, de las bandas camorristas más sanguinarias que hay por todo el mundo. Lo que ya no sé, es si en esas bandas, al menos agraciado, o sea, al que todos le pegan, y tal cual si, hacen los pollos. Se lo follan todos los demás, y no porque todos los pollos sean homosexuales, si no, por puro y llano vicio. A ver, cierto es que en casa las gallinas, como los conejos y los pavos, estaban en otra zona distinta a la de los pollos. Y se hacía así porque estas eran ponedoras, y estando relajadas y a lo suyo, los huevos salían más gordos. Y claro, algunos, mirando a los pobres pollos no sin cierta sensibilidad, dirían que necesidad obliga, tratando de justificar así tantísima sodomía como allí se dio, y que claro, como siempre, se sea pollo, ornitorrinco o uno más de las afueras de San Isidro, lo pagaba y siguen pagando, los pupas de turno.

Por desgracia para mi gusto, pero por suerte para el que ha soltado la patada, este, no es un pollo, ya que, en mi casa por lo menos, del más chulo para abajo, estos iban cayendo, semana sí, semana también. Y así es como camino al centro, se me hizo la boca agua pensando en el pollo en salsa tan rico que hacia mi madre.