«Vamos a dejar de hablar de centro y de personas sin hogar y vamos a hablar de hogar». Así quiere Alejandro Ruiz, director de Cáritas Elche desde hace un año y medio, que se defina a la organización caritativa cuyo centro en el municipio ilicitano se encarga de dirigir. En la sociedad actual, esta y muchas más organizaciones se encargan de llevar a cabo una importante acción social para con las personas más necesitadas que han perdido todo el sentido de vivir.
Cuando se habla de Cáritas, se habla de mucho más que simplemente una organización caritiativa. El seno es la iglesia católica, a partir de la cual la sede de cada ciudad se encarga de estar cerca a los grupos de población más vulnerables: «nuestro trabajo es muy extenso, pero principalmente pensamos en la promoción de la persona, la recuperación de su dignidad, ayudarles a encontrar un sentido a su vida y acompañarles en todo ese proceso», apunta Ruiz.
La sede ilicitana
Mural realizado por integrantes del centro.
En el centro inter parroquial de Elche, Cáritas se divide en varios departamentos. El más amplio es el llamado PSH, que lo forman las personas que perdieron su vivienda y se encuentran en la calle, con un importante deterioro físico y mental. En la sede central de la ciudad ilicitana se encuentran un total de 4o personas viviendo. Por otro lado, en el centro se imparten diferentes cursos de empleo, formación y reinserción en el mundo laboral homologados por el SERVEF para la gente que aquí reside. También se coordina desde esta sede las otras 15 cáritas parroquiales repartidas por todo el municipio y pedanías, las cuales son independientes y cuentan con sus respectivos delegados y voluntarios para atender a las 500 familias necesitadas que hay en todo el casco urbano.
Otro foco de acción muy importante en Cáritas Elche son las viviendas tuteladas, de las que hay cinco repartidas por la ciudad. Son un paso más del proceso de reinserción. Previamente a acceder a ellas, pasan por la sede central para comenzar una readaptación, ya que muchas veces llegan con adicciones o con habilidades sociales perdidas; tras ello, pasan a vivir en el propio centro y a comenzar a ser autosuficientes en el día a día, haciéndose la comida y compartiendo espacio con más gente y el tercer paso es el acceso a la vivienda tutelada, en la que siguen en contacto con trabajadores y voluntarios.

Finalmente, llegan a la última ‘parada’, en la que comienzan una vida autónoma pero, como apunta Alejandro Ruiz, sin desligarse de la organización: «el último paso es asumir una vida totalmente independiente cuando pueden pagarse una vivienda o una habitación, pero aunque abandonen el programa de personas sin hogar (PSH), nunca dejan de tener contacto con los trabajadores porque ya se ha creado un vínculo y una confianza mutua. Ellos entran en la red de servicios sociales del barrio, pero siguen viniendo a asistir a charlas o hacer talleres. Nuestra función no termina».
La organización con la importancia de los voluntarios
La organización en Elche no es totalmente independiente. Por encima está el organismo de la Diócesis Orihuela-Alicante, encima de la cual queda el obispo José Ignacio Munilla Aguirre y encima de él queda el director general. En lo que respecta a la sede ilicitana, la forman 30 trabajadores y 15 voluntarios que les dan apoyo y cuya importancia resalta Ruiz, afirmando que «para nosotros el voluntariado es muy importante. Es nuestra base y nuestra razón de ser».
Luego, como es evidente, se necesita contratar psicólogos, trabajadores sociales, educadores o terapeutas, pero sin perder de vista que el voluntariado es la base de la organización. En este sentido, se organizan charlas en institutos y colegios, así como charlas en el propio centro, con tal de reclutar gente dispuesta a ayudar en un periodo de tiempo prolongado, ya que la aportación exige, apunta Ruiz, «una formación, experiencia, cualidades específicos y compromiso elevado porque trabajamos con personas las 24 horas del día».
Supervivencia económica de una organización con el voluntariado como base
Se puede presentar complicado que sobreviva una iniciativa como la de Cáritas Elche sin una aportación económica firme, pero lo cierto es que desde fuera se ponen facilidades, como apunta Ruiz, para que se garantice una supervivencia: «nosotros tenemos el centro concertado con la Conselleria, pero todo lo que queda fuera de aquí (viviendas tuteladas, programas de empleo o trabajos en la comunidad) viene de aportaciones de donantes. Luego también tenemos un acuerdo con el ayuntamiento mediante el cual nos ayudan con una cantidad de dinero. Elche es una ciudad solidaria, de hecho Neumáticos Soledad donó una cantidad importante, y lo hicieron porque confían en nosotros, aunque lógicamente quieren saber cómo lo vamos a gestionar».
El proyecto futuro de Cáritas Elche
Si para el presente el propósito es la ayuda al prójimo para que recupere el sentido de su vida, para el futuro nada cambia en lo que a la seña de identidad de la organización se refiere. En la sede de Elche, el siguiente paso que se quiere dar es en aras del crecimiento del centro situado al lado del puente del Bimil·lenari. El director de Cáritas Elche, Alejandro Ruiz explica que el ayuntamiento les ha cedido una parcela al lado de la sede central que utilizarán como el paso previo para la gente que viene de calle con adicciones o con las habilidades sociales perdidas.
Ruiz explica que este grupo de población podría entrar directamente al centro, porque podrían afectar a las personas que están en un proceso avanzado de recuperación de la dignidad. El director de Cáritas Elche explica este nuevo edificio como «un centro de baja exigencia para las personas de calle que no podrían cumplir con las exigencias del día a día del otro. En este nuevo podrían venir a ducharse y estar el tiempo que quieran. Se creará una zona de confort con la idea de recuperar habilidades y dejar adicciones. Será un paso intermedio».
Así pues, Cáritas Elche se presenta como una ayuda constante y totalmente desinteresada, con el voluntariado como forma de ser, que nunca acaba su propósito y que acompaña a las personas más necesitadas en todo momento como parte de un proceso de adaptación y recuperación de habilidades sociales y de una dignidad que un gran número de personas una vez perdieron.