Elche tiene días que no se olvidan. Fechas que no solo se recuerdan: se sienten. Se arrastran por generaciones como una luz que no se apaga, incluso cuando el cielo se oscurece. Uno de esos días fue el 28 de mayo de 1900. Y aunque han pasado 125 años, esta ciudad vuelve a respirar el mismo aire de expectación. Mañana, 31 de mayo, el Elche Club de Fútbol se juega el ascenso a Primera División. Y por eso, hoy, mirar atrás no es nostalgia: es entender de dónde viene toda esta pasión.
Fue leyendo un artículo de Fernando Brufal que regresé a aquel día que parecía reservado a la ciencia, pero que también sembró el germen de una locura mucho más terrestre: el fútbol. Aquel 28 de mayo, Elche se convirtió en capital astronómica. Científicos de toda Europa llegaron con sus telescopios a cuestas para observar un eclipse solar total. Las predicciones del astrónomo valenciano Josep Joaquim Landerer situaban a la comarca del Baix Vinalopó como uno de los mejores lugares del mundo para ver el fenómeno. Y no se equivocó.
En una ciudad de poco más de 27.000 habitantes, aterrizaron cerca de 25.000 visitantes. Las fincas y huertos ilicitanos se llenaron de acentos extranjeros, instrumental científico, libretas de campo, cámaras de celuloide y una curiosidad compartida que parecía desbordarlo todo. La Finca del Pino, en la carretera de Santa Pola —hoy conocida como la Casa Azul— fue ocupada por el Observatorio de París, liderado por Maurice Hamy. En Villa Carmen, el Observatorio de la Marina de San Fernando compartió espacio con un delegado del Vaticano. La ciudad entera se transformó para acoger algo que jamás había vivido.
Y fue entonces cuando ocurrió lo inesperado.
En la playa del Tamarit, un grupo de marineros británicos del buque Theseus, enviado por la British Astronomical Association, decidió matar el tiempo a su manera. Improvisaron porterías en la arena, formaron dos equipos y comenzaron a correr tras un balón. Nadie imaginaba que aquel momento, a la orilla del mar y lejos de los telescopios, iba a marcar el nacimiento del fútbol en Elche. Según los testimonios recogidos, fue el primer partido de fútbol jugado en la ciudad, y probablemente en toda la Comunidad Valenciana. El diario El Liberal lo describía con asombro: “un violento ejercicio que realizan con una pelota de goma, valiéndose de la cabeza y los pies, con prohibición absoluta de manos y brazos”.
Desde entonces, la historia fue rodando como aquel balón. Lo que al principio era un juego de extranjeros, se convirtió en curiosidad local. Los jóvenes comenzaron a practicarlo en los huertos, en descampados, en las calles de tierra. Dos décadas después, en 1923, nació oficialmente el Elche Club de Fútbol. Y ese fuego no se apagó nunca.
La ciudad ha vivido muchos eclipses desde aquel día, algunos en el cielo y otros más cerca del alma. Pero también ha vivido momentos de luz pura. Ascensos, goles, celebraciones en la glorieta, tardes de radio y banderas en los balcones. Y ahora, Elche vuelve a estar en vísperas de algo grande. Mañana, en el Martínez Valero, el equipo se juega el ascenso a Primera. Y hay un aire eléctrico que recorre calles, bares, grupos de WhatsApp y conversaciones de café. El mismo aire de emoción que, en otro tiempo, trajo telescopios, ciencia y fútbol a la vez.
No queda mucho de aquellas fincas históricas. Villa Carmen fue incendiada y expoliada en 1978; otras ni siquiera se conservan en pie. Pero la memoria, como el fútbol, tiene maneras de colarse por donde menos se espera. En una fotografía, en una placa que falta, en una crónica olvidada, o en artículos como el de Brufal, que rescatan lo que Elche fue para entender mejor lo que es.
Porque este no es solo un fin de semana de fútbol. Es la continuación de una historia que empezó cuando el sol desapareció y el fútbol apareció. Elche aprendió entonces a iluminarse con su propia energía, con ciencia, cultura, deporte y comunidad.
Y ahora, una vez más, todo se alinea. No hay eclipse esta vez, pero el corazón de una ciudad entera está a punto de estallar de luz. Porque mañana Elche no solo jugará un partido. Mañana, Elche volverá a hacer historia.
Y cuando el árbitro pite el final y el marcador confirme lo que todos soñamos, habrá un rugido que subirá desde el Martínez Valero como si fuera un segundo sol. Porque sí: Elche va a ascender a Primera División. Porque esta ciudad, cuando sueña en voz alta, no hay quien la detenga.