OPINIÓN

De otra pasta

01 de mayo de 2024 - 00:50
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Pese a ser un fiel seguidor de la poesía desde que D. Juan, profesor de matemáticas en el viejo C. P Ruiz de Alda, hoy, Candalix, recitara unos versos de D. Gustavo Adolfo Bécquer, hasta el momento, no había recomendado un libro de este género, tal vez, por haber como hay tanto bueno, aunque también lo hay espantoso. Pero bueno de verdad, hay muchísimo, y no siempre, ni reconocido, ni premiado. Pero si de ese mucho bueno, hay un autor que para mí despunta sobre el resto, es el oriolano Miguel Hernández.

Si recomendara uno de sus libros, da igual cuál, y me hacen caso, especialmente los que nunca han leído a Miguel, sé que poco a poco irán haciéndose con el resto de libros, ya que D. Miguel Hernández engancha y no suelta. Por eso, de su magnífica obra, yo iría directo a por el libro; “La obra completa”, vale un dinerito, pero también, muchísimo la pena, ya que es uno de esos libros que nunca molestan y que, a cada cierto tiempo, apetece releer, y sin necesidad de comenzarlo por el mismo sitio.

La poesía de Miguel no es de esas del tipo galimatías que vuelve loco a conocidos y a extraños, de la que busca versos que rimen, aunque carezcan de sentido, de las que no saben a nada, planas, insustanciales. La poesía de Miguel siempre marca, dice algo, y lo hace con fuerza, con rabia, algunas, con la impotencia de la pena a pocos milímetros de la piel. Su poesía es como un grito, a veces amable, a veces, desesperado y desgarrador. Siempre, emotivo y emocionante.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

Miguel Hernández, para hoy y para siempre.